Capítulo IX: Sorpresas

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Después de los eventos ocurridos el día de ayer, Chester pensó en ser más duro con el chiquillo. No era una obligación, su compromiso era netamente por el honor hacia sus grandes compañeros, no obstante, el crio le sacaba de quicio.

Cuando el chico despertó, al lado de su velador de madera se encontraba un vaso de leche: no dudo en tomarlo. A Continuación, trató de levantarse de la cama, pero sus piernas flaquearon tanto, que se azotó contra el suelo. En ese instante, Chester subió para verlo, lo tomó de los hombros y lo volvió a subir a su cama.

—¿Qué recuerdas de ayer? —dijo con un tono paternal.

—Nada. —respondió tajante.

—¿No recuerdas el a ver atacado a los niños del pueblo? ¿Tampoco a verte perdido en las montañas?

—Nada —repitió en un tono gélido.

Chester llevó su mano hacia su bigote, jugó un poco a la vez que pensaba.

—Recuerdas el nombre "Lican".

—No.

Seguir inquiriendo no iba a llevar a nada, o eso pensó Chester. Dio un suspiro de cansancio, posó sus manos en las rodillas y vio al cielo por unos instantes: estaba cansado. Se formó en ellos una tensión que costó disipar, al final fue el niño quien rompió el hielo.

—Quiero volverme fuerte, así que me iré a buscar a mis abuelos.

—No seas bobo pequeño —Chester entendió la frustración del niño, por lo que se acercó lentamente a él y puso sus manos en los hombros del pequeño—. La historia de tus abuelos es muy complicada, entraría en detalles, en bastantes detalles. Sin embargo, no es tiempo de relevarte el peso que heredaste.

—¿Qué herede? —respondió sorprendido.

Chester se dio cuenta que el niño abrió sus ojos como si se le fueran a salir, estaba expectante antes las palabras del viejo.

—Heredaste la responsabilidad de mantener sus tierras, granjas y esta gran mansión y por supuesto...—caminó hacia la puerta e hizo un guiño para que el chico le siguiera.

Bajó con entusiasmo, miró de reojo hacia atrás y vio que el pequeño le seguía como pollito. Al llegar en la sala, apuntó hacia el sitio que, supuestamente estaba la espada legendaria: pero ya no estaba.

—Oh no —refunfuñó con decepción— Tus abuelos se llevaron la espada.

—Dices que herede la casa. ¿Acaso mis abuelos...están...?

—¡No! —interrumpió abruptamente—. Para nada, tus abuelos siguen vivos, esto es solo temporal hasta que ellos vuelvan.

—Pero han pasado años —emitió un suspiro de tristeza.

—La razón de esto es por que deben estar... ¡En una super duper misión!

—¿Super "duper" misión?

—¡Por supuesto! —dijo con alegría—. Por algo tus abuelos fueron seleccionados para la más grandiosa misión de sus vidas.

—¡Entonces yo! —hizo una leve pausa, la idea casi se esfumaba de su cabeza como una pluma en el viento—. Yo puedo entrenar para unirme a ellos más adelante ¿verdad?

Chester sonrió de oreja a oreja, ya tenía al chico en sus garras y, al menos, con esto podría controlarlo un poco más.

—¡Yo seré tu maestro! —enunció con orgullo y abrió sus brazos—. Te enseñare todo para que puedas pelear junto a tus abuelos.

Crónicas de Urantia: La leyenda de NiblemWhere stories live. Discover now