Capítulo 6°.

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Mary, la niñera encargada del cuidado y la educación de los niños en el palacio ducal, cerró la puerta en silencio. Al darse la vuelta, chocó con el cuerpecito de una niña temblorosa.

— ¿¡Se va a poner bien verdad!?¿¡No está herido, verdad!? — Beatrice se aferró a su vestido.

Sintió algo extraño cuando su consanguíneo cayó de rodillas al suelo vomitando lo que debería de quedarse dentro.

Estaba horrorizada.

Si no hubiera aceptado ir de exploración aquella noche, posiblemente él estaría riendo como hace siempre. Recordó el cadáver tendido en posición fetal sobre aquel charco de sangre en su vida pasada, las heridas de su cuerpo en la supervivencia por vivir un día más, la imagen del líquido rojo brotando de su hermano fue la gota que colmó el vaso.

La idea de perder a Fred..

Los escalofríos que no había sentido en mucho tiempo, volvieron como un huracán. Todo fue culpa suya. Se prometió protegerlo, como pudo ser tan inútil como para dejar que se arriesgara a exponerlo a unas temperaturas tan extremas.

— ¡Dime que Fred está bien y se va a curar!

La mucama estaba en conmocionada, los gritos de su ama desde los aposentos despertaron a todo el personal, cuando ella vino corriendo al cuarto de un portazo. Encontró algo inaudito.

La niña que se mantenía serena y callada, lloraba a mares mientras trataba de arrastrar el cuerpo de Fréderick hacia la cama. 

No recordaba la última ocasión en que la vió de esa forma.

Beatrice sintió el verdadero miedo por primera vez. 

— A-Aún no lo sabemos señorita, le ayudé a tomar la medicación— Mary volvió en estado de sí. — Solo queda rezar a los dioses.

La joven perdió la compostura en medio del corredor, enterró la cabeza entre sus piernas. Le importaba un pimiento que los sirvientes la mirasen en aquel estado.

Odiaba a todos, realmente lo hacía. Ningún sirviente se preocupaba por él, miraron hacia otro lado cuando ella gritaba desesperadamente.

Tuvieron tanto asco de la maldición que hasta pensaron la posibilidad de ser contagiosa. Incluyeron el uso de guantes especiales como parte de su uniforme. Ningún médico se expondría a una enfermedad sin cura aparente.

— ¿S-Señorita?

Mary era la única que no creía en tales tonterías, podía confiar en ella porque cuidó de ellos como si de una madre se tratase.

Bea la consideraba parte de su pequeña familia.

(...)

«— Dime, ¿dónde crees que estarán mamá y papá?— Frederick, comía plácidamente su desayuno recostado en la cama.

Su hermana le entregó otro bocado del tazón de avena.

— No lo sé— Dijo sin una pizca de importancia.

¿Por qué preguntar por unas personas desconocidas? Se tenían el uno al otro, ni siquiera les echaba lo suficientemente de menos como para mandar una carta todas las semanas.

En realidad, hubo una etapa en la que extrañaban verdaderamente a sus progenitores, el recuerdo era lejano, Fred lloraba desconsoladamente cuando dejaron de venir a su "dulce" hogar.

Si no fuera por el enorme retrato de bodas en la habitación, posiblemente hubieran olvidado la nitidez de sus caras.

— ¿Cuál es la razón de que sea la novia la que vaya de blanco?

Bea levantó la cabeza y buscó la dirección a la que apuntaba el enfermo, la duquesa de Hefesto se manifestaba en el cuadro con un magnífico vestido de perlas cosidas en los pliegues, por consiguiente el marido, actual duque, se mantenía a su lado impasible e igualmente arreglado.

No sabían si fue por la técnica del que hizo aquella espléndida pieza, pero los 2 individuos plasmados en el lienzo eran verdaderamente encantadores, como si tuvieran puesto el filtro de belleza en cada facción del rostro.

De ahí venía la lindura atemporal de Bea y su hermano.

Parecía un matrimonio concertado en toda regla. 

Tener que compartir el resto de tu vida con una persona que no amas ni conoces para preservar tu árbol genealógico y con suerte, subir de rango de entre la nobleza.. ¿No os parece miserable?

No le veía razón para explicar la cruda realidad a un niño de 8 años.

— Porque es el día más feliz de sus vidas.

— Entonces ahora entiendo por qué el novio va de negro— El chiste de Fred provocó una suave risilla, volvió a tragar la masa pastosa que le entregaron, detuvo un lapso de tiempo en pensar. — Sabes, cuando sea mayor encontraré a mi chica predestinada e iremos a todos lados montados en el caballito más grande y bonito que hay.

¿Habrá sacado esa idea del cuento que leyeron el otro día?

La chica se rió a carcajadas.

— ¿Tu vendrás con nosotros verdad?— Inclinó el cuerpo hacia delante, esos ojos azules brillaban en expectativas plausibles.

Beatrice tensó la mano con la que agarraba la cuchara.

Ojalá fuera seguro, el que Fred pueda hacerse mayor sin preocupaciones todavía era un sueño. La idea de que Frederick mirase de esa manera a otra que no sea ella, la hacía sentir distante.

— No creo, la mujer con la que te cases querrá tenerte para ella, más si te ama— Peinó con la mano el cabello arraigado del sujeto. — No quiero ser un estorbo.

— ¿Cómo va a ser mi bichito un estorbo? Eres muy lista, me das tu chocolate caliente..— Enumeró todo ese tipo de cosas con los deditos, hasta el punto de llegar a usar los dedos de los pies para contarlas.

Al pequeño le parecía absurdo, para él Bea era su mundo, el pilar de su existencia. Porque si no fuera por ella, seguramente pasaría sus días en un suburbio de soledad.

Además, ¿quién puede odiar a un ángel?

— Hablando de ángeles, ellos tocan el arpa.

— ¿Qué?

— Dime bichito, ¿no te apetece tocar algún instrumento?— Otra bombilla se iluminó en su mente. — Seguro que lo harías genial.

La música hace feliz a cualquiera.

El joven quería enseñar lo maravillosa que era su hermana, por lo menos una vez en la vida poder contemplar un escenario en el que ella sonriera de verdad.

— Incluso a mamá y papá. ¡Quiero que la gente vea lo increíble que eres!»

La pequeña despertó de su sueño con el regreso de los ruidosos lloriqueos provenientes del páramo, estuvo tan inestable que durmió todo el día.

Comprobó la temperatura corporal del paciente que respiraba como si un elefante se le hubiera sentado encima, no presentó cambios, seguía muy caliente.

«Tengo que hacer algo»  

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Continuará

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¿Podré ser amada ésta vez?Where stories live. Discover now