— No no lo sabe. Recién nos encontramos y se suponía que saldríamos el fin de semana para hablar. Así que calmate, no pasará nada malo si actuamos bien. Tal vez se moleste conmigo por "mentirle". —hice comillas con los dedos.

Si mal no recuerdo, me llamó mal amigo por haberle dicho que era soltero y sin compromiso el otro día. Y ahora resulta que soy su próximo cuñado. Ah... Malditas casualidades. Son lo peor. Sentí claramente como Jimin apretaba mi pecho o más bien la tela del suéter con sus manos y su respiración se volvió más pesada. 

— Bi... Bien... —balbuceó, su voz sonó débil y dolorida.

— ¿Estás bien? —me preocupe de inmediato. No se escuchaba nada bien. De pronto sentí su aroma. Había algo de angustia. 

— No... —respiró entrecortado. — No me gustan los lugares pequeños, me dan claustrofobia. —susurró. Pequeño y tierno idiota. 

— ¿Cómo se te ocurre meternos aquí entonces? —le regañe. 

Intente girar nuestras posiciones, ya que yo estaba contra la pared y él cubría la puerta, pero el lugar era realmente tan pequeño con los abrigos y demás cosas que dificultaba el movimiento. Jimin comenzó a hiperventilar. Busqué rápido la perilla de la puerta para abrir en cuanto estuve del otro lado. Abrí de golpe y al salir atropelle a alguien. Para mi pequeña suerte, era ChanYeol. En su cara se dibujaron mil expresiones de horror, indignación y hastío. Me paré derecho, acomodando el suéter que había quedado arrugado y torcido, miré a Jimin quien estaba sudando, tratando de darse aire con su mano, jadeaba, sus mejillas y labios estaba rojos, casi desmayándose del ahogamiento. Joder, parecía que acababa de foll.... Oh diablos... 

— Arriba hay cuartos, par de indecentes. —habló fastidiado. Uno de sus hijos se asomó por la puerta también.

— Papi, ¿qué tiene el tío, Minnie? —preguntó inocente.

— Nada, vamos a cenar con tus abuelos. —le dijo, tomándolo por los hombros y empujándolo hacia no sé donde.

Genial, ahora seguro me detestaría por esto también. Giré la vista y fui a ayudar a Jimin a salir de ahí. Comencé a soplarle algo de aire. Abanicándolo con alguna revista que estaba en un buró cercano. Poco a poco su respiración se fue nivelando hasta que pareció mejorar. 

— ¿Mejor? —indague. 

— Si, un poco... Gracias. —habló con algo de dificultad. 

Le ayudé a caminar hacia la cocina con sus indicaciones, ya que yo no conocía la casa. Allí estaba su madre y Baekhyun platicando, un par de enanos comían uvas verdes. En cuanto mi suegra vio caminar lento a su hijo se preocupó. 

— Cariño, ¿te sientes mal? —le preguntó.

— Estoy bien mamá. Sólo, fue un mareo. —dijo astuto. 

— Oh, claro, comprendo. —dijo, guiñándole un ojo. — Te haré un té para que descanses bien después de la cena. —indicó.

Ayudé a Jimin a llegar hasta el fregadero y abrí el grifo para lavar nuestras manos. Tomé algo de jabón líquido y lavé las suyas con las mías. Estaba tras de él, en una situación cómodamente incómoda. Podía percibir lo rico que olía su cabello, su nuca y su cuello. Era ligero, pero tan hechizante que podría quedarme dormido olfateándolo. 

— Que tiernos son. —habló Baek. Aclaré mi garganta algo apenado y me alejé un poco. 

— Gracias. —volvió a susurrar mi chico apple-pay, con una tímida sonrisa.

— No hay de qué.

....

Minutos más tarde ya estábamos en el comedor. Y para qué mentir, tenía exactamente dos pares de ojos sobre mi desde el momento en que me senté a la mesa. Por un lado, mi suegrito, por el otro ChanYeol. Mi suegra sirvió un increíble lomo al horno que se veía tan espectacular como esos que hacían en los programas de televisión. Tras dar las gracias y repartir, dio inicio a la batalla campal.

Gigolo De Omegas || Yoonmin 🐾 Where stories live. Discover now