Capítulo Nueve

599 71 17
                                    

"Nunca más volveremos a estar solos de nuevo. Nos tenemos el uno al otro y nada podrá cambiar eso"

1892
Narra Cole

Se aproxima el cumpleaños de Gilbert y me gustaría darle una sorpresa. He estado pensando en dibujar algo para él, con un significado que sólo nosotros dos entendamos. Con el paso del tiempo, hemos desarrollado nuestro propio código, hacemos muchas cosas de manera "discreta" y realmente pienso que eso es algo muy especial.

Hay muchas cosas que me recuerdan a él; el olor a lavanda, los panecillos de canela, el cielo inundado de estrellas... aunque si lo pienso un poco, cualquier cosa me recuerda a él, desde una flor hasta una pequeña hormiga. Supongo que son los efectos de estar enamorado. Quién diría que algún día iba a ser capaz de sentir esto por alguien. Gilbert ha logrado mover mi corazón y hacerme sentir querido.

A veces me encuentro mal. Muy mal. No quiero recargar mis problemas sobre Gilbert, sé que cuento con él y confiamos el uno al otro, pero cuando estamos juntos, procuro que sólo sea eso, nosotros dos y nada más. Entrar en nuestro propio mundo y olvidar el resto por un rato. En mi casa estoy rodeado de gritos y malos tratos. En la escuela con un poco de suerte paso desapercibido, pero a veces caigo en situaciones que no puedo evitar, me han llegado a empujar, botar mi comida, romper mis cosas, miles de insultos y risas, en esos momentos intento pensar en otra cosa, entonces pienso en él. Pienso en el futuro y en nuestra vida juntos, eso hace que mi corazón se llene por completo, una ilusión que me mantiene vivo y me aleja de lo demás.

Hoy en la escuela ocurrió algo que me dejó con los nervios de punta. Y sí, de nuevo tiene que ver con Gordon. Al parecer no se cansa de arruinarme los días, soy su centro de diversión. Lo peor es que sabe hacerlo. Sabe cómo molestarme, sabe perfectamente qué cosas hacen que me hierva la sangre casi al punto de explotar. Pero me contengo, el miedo me detiene.

Lo que pasó fue que mientras estábamos en tiempo de receso, luego de una clase aburrida de matemáticas, salí a sentarme en un pequeño tronco caído, parecía un día con clima agradable. Terminaba de comer una manzana cuando noté que dicho individuo me miraba desde lejos de manera sospechosa. Pensé que se acercaría en cualquier momento, pero no lo hizo. Simplemente me observaba con una expresión de disgusto, lo usual. Comencé a divagar y preguntarme a mi mismo qué podría estar ocurriendo, probablemente planeaba algo para más tarde, así que empecé a prepararme mentalmente por si debía huir ahora a la hora de salida, no le di muchas vueltas al asunto. Fingí que no había notado sus ojos puestos en mi por un largo rato y me metí de vuelta al pequeño salón de clases.

Pasaron un par de horas y finalmente me marcharía. Recogí todo rápidamente, fui por mis cosas y salí en cuanto antes. Ni siquiera alcancé a despedirme de algún compañero. Sólo pensaba en llegar pronto a casa. Pasaron unos minutos en silencio, empecé a escuchar risas y no me molesté en voltear. Ya sabía quiénes eran, este sendero era algo solitario, pero varios solíamos pasar por aquí, entre ellos Gordon.

Por supuesto que siempre venía con sus otros dos amigos detrás de él, como si no pudiera despegarse de ellos. Eso me intimidaba, no voy a negarlo, tienen mucha más ventaja que yo. Apresuré mi paso, estaba completamente seguro de que querían hacerme algo malo, caminé a todo lo que di, daba pasos largos pero aún así sentía que estos chicos iban cada vez más cerca, mi respiración comenzaba a acortarse y sentía mis piernas arder, ya no podía más. Me detuve en un árbol y recuperé un poco el aliento. Desearía no haberlo hecho.

—Hola, pequeña abejita —escuché, apenas pude reaccionar y cuando me di cuenta, Gordon me tenía sujeto del cuello de la camisa, sus amigos se quedaron atrás vigilando que no viniera alguien. Se acercó a mi oído y susurró:

"Sé tu secreto, sé que andas haciendo porquerías con aquel chico, el mismo que te defendió aquel día. Sabía que no era normal y ahora pagarás por eso"

El terror se apoderó de mi cuerpo.

Cerré los ojos y sentí un impacto en mi cara, caí al suelo y me golpeó en el rostro repetidas veces. Sentía sus golpes por todo mi cuerpo, podía saborear la sangre, sin diferenciar si venía de mi nariz o salía de mi boca, a este punto dejé de escuchar sonido alguno, sólo podía percibir un largo y molesto pitido.

No tenía noción del tiempo, los segundos se sintieron como horas y no me percaté de cuando todo se detuvo. Sólo sabía que el sol se había ocultado y yo seguía tirado en el suelo, sucio y sin ganas de levantarme, pero lo hice. Debía hacerlo en algún momento y me dispuse a seguir caminando hasta mi casa.

No quedaba mucho recorrido, tal vez unos 15 minutos que se convirtieron en 30, debido a que me dolían los huesos, me seguían temblando las manos, sumando el frío de la noche. Caminé y caminé. Pensé mucho en ese tiempo y decidí darle fin a todo.

Acabaré con él. Esa fue mi conclusión.

Mi primer amor // Gilbert x Cole Where stories live. Discover now