Lección n° 12: nunca habrá dos iguales

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Cuando su amo regresó del Salón. La observó por unos segundos, al ver que se encontraba de rodillas y con la mirada caida, esperandola impacientemente.

Jennifer al ver que su amo no decía nada levantó un poco la mirada, y una estremecedora sensación golpeó su vientre, provocando que apretara sus puños con fuerza, al ver los objetos que sostenían sus puños.
Bajando la mirada de inmediato.

Su amo se percató de ello y, acto seguido dejó los objetos en la cama de su derecha, rodeando a Jennifer y abriendo un cajón de su cuarto. Sabía que su amo se había dado cuenta de que le había mirado, y esperaba nerviosa su castigo.
- Desnudate - , la orden de su amo retumbó por toda la habitación, fuerte, grave, y directa. Rompiendo ese silencio, que llevaba matando a Jennifer desde hace rato.

Ella acató la orden, poniéndose en pie, y empezando a desnudarse de espaldas a su amo.
Cuando hubo acabado, se arrodilló de nuevo poniéndose en la misma posición de antes.
De pronto sitió como le acariciaban la espalda con un frío, pero delgado objeto, para luego levantarlo deprisa y golpear su espalda con fuerza repetidas veces. Cada uno más fuerte que el anterior, su amo le había prohibido reprimir los gemidos, así que cada uno sonó más alto y prolongado. Al menos pudo contar cinco latigazos.

- Jennifer , ¿porque te he castigado? -, dijo su amo mientras ella recobraba el aliento, de rodillas con las manos apolladas en el suelo.
- Por qué le he...., mirado sin permiso amo, lo siento solo tenía curiosidad por lo que traía -, escuchó como su amo dejaba la fusta de nuevo en el cajón, y se situaba en cuclillas delante suya.
- Si tanta curiosidad tienes te lo enseñare -, su amo se levantó y ofreciéndole una mano, la ayudó a subir.
Tras un largo rato, de estar completamente estática y cabizbaja, Shara acabó de atar a Jennifer con un elaborado, pero simple nudo que recorría desde su cuello, a modo de soga.
Bajando hasta su pechos, definiendolos a la vez que rodeaba su cuerpo, y finalizando en dos cuerdas que bajaban por su zona, frotando el clítoris por los laterales, y subiendo por el interior de su parte trasera, hasta dar con la cuerda de los pechos.

- Mm, te quedó mejor de lo que imaginaba -, su amo la observaba de cerca, mientras se iba situando lentamente detrás de ella.
- Como se siente -, dijo al mismo tiempo que tiraba fuerte de la cuerda, que salía del Interior de su parte trasera. Provocando que un leve gemido saliera, al notar como las cuerdas que rozaban su clítoris, lo hacían con más fuerza.

- Se siente...aah, bien amo-.
- Me alegro -, su amo dejó de tirar de la cuerda, para cojer los objetos que quedaban en la cama.
Unas pinzas para los pezones, que estaban unidas por una cadena, dos vibradores, uno a control remoto y otro por botón, más el collar con su correa.
Una vez tuvo los vibradores y el collar puestos, su amo la entregó un abrigo que le llegaba por las rodillas, - y ahora, que tal si salimos a dar una vuelta -.

Una vida de sumisa a tu lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora