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“Capitulo 1: El castigo”
 


 
 
 

 
 
No tengo amigos, si es muy triste, considerando que mis padres son las personas más conocidas de la ciudad. Las últimas personas que pensaba que eran mis amigos  me dejaron sola y se fueron a vivir a Francia para seguir su sueño de ser chefs. Si, suena muy a la película de la rata que cocina, pero Kate y Jacob lo tenían planeado desde que empezamos el primer año de secundaria. Ambos eran mis mejores amigos, ahora solo hablo con ellos de vez en cuando para preguntarle como le va todo allí y si su vida es más fácil que la mía, en realidad solo me dedico a hablar con Kate, Jacob dejó de comunicarse conmigo después de que se fue.
 
Kate y Jacob eran novios, no lo sabía hasta hace poco que la chica subió una foto en su historia de Instagram, deseándole felices seis meses a su pareja, me enojó bastante por lo que le envíe un mensaje preguntándole porque no me lo había dicho, y solo me contestó “porque estas lejos Meg”.
 
Lejos, tu abuela. Solo que me falta contar un pequeño detalle, Kate sabía que me gustaba Jacob, y él lo sabía también, solo que lo ignoraba, era el popular de la escuela, todos lo conocían pero nosotras dos éramos las más cercanas, cuando terminaba sus prácticas de Básquet, ambas lo esperábamos para ir por un batido a la cafetería del frente del colegio. Nunca había notado que Jacob estaba interesado en Kat, supongo que tampoco debo culpar a Kat de algo que solo sucedió, ella tenía al chico más lindo y sexy como novio y yo, solo tenía salud.
 
Tomé mi celular cuando sentí que comenzaba a vibrar dentro de mi bolsillo trasero, un mensaje con el nombre “Jacob” se mostraba en la pantalla. Abrí el mismo, con gran nerviosismo, hace meses que él no me hablaba, y ahora de la nada se atrevía a mandarme un mensaje, cuando estaba saliendo con mi mejor amiga, ambos eran mis mejores amigos, pero sabes, esperaba que el cliché de enamorarse de su mejor amigo se me de a mi, y no a Kat.
 
Subí el brillo de mi celular para leer atentamente, estaba afuera de mi casa paseando a pulgitas, quien se acostó en el suelo cuando deje  de caminar para poder leer el mensaje.
 
“Jacob
Megan, espero que estés bien, quería decirte que dentro de seis meses iremos para la ciudad con Kat, para festejar nuestro compromiso, ya que nos casaremos. Hoy le acabo de pedir matrimonio.”
 
Abrí mi boca en gran sorpresa, no me estaba esperando esto de ninguna manera, Jacob y Kate se iban a casar. Jodida mierda. Comencé a teclear la respuesta.
 
“Megan
Hola Jacob, espero con ansias a que llegue la fecha, estoy muy feliz por ambos, los estaré esperando.”
 
Termine mientras guardaba mi celular y comenzaba a caminar hacia mi casa. Joder, no esperaba a que se casen, ni siquiera puedo superar el hecho de que Jacob nunca me haya dado algo de atención, Kate lo hizo con tanta facilidad, seguramente era por el hecho de que su gran atractivo ayudaba, era alta, tal vez un metro setenta, se veía atlética y lo era, iba al gimnasio cuatro veces a la semana, sus labios eran delgados al igual que su figura y su cabello rubio brillante resaltaba sus redondos y expresivos ojos color verdes. Su tez era blanquecina y su voz era chillona e incluso a veces podía ser irritante, pero su personalidad era todo lo que alguien deseaba, amable, confianzuda, decidida, educada, se preocupaba por todos,  por otra parte yo era todo lo contrario, era de estatura media para ser exactos un metro sesenta y siete, era delgada y para nada atlética, mis labios eran voluptuosos, mi nariz respingona y pequeña, mi cara un poco redonda y una tez bronceada me acompañaba. No era para nada amble, mucho menos confianzuda, y decidida no es una palabra que conozca, pero si era indecisa, insoportable, malhumorada y odiaba los días lluviosos.
 
Jacob White era lo que toda mujer deseaba, atlético, robusto, con unos abdominales que te morías, una mandíbula marcada, pelo negro y ojos marrones claros, su tez era pálida, su boca fina y firme mientras que su voz era ronca y potente. Había estado con casi medio colegio, pero eso no le quitaba lo atractivo, y que su familia este bañada en dinero, por que cuando se enteraron que él quería ser chef lo echaron de su casa, ahora Kate le paga los estudios.
 
Tomé las llaves y me dispuse a abrir el gran portón negro que se encontraba en frente de mi,  pulgitas movía su cola mientras ahora yo empujaba el portón para que podamos entrar. Me acerque a la puerta de la gran casa blanca, que se encontraba abierta y con mis padres dentro hablando animadamente.
 
—Buenas tardes familia.
 
Solté a púlgitas quien salió corriendo hacia el patio, y yo me iba por un vaso de agua cuando mi madre comienza a hablar.
 
—¿Haz decido ya que hacer?
 
Rodeó mis ojos cuando escucho aquella pregunta, siempre la misma pregunta, todos los días.
 
—¿Con púlgitas? Pues, nada lo dejaré en casa, nos crearemos un canal de YouTube y seremos famosos.
 
—Megan estoy hablando en serio.
 
—Yo también.
 
—Deja de querer ser chistosa, es un tema serio.
 
—Mamá, ¿Cuál tema serio?, solo quieres saber si estaré toda la vida sin hacer nada, la respuesta es si, no encuentro nada que me guste, tampoco trabajaré, tengo que atender a púlgitas.
 
—Ese perro me esta hartando, solo te distrae.
 
—Te irás.
 
Interrumpió de repente mi padre, ni siquiera había notado su presencia en el lugar, pensé que ya se había ido a atender algo de su trabajo.
 
—¿A dónde me iré? Joder, no sean molestos.
 
—A la casa de tus abuelos, en Wesley.
 
—¿¡Irme a la casa de los abuelos!?—grité rodando los ojos.— Ni siquiera me acuerdo de esos señores, el abuelo está loco, papá.
 
Las cosas iban de mal en peor, no entendía para nada su “castigo”, menos que sea ir a la casa de los abuelos, hace años que no sabía nada de ellos, hasta en un momento llegue a pensar que mis padres estaban peleados con ellos pero no era así, solo estaban viviendo demasiado lejos y la conexión en aquel lugar era mala.
 
Mi padre me miró con mala cara y con la poca paciencia que tenía continuó hablando.
 
—Es tu castigo Megan, nunca piensas en tu futuro, recién has contestado una tontería cuando tu madre te ha preguntado, hace dos meses que te venimos preguntando cosas frecuencia para esperar una respuesta coherente, pero siempre metes a tu perro y nunca hay una respuesta sería.
 
Tomó una bocada de aire y siguió con su discurso, mientras mi mamá solo se ocupaba en escuchar las palabras de mi padre. Me parecía absurdo el hecho de querer castigarme por algo tan insignificante, y claramente el castigo era muy estúpido.
 
—Ir a la casa de tus abuelos te hará aprender muchas cosas, te preparará para tu ingreso al ejercito y Mark es la persona más exigente que puede existir.
 
—¿Ingreso para el ejército? —pregunté exaltada. —. No quiero entrar al puto ejercito.
 
—¡Cuida tu vocabulario jovencita! —gritó.
 
—No voy a cuidar una jodida mierda, no quiero entrar al ejército, estamos hablando de mi futuro—hice énfasis en el mi—. Ustedes ya vivieron su adolescencia y decidieron lo que querían seguir haciendo con su vida, déjenme tomar por una vez una puta decisión.
 
