CUATRO

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(Akira)

Me despedí de Hiro y corrí dentro de casa, sintiendo una extraña felicidad naciendo dentro de mí, expandiéndose por todo mi cuerpo. Me quito los zapatos y saludo a la nada, papá pasa más tiempo trabajando que en casa y mamá por el contrario siempre sale con sus amigas. Ser hijo único y no tener amigos viviendo cerca ha sido una molestia desde que soy pequeño.

Subo a mi cuarto tirando la mochila en alguna parte de la escalera y me lanzo de cara sobre la cama abrazando una almohada empezando a divagar en mis pentamientos. Pienso en todas las nuevas cosa que han pasado.

Ayer llegó un nuevo alumno, quien por azares del destino tendría que ser alguien cercano a mí. Aún en contra de mis deseos iniciales decidí que lo mejor sería llevarnos bien, no es que sea difícil. Y teniendo en cuenta que estaremos el resto del año compartiendo salón es lo mejor para todos; además, luego de cruzar un par de palabras con él me pareció más amable de lo que pensaba.

Resulta que nuestros padres son jefe y empleado y que además fueron ellos quienes pidieron que nos llevemos bien, no sé con qué fin, no sé si fue real o solo para no quedar mal, no sé nada. Pero de una u otra forma tengo que llevarme bien con él.

Y hace menos de una hora, mientras esperaba por él en la entrada de la escuela para volver juntos a casa, una extraña sensación de molestia me invadió, y sin detenerme a pensar en nada corrí hacia donde pensé que estaría Hiro y lo peor es que acerté. Cuando entré al salón los encontré a ambos besándose, el profesor parecía no querer separarse de mi «amigo» pero él si parecía incómodo. Eso es lo quiero pensar.

Después de eso no estoy muy seguro de qué pasó, fue todo muy rápido. Un intercambio de palabras, él corriendo fuera del salón y Hiro mirando todo desde su lugar.

¿Y luego qué? Ah, cierto, antes de poder despedirnos como corresponde lo besé.

Lo besé y corrí. Como el cobarde que soy. O quizás solo fue por vergüenza.

—«Siento que todas las cosas nuevas que me han pasado son por él».

Había pasado por alto eso antes y es que tanto pensar en él me hizo no tomar atención a nada a mi alrededor.

Es que lo besé.

Que no es de menos, incluso si sólo fue un roce –nada comparado a como el profesor le devoró la boca–, fue un beso a fin de cuentas. Algo que nunca había hecho con nadie, ni con mis exnovias.

No termino de entender porqué pasó eso por mi cabeza. Besarlo ¿en serio? Tampoco entiendo los sentimientos tan confusos que se arremolinan en mi pecho. Cuando vi al profesor besar de forma tan hambrienta a Hiro sentí la furia invadirme rápidamente, y ahora, cuando lo besé sentí demsaida felicidad abordando mi cuerpo, además de un sentimiento desconocido.

—«¿Es porque me atrae?» —me pregunto abrazando la almohada y girando sobre mi cama como una quinceañera.

Giro más de la cuenta y caigo al suelo alcanzando a proteger mi rostro con la almohada.

Si es verdad que me gusta, eso explicaría porqué me sentí así cuando los ví besarse en el salón, pero no tiene sentido. Nada de sentido. Lo conozco de dos día.

Detesto estos pensamientos tan perturbadores. Pero me conozco, y sé que aunque mis pensamientos y sentimientos estén alocados como los de una quinceañera conociendo a un chico por primera vez, no es amor lo que siento, claro que no; tampoco me gusta. Sólo me atrae.

Sólo es un juego... ¿verdad? © | SeujDonde viven las historias. Descúbrelo ahora