Un sueño de amor.

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Martes, 29 de mayo del 2018
10:01 p.m.-11:30 p.m

No recuerdo el porqué estaba ahí, o cuándo llegué. Las luces parpadeaban como una típica película de horror, la música era agresiva y fuerte, las ventanas estaban rotas y la loseta deshecha. La multitud se movía frenéticamente al ritmo de la música, agitando sus disfraces y frotándose unos contra otros. Comencé a buscar caras conocidas, encontrando algunas no lo suficiente conscientes como para acercarme a charlar, el alcohol había hecho de las suyas muy pronto.
Busqué en mis bolsillos mi teléfono celular, pero no estaba, entonces me di cuenta de que yo no iba disfrazada aparentemente. Cargaba con una camisa a cuadros roja y mis botas militares, yo y mis combinaciones raras.
Decidí salir del salón a tomar un poco de aire, el humo comenzaba a calarme en la garganta. Al cruzar la puerta entré en un pasillo con las paredes rayadas y unas chicas vestidas de porristas reían sobre algo. Me acerqué a la ventana para darme cuenta de que me encontraba en el tercer piso de un lugar tremendamente abandonado. Avancé por el pasillo hasta que la música apenas podía percibirse, la luz que se colaba por las ventanas rotas era muy escasa, solo se podía ver gracias al alumbrado público, y no era de muy buena calidad. Comencé a escuchar otro tipo de música, cada vez más fuerte, hasta que llegué a otro salón más alumbrado que el anterior, se podía notar por la luz que iluminaba el piso colándose por debajo de la puerta. Al entrar me percaté de que eran los baños y observando a la multitud, eran los baños de damas, gracias a dios. Había varias chicas, cada una más maquillada que la anterior. Parecía que todos se habían tomado muy enserio la temática de Halloween, aunque la mayoría fuera vestida prácticamente igual. Para mi fortuna, entre todas esas almas encontré a una buena amiga (milagrosamente aún sobria). Reconocí su característico corte de cabello, iba completamente de negro pero no había entendido muy bien su disfraz, hasta que estiró las manos para saludarme y se dejaron ver unas lindas alas de mariposa unidas a su torso y brazos. Perdimos mucho tiempo en el baño, riendo sobre bromas tontas, algunas fumando y otras llorando por algún tipejo. Después de un rato, mi buena amiga me contó sobre una fiesta cercana, algo más privada y con compañía que podría interesarme; salimos de la habitación y nos adentramos en el pasillo vacío, tardamos varios minutos para salir del tétrico edificio, el cual resultó ser una vieja escuela de medicina. Por fuera parecía más aterrador, exceptuando la aparatosa música y las luces que salían por algunas ventanas.
Doblamos la esquina y caminamos exactamente una cuadra, hasta llegar a una casa color ladrillo. Al entrar todo estaba tranquilo, las caras me eran familiares, aun más estando ebrias.
Me adentré más en la oscura habitación, saludé a unas cuantas caras y tomé un poco de soda. Buscaba desesperadamente a la compañía que me habían prometido, hasta que nuestras miradas chocaron y mi corazón se aceleró. Corrí a abrazarlo mientras entendía el porqué mi ropa era tan casual, ambos estábamos vestidos completamente igual. Lo besé y me dijo algo tan carente de sentido que reí fuerte, me tomó de la mano y me llevó afuera mientras todos sus amigos le reclamaban por dejar la fiesta. Nada tenía importancia más que su mano sujetando la mía. Comenzamos a correr por la calle vacía, le pregunté que a dónde íbamos pero no alcancé a escuchar su respuesta; el viento golpeaba mi cara, el calor de su mano abrigaba la mía, nuestras botas hacían ruidos al unísono y la luna brillaba solo para nosotros. Eso fue lo último que recuerdo y lo más bello que he soñado jamás.

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⏰ Last updated: Oct 13, 2020 ⏰

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