Recuerdos

397 38 37
                                    

He conocido a la mujer más hermosa este día. Castaña; aunque con algunas canas, de baja estatura, delgada y de mirada amable. Tiene una sonrisa perfecta que resalta por dos hermosos hoyuelos en sus mejillas. Ella me mira con cariño en sus ojos y, aunque para mí es confuso, me hace inmensamente feliz este cosquilleo sobre mi estómago y el fuerte latido dentro de mi pecho.

—¿Cómo te encuentras hoy? —me pregunta suavemente mientras acaricia una de mis mejillas.

Yo le sonrío como respuesta y la examino una y otra vez. Algo dentro de mí se siente cálido cada vez que veo esos enormes y hermosos ojos marrones que tiene, y no puedo evitar querer sonreír por ello. Pero aún me siento algo aturdida.

Aquella mujer sirve una taza de té y me invita a sentarme con ella en una pequeña mesa junto a una ventana. No me opongo; no podría. Extrañamente las palabras no salen de mi boca, pero mis pensamientos están como locos dentro de mi mente mientras oigo historias por su parte. Intento concentrarme y entablar una conversación con ella. Supongo que tenía que tomar valor para hacerlo pues todo aquello parecía un sueño; como si estuviera con un ángel en ese momento... un ángel con un aura familiar para mí y, al mismo tiempo, totalmente desconocida.

—¿Te gustaría salir a caminar un poco? —preguntó luego de una hora de charla.

—Claro —respondí con una enorme sonrisa en mi rostro.

No podía creer que estuviera a punto de salir con esta hermosa mujer. ¿Acaso sería yo la persona más afortunada del mundo? ¿O ella simplemente estaba siendo amable conmigo?. Mi mente tiene una lucha nuevamente y trato de enfocarme en lo verdaderamente importante: ella.
Caminamos por un buen rato y decidimos sentarnos en una banca con vista al hermoso campo que rodeaba el pueblo.

—¿Sabes? Hace muchos años soñé con vivir en un lugar así —mencionó luego de unos minutos en silencio—. Alejada de la ciudad, del constante movimiento..., en un lugar donde las cosas pasaran lento y tranquilas.

—¿Estás feliz por vivir aquí entonces? ¿No extrañas el caos de la ciudad? —interrogué volteando a verla.

—Quizás al comienzo fue algo difícil, sí. Pero porque estaba acostumbrada al constante movimiento en mi vida debido a mí trabajo —ella hizo una pequeña pausa y continuó:—. Cuando lo dejé para vivir mi propia vida, con mis reglas, con mi espacio, mi libertad... todo cambió.

—Entiendo... esa vida agitada no es para todos, supongo.

—No, no lo es...

—Entonces... —dije suavemente, pero me detuve al ver su mirada. Una mirada llena de amor...

¿Acaso lo estaba imaginando? ¿Tendría una oportunidad con ella?

—¿No te arrepientes de dejar todo eso atrás? —continué.

—Para nada... —respondió segura dándome una sonrisa—. Fue difícil alejarme de mi familia y amigos, pero era algo que tenía y quería hacer... Quería poder formar mi familia y ser feliz, sin tener que esconderme o dar alguna clase de explicación al respecto.

—Oh, ya veo —musité e instintivamente mi mirada bajó a su mano izquierda, sólo para ver un anillo en su dedo anular. Así que estaba casada...—. ¿Y pudiste hacerlo?

—Claro... conocí al amor de mi vida a una edad muy temprana. Sin embargo, no le dije lo que sentía hasta que cumplí mis veinte años.

—¿Por qué esperaste tanto?

—Bueno... quizás tenía miedo de que no sintiera lo mismo que yo. Aunque luego me llevé una sorpresa cuando me dijo que tampoco había dicho nada porque tenía el mismo miedo. ¿Puedes creerlo? —exclamó soltando una pequeña risa—. Luego de eso estuvimos en pareja por ocho años, hasta que me propuso matrimonio. No podíamos tener una fiesta como nos hubiera gustado tener; con amigos y familiares. Así que optamos por irnos sin decirle nada a nadie, y cuando regresamos teníamos estas alianzas en nuestras manos —agregó levantando su mano para mostrarme la alianza.

Como si fuera la primera vez (One-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora