Capítulo IV: La maldición y una profecía

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En la sala principal de la mansión, había sucedido un acontecimiento aterrador: cinco sujetos desconocidos intentaron matar a un niño que tal solo iba a cumplir siete años. Al menos la intención mortal no se cumplió, porque en el momento en que una extraña energía salía de un diminuto cristal que poseía en la mano del agresor, el muchacho fue más rápido y pudo esquivar gran parte del golpe. Por otro lado, el corte fue lo bastante profundo en los muslos—tanto izquierdo como derecho—, fue tanto el daño que solo se pudo arrastrar hasta las escaleras, desangrándose.

En el momento en que el más alto de los cinco pisó la madera de la mansión, la puerta se cerró con gran intensidad, golpeándolo en el acto. A pesar de eso, el tipo ni se inmutó y, con sus dos grandes brazos la abrió como si nada. Hasta cierto punto todo estaba resultando como esperaba, pero un error le costó la jugada: al frente de él encontró la presencia de un viejo amigo, que obstaculizó el paso hacia el pequeño y una mujer que conocía perfectamente.

La mujer atendía la herida del niño, pero la lesión no cerraba. Por lo contrario, el abuelo tenía su espada apuntando a los cinco, dispuesto a luchar para defender a su familia.

—¿Qué le han hecho a mi niño? —amenazó con fuerza.

—Hemos venido para cumplir los designios del destino —comentó con una voz templada, pero gruesa—. Nos han asignado la tarea de exterminar al joven que vive en esta mansión.

—¿De qué maldita profecía están hablando? —inquirió el anciano con rabia— ¿En que están metida la Orden de los Guardianes esta vez?

—Veo que ya sabes entonces quien se encuentra al frente tuyo —extendió los brazos, soberbiamente se acercó al viejo y tomó su arma—. Te daré una explicación bien corta, porque ya sabes lo que hacemos, maestro.

—¡No me importa lo que hagan! —Sol gruño, movió su espada con fuerza para cortar la mano del tipo.

—¿Me quieres dejar otra cicatriz, viejo? —dio una carcajada, apretó su puño para que la sangre escurriera—. No te basta con la que me dejaste en la cara, pero bueno si quieres ir en serio, no me voy a contener.

—¡Alto! —exclamó con fuerza una voz femenina—. Señor, la orden tiene exclusivamente no meter a terceros en la operación, solo ir directo al asunto.

—Tienes razón —gruñó, de un manotazo apartó al anciano, tirándolo al suelo—. No es personal maestro, sabes que debemos cumplir nuestra misión y que la profecía que han detectado los sabios no se cumpla. Pero, te haré un favor.

Luna tomó al niño entre sus brazos, en el momento en que iba a correr escaleras arriba, una capucha negra le estaba bloqueando el paso. Estaba rodeada, por el más alto y otro más.

—¡Ustedes no quieren pelear contra nosotros! —intimidó la mujer con el niño en brazos—. ¡Si son de la orden de los guardianes, saben lo que...!

La mujer fue interrumpida con una mano enorme que rodeó toda su garganta, la levantó sin problemas, le quitó al niño de sus manos y la lanzó contra Sol. El golpe los dejó aturdidos.

—Escuchen bien, la profecía habla de la reproducción de este ser con una niña que nació recientemente —se lamió los labios, tragó saliva para aclarar la voz—. No estoy en contra de su modo de vivir, de tener hijos o que mantengan en este roñoso pueblo una paz de mentira. Pero maestro, lo que dice la orden se hace y si no quieres que lo mate, tengo otra solución para ti solo porque aun te estimo y te respeto bastante.

El desconocido sacó un cristal raro, su color era negro con rojizo debido a una especie de neblina que se movía dentro del objeto, vio el rostro del niño que estaba endurecido, apretando los diente y sin llorar estaba mirando con odio al tipo que lo tenía tomado de una sola pierna. El grandote abrió la palma de su mano, dejo que uno de sus acompañantes tomará el elemento, para luego acomodar al pequeño a una altura considerable. Sol se trató de levantar, pero el daño fue tan fuerte que su cuerpo aún no se recuperaba de la agresión, junto a Luna solo pudieron observar cómo iban implementando ese cristal en la herida del pequeño.

Crónicas de Urantia: La leyenda de NiblemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora