Los pasos apresurados de un ninja de la arena rompe el momento que tenían y entra sin avisar a aquel invernadero.
— Lamento entra sin avisar — dice de inmediato al darse cuenta que ambos ninjas le miran con molestia. — Akiira Sama — dice inclinando su cabeza con respeto — Llegó un mensaje de la aldea de la hoja.
Akiira mira a Kakashi y asiente para vaya — Tengo que hacer el antídoto para Kankuro, puede que no esté en riego mayor, pero aún así no podemos perder tiempo.
— Te avisaré que quiere el Hokage — Akiira Asiente y se da la vuelta intentando concentrase en su trabajo. Kakashi se queda unos segundos mirando a la joven y después sigue al ninja que lo espera en la puerta.
Akiira una vez sola. Cierra los ojos y suspira manteniendo la calma — Tu puedes Akiira, no es tan difícil.
— Temari Sama me mandó para ayudar en lo que pueda — dice un hombre en el umbral de la puerta.
Akiira examina el lugar y se quita sus guantes azules.
— Nunca imaginé encontrar tanta cantidad de plantas medicinales en la aldea de la arena. — dice ella con una sonrisa y atando su cabello con un listón azul celeste.
— Eso intentamos, nuestra tierra no es muy fértil — dice él mientras corta las hojas pequeñas de una rama que cuelga cerca de él — Casi no tenemos coclearia, por ejemplo.
— Con está será suficiente — dice Akiira mientras muele la planta y se queda pensativa un momento — Esperemos tres dosis sean suficientes.
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Los tres ninjas al rededor de la mesa miran atentos el pergaminos y se miran entre si un par de veces. El hombre coloca con un gotero un poco del veneno que Sakura extrajo y asiente con la cabeza para que Akiira también coloque el antídoto que ellos esperan y si funcione.
Akiira suspira y muerde su labio inferior con ansias, deja caer una gota en el pergamino y sin que ninguno de los tres despegue la vista observan como el veneno se evaporiza en cuanto el líquidos amarillento lo toca. Los tres se miran emocionados y con una sonrisa.
— No lo puedo creer, lo logramos — dice uno de los hombres en la sala.
— Funcionó — dice Akiira con una sonrisa tierna y suelta una pequeña risa encantadora que deja embobados a los ninjas — Díganles a los demás que el antídoto está listo.
Akiira suspira, limpia el sudor de su frente, toma el antídoto en sus manos y sale del invernadero. En el camino una muchacha de cabello castaño se detiene de golpe y la mira unos segundos con sus ojos rojos e irritados.
— Akiira-sama — dice por fin con la voz apagada — Soy yo, Matsuri ¿Me recuerda?
Akiira asiente y sonríe con pena — Claro que sí Matsuri, vaya que has crecido.
