[CUATRO]

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—¿Por qué no te gusto?

La mano de Niall se inmovilizó justo cuando el tazón llegaba a sus labios. Tomó un gran trago de café y la espió por encima del borde durante un rato.

—¿Qué te hace pensar que no me gustas?

—En principio, tu actitud —le dijo ella y procedió a sentarse estilo yoga frente a él—. Desde el principio te has mostrado muy hostil.

—¿Hostil?

—Molesto, como si la avalancha hubiera sido culpa mía.

—No fue culpa de nadie. Si parezco molesto es porque se supone que debería estar a bordo de un avión rumbo a África —revisó su reloj—, justo en este mismo momento.

—¿África? ¡Qué maravillosas vacaciones!

—No, es más bien trabajo.

—¿Qué es lo que haces? —le preguntó y tomó un trago de café.

—Escribo.

Se dijo que parecía lo más cercano a la verdad, porque escribía el texto de sus fotografías. Alexandra sonreía.

—Un escritor. Eso lo explica.

—¿Explica qué?

Ella lo señaló.

—Esa apariencia desaliñada que tienes.

—¿Desaliñado? ¿Yo voy desaliñado?

—Bueno no exactamente desaliñado, no descuidado, sino... desordenado.

—Desordenado... —de alguna forma a él le pareció que había un cumplido en algún lado si conseguía hurgar lo suficiente.

—Sí, irreverente. Como si no te importara lo que la gente pensase de ti. Un tipo independiente.

—¿Y eso es bueno?

—Me gusta —dijo Alex y se encogió de hombros.

—¿Sí, por qué?

—Oh, no lo sé. La mayoría de los hombres se aprovecharían de una situación como ésta. Tratarían de impresionarme y todo eso.

—¿Los hombres hacen eso contigo?

—Constantemente.

—¿Muchos hombres?

Alex entornó los ojos. Él se estaba adentrando en el territorio de los rumores y ella no estaba segura de si le gustaba la dirección que tomaba la conversación...

—Suficientes.

—¿Cuántos es «suficiente»? —preguntó Niall. A su vez, se preguntó a sí mismo por qué insistía en ese asunto cuando él ya sabía más de eso de lo que le hubiera gustado saber.

—¿Es que no lees los periódicos? ¡Miles!

Ella estaba irritada y eso era bueno, o al menos eso le pareció a Niall.

—Yo nunca he conocido a nadie que haya tenido miles de amantes.

—Yo conozco a cientos.

—Cientos y miles. Vaya, vaya, señorita Beck, has andado por ahí ¿no?

—Algo.

—Y me pregunto qué es lo que se siente —le preguntó de forma casi retórica.

Alex ya había tenido suficiente. Se levantó y echó las últimas gotas de su café al fuego. El líquido siseó al hacer contacto con las llamas, casi tanto como su temperamento ante esa ridícula conversación. Él era como todos los demás, interesado únicamente por lo exterior y no por la personalidad. Bueno ¿y qué habría esperado?

Niña Rica - Niall Horan.Where stories live. Discover now