Capítulo 33

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Prolongó el beso, empujándome contra un lado de su coche, apretando su cuerpo contra el mío. Al instante envolví mis brazos alrededor de él con fuerza para que no pudiera alejarse de mí.

Su beso era casi desesperado, como si estuviera decidido a compensar al completo las seis semanas sin mí en ese momento. No es que me importara. Yo estaba a favor de recuperar el tiempo perdido, mi cuerpo era fuego en este momento y el único que podía ayudarme a salir de mi estado de frustración era él.

Sin embargo, probablemente no era una una gran idea tener una sesión de exhibicionismo afuera de su bloque de apartamentos. Me había dicho que la Señorita. Teller vivía en su calle. Sería estúpido por mi parte dejarme llevar por mis impulsos, y que terminásemos siendo descubiertos.

Mientras él succionaba mi labio inferior, alejé a regañadientes mi boca de la de él. Pero, obviamente, no estaba contento con eso, porque mientras yo movía la cabeza hacia atrás, él movía la suya hacia adelante y me besó de nuevo. Me reí tontamente contra sus labios y finalmente suspiró y se alejó, haciéndome una mueca de broma.

-Lección numero uno, debes hacer todo lo que un profesor pide, lo que incluye besarme cuando te lo pida. Y nada de estos disparates de alejarse -bromeó, sonriendo burlonamente hacia mí -.

Me reí de nuevo y puse los ojos en blanco.

-Sólo pensé que tal vez deberíamos ir dentro por si alguien nos ve -expliqué, encogiéndome de hombros-.

Presionó su frente contra la mía.

-Supongo, además nosotros realmente, necesitamos hablar -dijo sin aliento, alejándose de mí y agarrando mi mano -.

Sonreí y entrelacé nuestros dedos, dejándolo que me llevara hacia su apartamento.

Se detuvo frente a su puerta y me miró como disculpándose. Se me ocurrió cuál era probablemente la razón de su mirada de disculpa

-Tu casa es un desastre, ¿verdad? -pregunté, tratando de no reírme -.

-En mi defensa, puedo decir que no sabía que ibas a venir -respondió, haciendo una mueca-.

Me acerqué a él y rocé la nariz contra la suya ligeramente.

-Liam, sé que eres un vago – sonreí – de hecho me gusta eso, prueba que eres humano y no un capullo súper sexy como aparentas, todo el mundo tiene defectos y disfrutar viviendo en una pocilga es obviamente el tuyo.

Me sonrió.

-¿Crees que soy súper sexy? -enarcó las cejas -.

Le sonreí ampliamente.

-El maestro más sexy que jamás he visto – le saque la lengua -.

Se rio y abrió la puerta, cogiendo mi mano e invitándome a pasar.

El lugar era justo como lo recordaba, desordenado, y atestado, pero me encantó. Sonreí y me acerqué más a él, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, mirando directamente a sus ojos mientras la felicidad se arremolinaba alrededor de mi cuerpo.

-Me encanta tu apartamento -confesé -.

-Y a mí me encanta que estés en mi apartamento – sonrió -.

Me besó durante un par de segundos, pero luego se apartó de mí, sonriendo un poco tímidamente.

-April, vamos a hablar un poco -Me guio hasta el sofá y se sentó -.

Un ceño preocupado marcaba su frente. Sonreí y asentí, sentándome a su lado y sosteniendo su mano fuertemente. Él jugaba con mis dedos, un poco incómodo.

No sé qué somosDär berättelser lever. Upptäck nu