Capítulo 1

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Londres, 28 de septiembre de 2007.

El cielo estaba de color gris, pero no uno opaco, sino más bien uno claro. No parecía que fuese a llover, pero tampoco que el sol fuese a asomarse. Mucho menos había aves surcando el cielo: todas se encontraban en los árboles o en las cornisas de las casas y edificios. Ver el cielo tan deprimente era motivo suficiente como para no volar.

Las personas, por otro lado, iban y venían de todas las direcciones posibles. La mayoría con sus celulares en la oreja. Todas ocupándose de los asuntos de sus propios mundos ignorando la existencia del resto. No los juzgo, cada uno tiene un universo de problemas encerrados en sus planetas.

Como yo, que a pesar de darme tiempo para contemplar todo, me encontraba tarde para la oficina. Y para poner la cereza al pastel tengo pendiente terminar unos informes legales para hoy. Si no los presento antes de que llegue mi jefe, estoy seguro de que seré hombre muerto, no porque literalmente me mate como asesino en serie, sino por sus mortales llamadas de atención que suele proferirle a todo el mundo sin razón aparente. Y es que el Sr. Tewkesbury se pone de muy mal humor todos los viernes.

Viola me contó que se pone así porque los fines de semana tiene que quedarse en casa con la insoportable Sra. Amanda Tewkesbury, su esposa, de quien no aguanta sus arranques de locura y celos por llegar tarde a casa.

No me imagino lo que es que te celen por llegar tarde del trabajo. Pienso que es una de las ventajas de no estar en una relación. Aunque si soy sincero conmigo mismo, desearía tener una.

Siempre pienso que sería una buena experiencia tener una relación en donde tu pareja te cele, te haga el amor, te mime y te coma a besos. Todo en una sola persona. Incrementaría considerablemente mi experiencia en mi currículum del amor.

Después de caminar por cinco minutos desde el underground, por fin llegué a la oficina. Esta se encuentra cerca del centro de Londres, en un edificio de reciente construcción. Es moderno y de acabados finos. La entrada es muy amplía, las paredes son de mayólica blanca reluciente y el piso es de mármol.

Subí por el elevador hasta el piso 16 y en cuanto salí fui recibido por las letras doradas enchapadas en una blanca pared que anuncian la presencia del bufete de abogados McKenzie y Copper International, una de las firmas con mayor reconocimiento en Inglaterra.

Las secretarias ya se encontraban en sus sitios. Todas ellas vestidas con hermosos trajes de color gris o blanco, bien maquilladas y con el cabello recogido en una delicada cola. Se encontraban o atendiendo las llamadas de los clientes de la firma o escribiendo en sus computadores con una concentración tal que te deja desconcertado en el momento en que posan sus miradas en ti.

La primera vez que llegué aquí, una de ellas, Melody, me recibió con una sonrisa de oreja a oreja. Intuyo que por mi cara de desorientado concluyó que era un novato en su primer día en el estudio. Fue muy amable conmigo: hablaba pausadamente para que la pudiera entender con claridad, dado que el acento británico es complicado de comprender y pese a que estudié en una academia de inglés británico, escucharlo y hablarlo eran cosas distintas. Pero con el tiempo me acostumbré, tanto es así que creo que hasta hablo con acento.

¿Pero qué hago aquí? ¿Cómo es que llegué a la tierra del té y de los pastelitos? Bueno, he de empezar diciendo que desde que era adolescente tenía la esperanza de venir a Londres de turismo. Nunca pensé que viviría en la ciudad por trabajo. Llevo aquí más de tres meses haciendo una pasantía de nueve meses con los socios de mi firma de Perú. Si todo sale bien, la pasantía puede extenderse otros nueve meses más, lo que sin duda significaría un gran avance en mi carrera como abogado. Me gradué de la universidad hace muy poco, pero llevaba practicando en el estudio Corpac desde antes. Como me llevaba muy bien con los asociados y socios y los ayudaba en sus casos, se dieron cuenta de que tenía mucho potencial. Así que decidieron ofrecerme esta pasantía en Inglaterra. Oportunidad que no dudé en desaprovechar. Dije que sí inmediatamente, hice mis maletas en un santiamén, me despedí de mi familia y me mudé a Londres.

Escándalo en Buckingham Palace: Lo peor está por venirWhere stories live. Discover now