VEINTIDÓS

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(Cristopher)

—Él no ha despertado.

Palabras simples, pero que nunca espere oír.

—¿A que se refiere doctor? —pregunto nervioso y mis manos tiemblan.

—La cirugía acabó hace tres horas y el efecto de la anestesia debió haber desaparecido hace una hora, y no ha pasado —se ajusta los anteojos—. Ha habido casos de este tipo, no se nos hace tan extraño como quisiera decir. Lo más seguro es que haya... que él mismo se haya inducido al coma.

—No... —no puede estar hablando en serio.

—Doctor. ¿Cómo se encuentra mi niño? —la veo llegar a nuestro lado, pero no hago más que pensar en lo que acaba de decir el doctor.

—Acompáñeme —la invita a pasar dentro de la habitación donde está Hiro—. Tengo que hablar con usted.

Ella asiente y antes de seguirlo se acerca a mí dejando un beso en mi frente, asegurándome que todo estará bien.

—Mierda, yo también quería entrar —se queja Akira mordiéndose el labio.

—Quizás después nos dejen, quédate tranquilo —le dice Sakura poniendo su mano sobre su hombro, él no responde y solo vuelve a lo de antes: caminar de un lado a otro mordiéndose las uñas.

Taka me acompaña a tomar asiento sin soltar mi mano, dándome apoyo aun sin hablar. Las chicas por primera vez se encuentran hablando bajo y no haciendo bromas cada dos segundos. Y yo, por mi parte, solo miro al suelo pensando en qué pasará de ahora en adelante.

Escucho fuertes pasos resonando en el pasillo y antes de poder mirar quién es un golpe se estrella en mi cabeza haciéndome caer, de forma inevitable, de cara al suelo. Me siento para ver quién fue el maldito que me golpeo y cubro de paso mi nariz al sentir como algo tibio comienza a bajar.

—T-tú... ¿Qué haces aquí? —pregunto sorprendido poniéndome de pie con ayuda de Taka.

—¿Quién te crees que eres para venir y hacer esto? —pregunta mi novio poniendo su mano, cubierta con su suéter, en mi nariz.

—El mejor amigo de Hiro —se señala con el pulgar—. Me preocupo por él, por eso estoy aquí.

—Uy sí, se nota demasiado —digo irónico—. ¿Tengo que recordarte que siempre eres el origen de sus problemas?

—Ajá sí, dime una vez que haya sido así.

—Cuando llevaste la motocicleta a la escuela, por ejemplo —enumero con mis dedos—. Cuand-

—¡No es cierto! —alza la voz interrumpiéndome—. Y esa vez no tuvo problemas.

—Lo echaron del instituto.

Él sonríe y se encoge de hombros tratando de provocarme, cosa que obviamente logra, porque de manera inmediata me entran unas ganas de ahorcarlo se apoderan de mí, pero me veo obligado a reprimirlas cuando la puerta se abre.

—Kyle, cariño. ¿Qué haces aquí? —pregunta con una sonrisa—. ¿Cómo has estado?

—Estoy bien —ríe rascándose la nuca—. Quería darle una sorpresa a Hiro, pero me encontré con esta situación.

—Ya sabes cómo es ese niño —suspira mi tía con un aire de tristeza.

—¿Puedo entrar a verlo? —pregunta el tonto Kyle.

—Claro, ustedes también pueden —nos mira—. Pero solo será un rato, la hora de visita ya acabará... ¿qué le paso a tu nariz niño?

Ignoro al doctor y aprieto la mano de Taka y me adelanto pasando primero dentro del cuarto. Dentro veo a Hiro recostado sobre una camilla con una aguja en su muñeca izquierda por donde se movía el suero, una máquina de respiración artificial y el monitor cardiaco. Me acerco tomando su mano libre sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas.

Sólo es un juego... ¿verdad? © | SeujDonde viven las historias. Descúbrelo ahora