Prólogo

1.8K 110 4
                                    


Noche oscura...

Cielo sin estrellas...

Llevábamos juntos siete años y seis años de casados, en donde los primeros fueron los mejores. En donde los detalles eran frecuentes. En donde las miradas cargadas de amor era el pan de cada día. Porque yo lo amaba, y él a mí. Estábamos en la mejor parte, donde la sintonía con el otro se manifestaba con cada risa, con cada mirada, con cada caricia, con cada vez que nos envolvíamos en aquellas sábanas y hacíamos el amor con pasión mientras nos mirábamos a los ojos.

Solíamos sentirnos como un par de adolescentes. Yo con mis mariposas cada vez que lo veía. Él con sus cartas que me escribía. No sabía que estar casada podía ser así. No sabía que estar casada te podía dar tanta satisfacción. Siempre había oído que, nada es lo que parece hasta que conoces realmente a la persona, y más cuestionamientos nos llevamos porque nos habíamos visto por primera vez, un año antes de contraer matrimonio.

¿Precipitado? Quizás sí. ¿Nos amábamos? Absolutamente y ese mismo amor fue el aliciente que nos llevó a tomar aquella decisión tan importante para nuestras vidas, sin importarnos los reproches de quienes nos conocían más íntimamente. Caras de disgustos vimos en algunas personas en aquel día tan importante tanto para él como para mí. Caras que no pudimos dejar pasar por alto, sin embargo, esas mismas caras se nos acercarnos a darnos unas breves y frías felicitaciones.

No, no fue muy lindo el día de nuestra boda...

Pero eso no nos importó...

Hicimos oídos sordos y tan solo seguimos lo que nuestros corazones dictaban. Era nuestra unión, que para nosotros era el sello de amor eterno. Tontos que fantaseaban con que el amor existe. Tontos que creían que el amor era capaz de sobrellevar cualquier problema, pero quizás no era así. En realidad..., no era así. Sin embargo, no lo supimos hasta que lo vivimos en carne propia.

Nuestra primera discusión pasó desapercibida porque no le dimos la importancia que se merecía. Quizás si en vez de arreglarlo en la cama, lo hubiésemos conversado, todo habría sido diferente. No obstante, en eso se había convertido la tónica de nuestra relación. Discusión, unas escuetas disculpas, besos, abrazos, caricias y a tener sexo. Como si eso lo resolviera todo cuando no era así.

Pero tarde me di cuenta del fatal error que estábamos cometiendo...

Tarde me di cuenta que haciendo eso estábamos sepultando nuestra relación, nuestro prometedor futuro y todo lo que pudimos ser. Tarde me di cuenta que estábamos cavando nuestra propia tumba, solo era cosa de vernos ahí, en el cementerio de nuestros silencios eternos. Él con una pala en mano, yo con un pico rompiendo la tierra.

Fuimos tan absurdos...

Toda pelea la dejé pasar ya que él era mi primer novio. El único, de hecho. Entonces al ser una inexperta en el arte del amor, pensaba que todo pasaba porque así debía ser. Que, con una buena cena, una buena copa de vino, olvidaríamos nuestras desavenencias. Más lejos de la realdad no podía estar. Varias veces me cuestioné si acaso no había sido muy inmadura para casarme tan joven. Jódanme, en serio. Me casé con él cuando tan solo tenía diecinueve años y el veinte. Lo adoraba hasta lo imposible y era ahí me necedad de no querer abrir los ojos.

No estábamos distanciando y no me quise percatar de ello...

Nuestra, según, tangible relación se estaba yendo como se va la arena con el agua del mar de nuestras manos. ¿Y qué hicimos para remediarlo? Nada, solo esperar e intentar salvar el ultimo grano, pero ni para eso servimos. No fuimos capaces de cuidar e intentar recuperar absolutamente nada, solo nos dimos la media vuelta e hicimos oídos sordos a lo que nuestros pensamientos nos gritaban con desesperación.

Lo amaba, pero ya no sabía que hacer por nosotros...


*****

Hola, otra vez.

¿Les gustó lo que leyeron?

Les traigo esta pequeña historia que, según yo, no superará los cinco capítulos.

Pero veremos que pasa en el camino y si me da para más que eso.

De momento, espero que la disfruten.

Besos y mil gracias por leer.

Dulce destinoWhere stories live. Discover now