CAPÍTULO 14

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Con una hermosa vista al espléndido mar Egeo de aguas cristalinas, la mansión de diez millones de euros se erigía sobre un privilegiado panorama. Construida con un contemporáneo y sofisticado, nueve habitaciones, siete cuartos de baño, piscina infinita, jardín, y acceso directo a la playa semiprivada, la propiedad de Dimitri era el sueño de cualquier persona que quisiera sentirse lejos del mundanal ruido y más cerca de la naturaleza desde una perspectiva por completo privada y lujosa. Incluso contaba, entre esos nueve mil metros cuadrados de construcción, con un elevador que llevaba a sus huéspedes a cualquiera de los tres niveles de la propiedad, incluida la bodega de vinos de colección de Dimitri en el sótano.

—Este lugar es un sueño —dijo Sienna con asombro desde el piso de la terraza en la que había un jacuzzi, una sala de masajes, y sillones de playa para contemplar el mar.

—Me alegro de que te guste —comentó Dimitri abrazándola de la cintura. Estaban contra el barandal de vidrio templado que rodeaba la terraza—. Esta es mi tierra, el sitio al que escapo cuando me agobia el mundo.

—Es decir que vienes seguido, ¿verdad? —preguntó ella riéndose.

—Qué graciosa, señorita Farbelle. —Dimitri le mordió el cuello con suavidad. A medida que transcurrían los días, la situación con Sienna le parecía menos falsa de su parte. Procuraba distanciarse de las emociones que lo abrumaban, y no era difícil cuando había un recordatorio sobre sus planes financieros en el horizonte, así como la posibilidad de librarse del pasado para siempre—. Pero no, no vengo tan seguido como me gustaría.

Los rayos de sol cubrían el cielo, entremezclados con la baja temperatura que no llegaba a bajar de los doce grados Celsius a esa hora de la tarde. Ella no recordaba un sitio que fuese más envolvente e impregnado de paz como aquel. Parecía hecho a la medida de sus necesidades emocionales de esos momentos.

Acababan de llegar hacía dos horas.

—Tengo que atender algunos asuntos —dijo de pronto apretando los dedos sobre la cintura de Sienna—. Te acompañaré para mostrarte el resto de la casa, y luego puedes deambular a gusto. Siéntete como si este sitio fuese de tu propiedad.

—¿Es eso posible en tus dominios? —preguntó, porque sabía que Miklos controlaba su entorno al milímetro.

Él esbozó una sonrisa oscura.

—Por ti quizá pueda hacer una distinción.

—Ah, vaya —susurró perdida en la mirada azul que la contemplaba con lujuria—, me empiezo a sentir especial.

—Deberías —replicó Dimitri con seriedad. Si le contara cuánta gente había sufrido su furia, y no estaban alrededor para contarlo, entonces entendería cuán especial era ella—. Por cierto, el staff que trabaja conmigo es una familia, y todos son eficientes en sus tareas.

—Imagino entonces que se trata de una familia muy grande —murmuró rodeando el cuello de Miklos con sus manos, y acariciándole la nuca, jugueteando con sus cabellos oscuros como le gustaba hacer.

—Un poco, sí —dijo, consciente de que Arístides estaba alrededor. Sus momentos con Sienna era privados—. Si continúas moviendo esas caderas, nena, vas a tener que pedirle a la gente que nos observa discretamente en la casa que mire hacia otro lado.

Ella amplió su sonrisa.

—¿Es una promesa?

—¿Qué clase de adicta al sexo he creado?

—Quizá ya existía, y solo encontraste que te complemento en la cama muy bien.

Él se echó a reír.

El Placer del Engaño / FINALIZADA / Todos los derechos reservadosWhere stories live. Discover now