[SIETE]

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Alex se puso su suéter y quedó acostada sobre el colchón. Niall descansaba junto a ella, apoyado en un codo. Ella se acurrucó contra él, se extendió y con ternura le rascó el vello del pecho.

Le sonreía pero él no le devolvió la sonrisa. De hecho, parecía bastante desolado. El le había hecho el amor a ella, no con ella. Ella se sentía contenta y saciada, pero incompleta. Quería corresponderle, complacerlo tanto como él la había complacido. Pero cuando trató de hacerlo, él la detuvo en seco.

—¿Niall?

—¿Sí?

—¿Por qué te detuviste?

Él no respondió.

—¿No quieres hacer el amor conmigo?

—Lo deseo mucho.

—¿Entonces por qué... no terminaste?

Él le quitó un mechón de cabello rojizo de la frente.

—Porque hay algunas otras cosas que considerar...

—¿Cómo qué?

—Como la protección. No tengo ninguna.

Alex cambió de posición.

—Yo ni siquiera pensé en eso.

Alex se preguntó qué pensaría él en realidad sobre el tipo de vida que había llevado y si merecería la pena contárselo. Su viejo dilema pesaba como una tonelada de ladrillos y, de todas maneras él no creería nada de lo que ella le dijera.

Alex se alejó. Niall la alcanzó y tomó su barbilla entre las manos, obligándola a mirarlo.

—Podías quedarte embarazada —afirmó mirándola fijamente.

—¿Embarazada? —repitió.

Quizá el tono de su voz fuera infantil, pero las palabras conjuraban un hermoso cuadro en la mente de Niall: Alex, acurrucada contra sí justo como en ese momento, con un bebé, su bebé, mamando de sus hermosos senos. Un dolor agridulce retorció sus entrañas ante ese pensamiento imposible y lo apartó.

—Creo que eso era inconveniente. —Aja, creo que lo sería.

Se alejó de él. La distancia era mínima pero significativa. La risa de Alex tenía un sonido artificial.

—¡Qué bien que se le ocurriera a uno de los dos! Si lo hubieras dejado a mi cargo, probablemente ahora estaría rodando por el suelo, haciendo el amor de forma insensata, loca y apasionada...

—Alex, yo no quise insultarte. Quería hacerte feliz y creo que lo hice.

Ella se estiró y le acarició la mejilla.

—¡Oh, Niall! Lo hiciste, lo hiciste. Lo que pasa es que yo quería hacer lo mismo por ti.

Niall colocó su mano sobre la suya y cerró los ojos. Su cuerpo todavía estaba incendiado y él estaba tenso, duro y sumamente excitado por estar cerca de ella, por escuchar la melodía de su voz, por respirar su aroma.

—No quiero hacer nada que te lastime, Alex.
Ella sonrió, con una sonrisa lenta y muy femenina.

—No puedo imaginarte haciendo algo por estilo.

—Ahora te sientes de esa forma, pero una vez que estemos fuera de aquí, quizá cambies de opinión.

«Una vez que sepas quién soy yo y lo que he hecho», añadió para sus adentros.

—No será así —le dijo con convicción.

Niall se levantó porque tenía que hacerlo. Si continuaba escuchando su lógica imperfecta, estarían de nuevo el uno en los brazos del otro, besándose, tocándose y haciendo el amor. Él tenía que ser quien guardara la apropiada perspectiva. Él era el que conocía la historia completa. Ella era la inocente. Si se aprovechaba de esa situación, ella nunca se lo perdonaría y él no podría culparla.
Cuando estuvieran de vuelta en el mundo real, él le diría la verdad, le contaría que no tenía intenciones de vender las fotos, le diría que la deseaba mucho más que para una noche solitaria en una cabaña fría y aislada en los bosques. Entonces ella sería libre para decidir si eso era lo que deseaba de alguien como él... un periodista, el tipo exacto de gente que ella había llegado a despreciar.

Niña Rica - Niall Horan.Where stories live. Discover now