Capítulo 8: Una verdad descubierta

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(Kageyama)

Con la ausencia de mi padre, yo quede a cargo de todas las labores de la casa, ya que, mi madre apenas si salía del sillón solo para ir a trabajar. Kunimi y Kindaichi me apoyaban al máximo con todo, ayudándome a estudiar, viniendo a visitarme los fines de semana, y acompañándome a hacer las compras al minimercado si tenia muchas cosas que comprar.

Mis sempais y el entrenador, también estaban apoyándome, haciéndome olvidarme de todo en las prácticas, y gracias a ello, no eh vuelto a fallar ninguno de mis lanzamientos. Mis kohais de primero también son muy amables, al charlar conmigo y hacerme compañía, cuando Kunimi y Kindaichi no están cerca.

Dentro de todo, mis notas de la escuela se están manteniendo. Inglés y matemáticas siguen siendo un poco difíciles para mí, pero Kunimi es un gran maestro.

Mi mayor preocupación es mi madre y su depresión. Se la pasa todo el tiempo que no está en el trabajo, acostada en el sofá, con una manta encima y los ojos sin brillo. No me habla, y casi ni me mira... la primera vez no había sabido como animarla, porque no pasábamos tiempo juntos, pero ahora... eh pasado tiempo con ella, y sigo sin saber qué hacer para ayudarla. Es frustrante.

Ya han pasado tres meses desde la muerte de mi papá, y ver sus cosas por toda la casa, me pone de los nervios... verlo morir una vez había sido malo, verlo dos veces... ¡Es mucho peor!

Pero hoy es sábado, y planeo guardar en el sótano las cosas de mi papá... quizás eso le haga un poco de bien a mamá...

-Mamá. -Me acerque a ella. -Quiero... ¿Te importaría...? ¿Podría mover las cosas de papá al sótano? Creo que nos haría bien, alejarnos un poco de su recuerdo... -

Ella me miro, o pareció mirarme por unos segundos al menos.

-Haz lo que quieras. -En estos tres meses, son las primeras palabras que escucho de su boca, dirigidas a mí.

Asentí, y subí las escaleras. Ya había sacado cajas vacías del sótano, así que, las tome, y entre al cuarto de mis padres.

Extrañamente, toda la ropa de mi padre, estaba acumulada en una parte del ropero. La doble y la metí dentro de una de las cajas. Luego fui al librero, que hay en la habitación. Mi padre no solía leer mucho, pero tenía un montón de libros de su trabajo. Mi mamá, en cambio, solo tenia porta retratos con fotos de mi hermana y mías.

Meter todos los libros en una caja fue fácil, así que, me acerque al escritorio, y busque cosas suyas, sin encontrar nada. Revise el baño, encontrando un perfume suyo, que guarde en una caja, pues a mí, personalmente, no me gustaba su aroma, y mire la habitación, verificando que nada me hubiera faltado.

Saque las dos cajas llenas al corredor, y estaba por cerrar la puerta, cuando el aparador al lado de la cama me llamo la atención. Mi padre y mi madre tienen una mesita de luz para cada uno, y no había revisado la de mi papá.

Sobre el mueble, había un portarretrato donde estábamos Miwa y yo juntos, algo que no era necesario quitar. Abrí el primer cajón, y encontré, un cuaderno con presupuestos, que supongo, son del departamento de Miwa. Lo saqué, y abrí el segundo cajón, que también era el último, y vi otro cuaderno, de color negro. No imaginaba, en lo más mínimo, de lo que me enteraría con él.

"Septiembre 16:

Realmente estoy muy feliz por el desempeño de Tobio en su escuela, es muy diferente a como le iba en la primaria. Incluso tiene amigos, y le va muy bien en su club.

Tara también está muy contenta, ya no regaña a nuestro hijo, sino que lo alienta y ayuda. Cada mañana, antes de que se levante Tobio, ella me cuenta sobre todo lo que habla con él, y como se ve tan diferente... me alegra que al fin puedan llevarse bien, y tengan una relación tan estrecha entre madre e hijo.

Deseo concedido, pasado reconstruidoWhere stories live. Discover now