Capitulo 9: Malos Intentos

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Su mirada temblaba atentamente a cualquier movimiento posible, tal ves era por el miedo que sentía de probablemente asesinar a un sujeto o por lo alcoholizado que está.
El sujeto seguía ajeno totalmente al hecho de que sí daba un paso en falso le costaría un buen daño cerebral y se acercó despreocupadamente dando tres pasos al frente sintiendo que el mundo giraba al ritmo que el marcara, estaba empezando a desear que de una buena vez que Ábelard le asestara un botellazo en la cara pero no lo hacía. Qué estaba esperando? Acaso quería que el diera el primer golpe para el tener la razón frente a las autoridades? no, a Abelard en estos momentos estoy seguro que le vale un comino la policía, será que simplemente estaba decidiendo en su mente entre quijada u ojo izquierdo? su indecisión me hizo darme el tiempo de pensar en que sí Abelard lo golpeara le saldría caro en la cuestión de los seis u ocho tipos que están cerca de el resguardándole, incluso estaba el hecho de que sí no le lograra ñdar con esa borrachera que traía armada el tipo le volará la cabeza de un puñetazo. 
Ambas opciones resultaban demasiado peligrosas para Abelard así que me dispuse a ponerme enfrente de ambos y quitarle el maldito reloj de la muñeca para poder largarnos de una buena vez, para mi mala suerte se me ocurrió demasiado tarde, en medio segundo Abelard giró todo su brazo tomando impulsó desde la barra en la que había tomado la botella y estrelló esta contra la quijada del sujeto, el impacto me sorprendió demasiado pues yo esperaba que la botella se hiciera añicos al contacto, pero lo que pasó es que se escuchó como sí golpearás un tubo metálico contra el suelo, apenas observaba por primera vez la botella, no era una común de cristal frágil, esta era de un tipo de edición especial de la marca hecha de algo parecida a aluminio o semejante al metal,el sujeto calló al suelo con la quijada torcida como en una de esas asquerosas películas de terror, cuando Abelard tiró la botella con desdén y una sonrisa ladina, se escucho un golpe fuerte contra el azulejo y el líquido espumoso se derramo por borbotones, así que la cerveza estaba casi completamente llena.
La situación se tornó a nuestro favor por fin cuando Laura llegó y nos saco de ahí con la técnica estúpida pero eficaz de usarse como escudo humano puesto que tal ves les quede un poco de hombría a alguno de ellos, por otro lado Abelard y yo la habíamos perdido toda primero besándonos y ahora protegiéndonos con una dama,
Yo tenía el corazón apunto de estallar y francamente me sentía muy mal por ver a Abelard en este estado, mientras él por su parte parecía disfrutar el momento al máximo aferrado a mi cintura para sostenerse mientras yo seguía de la mano a Laura quien estaba en su papel de súper heroína y nos jalaba a toda velocidad hacia su automóvil aparcado despectivamente en la plena entrada de la pulquería. 
Lanzé a Abelard a la parte trasera del auto empleando toda mi fuerza pues podía parecer un hombre delgado pero sus músculos le daban una buena cantidad de peso y en una pequeña y momentánea venganza le di una sonora nalgada, este la tomó como una insinuación sexual y me la contestó con un ridículo "Raaarrghh", le cerré la puerta en la cara y me subí al asiento del copiloto mientras lo primero que notaba era la mirada asesina de Laura que me pareció algo cómica e intimidatoria.
-Este es el dichoso Ábelard?- preguntó cuando estábamos ya lo suficientemente lejos del peligro y le dió otro vistazo mientras estábamos detenidos por la inoportuna luz roja del semáforo -Creo que exageraste un poco, no está tan bueno. -
Típico a Laura nada le parece suficiente.
-Ya lo quisieras una noche. - Contesté con mi sonrisa fingida.
-Con un semestre cursado en Australia, los europeos dejaron de impresionarme- me dijo con una expresión ladina, hace dos meses Laura había regresado de Sydney y me había contado que se acostó con todo el continente, no se sorprendan porque al menos para mi se quedó corta.
-Me da igual, es exactamente lo mismo, ojos azules, cabello rubio, tez blanca, No encuentro la diferencia.- Le dije con aire de a ver ganado la discución.
-Hay tu no sabes, Son como unas fieras, si sabes a lo que me refiero. -
Puse los ojos en blanco, le dije donde estaba el hotel a donde debíamos llegar y me pase al asiento de atrás para arreglar un poco a Abelard que estaba sumido en un profundo sueño, lo acomodé en el asiento y le quité la chamarra que estaba llena de una bebida que no pude identificar aunque era igual de fuerte y penetrante que su aliento.
Le abroché la camisa y arreglé un poco el cabello, saque todas las cosas de valor que tenía y las guarde bien por sí acaso las perdía o algo así, le di un pequeño beso en los labios y regresé a la realidad de la que Laura me había sacado con sus bromas, la realidad de que Abelard había recaído y de que estábamos metidos en un grave problema, mi cabeza se empezó a imaginar todo lo que seguía y deberíamos enfrentar mientras estaba recostado en sus piernas y el dejaba caer la cabeza en la puerta del lado del que estaba sentado, me plantee el hecho de sí en verdad valía la pena pelear esto juntos si a final de cuentas el se iba a largar en un mes junto con mi espíritu.
Descarté de inmediato la opción de abandonarle pues aunque sé que esto no durará y tal ves Abelard no lo valore, no podría dejarlo así pues en parte era mi culpa que estuviera en ese estado, no puedo huir ahora o estaré huyendo toda mi vida, afrontaré mis acciones y pondré una solución aún con la posibilidad de que sus problemas no giren totalmente en torno a mí, yo me estaba mirando como la razón de existir de Abelard pero lo más probable era que él pasaría por esto con o sin mi, encontraría a otro hombre y pasaría esta crisis, yo no era tan importante como para causar todos sus problemas, yo era totalmente dispensable.

Un partido másWhere stories live. Discover now