Okey debía comenzar a contar hasta diez siempre lo hacia, cada vez que algo me molestaba, o incluso cuando me ponía nerviosa.
 
Uno
 
Dos
 
Tres
 
Tome un poco de aire.
 
—Te dimos dieciocho años para que tomes la decisión Megan, el tiempo es oro. No puedes estar años esperando para elijas que camino tomar, aquí se hará lo que tu madre y yo digamos, punto final.
 
—Claro porque tu crees que desde que nací estaba pensando en que debía ser cuando termine mi secundaria. Ah, espera, ya recuerdo, cuando tenía una  año pensé en ser modelo o la vez que fui a la discoteca y baile con otros bebés, fue increíble.
 
—No uses el sarcasmo para evitar el tema, te irás, no importa tu decisión, ahora es demasiado tarde.
 
Bufé mientras sacaba mi celular y me ponía a jugar con el. No quería seguir escuchando lo que decían, era tan injusto.
 
Mark era mi abuelo, ex soldado de las fuerzas armadas del país, no lo veía desde que tenía siete años, pero recuerdo a un viejo amargado que le daba órdenes hasta a las plantas. También recuerdo con gran calidez a la abuela, era extremadamente dulce y me trataba muy bien, pero ir a vivir con ellos seria como estar con desconocidos.
 
El castigo no era tan estúpido después de todo, esta vez lo habían pensado muy bien y hasta se tomaron la molestia de decidir por mi, muchas gracias, se llevan el premio a los mejores padres del mundo. La casa de mis abuelos queda en Wesley un pueblo raro de las afueras, con quizás unos tres mil habitantes, las casas que se encontraban allí eran poco modernas y se asemejaban más a las que existían en los años 90’s en Italia, aun no creía que una Universidad este situada en aquel pueblo desconocido y perdido en la nada.
 
Por lo menos iba a tener mi celular conmigo, me distraería de todo y podría seguir leyendo, la conexión de Internet no era tan buena pero…
 
—Y debes dejar el celular aquí, el castigo es completo— siguió mi padre y mi cara cambio completamente, ¿Acaso este hombre no terminaba nunca de hablar?. Además de que deciden por mi, se toman el atrevimiento de quitarme el celular. El hecho de que habían pensado como hacer para que no me distraiga y me concentre en la familiarización con este tipo de entrenamiento, me sorprendía. Siempre terminaba haciendo todo lo que ellos querían, eran mis padres, los amo pero odio que se metan en mi vida, en mis decisiones y mi futuro.
 
¿Y qué quieres tú, Megan?
 
Yo quería 1kg de helado y mirar una serie en Netflix.
 
—¿¡QUÉ!?—grité mientras lo miraba sin saber que más decir—. ¡Mamá! Di algo, no me puede quitar mi celular—mi madre miró a mi padre haciéndole una mueca y luego habló.—, me envían sin mi consentimiento y me quitan mi teléfono, ¿pueden tener aunque sea un poquito de piedad por su hija?
 
—¿Tú tienes piedad con nosotros? No. Entonces nosotros tampoco la tendremos contigo.
 
—Nunca pensé que llegarían al extremo de elegir mi vida, y hasta tomarse el atrevimiento de decidir por mi. Cuando quiera tener novio se los haré elegir a ustedes, ya que les encanta tomar decisiones ajenas.
 
—Megan todo lo que hacemos es por tú bien—intervino mi padre.
 
—No lo parece, de hecho parece todo lo contrario. Me envían lejos de ustedes, casi nunca están en casa, siempre estoy sola y se quejan porque paso mucho tiempo con púlgitas. No logro entenderlos, en serio.
 
—No debes entender nada hija.
 
—¡Claro que debo entender! Soy su hija, no una desconocida.
 
—Es mejor que no sepas nada Megan, solo dedícate a hacer a lo que vas en la casa de tus abuelos. Estarás bien, puedes llevar tú teléfono.
 
Sonreí en mi interior, la vida es increíble, OMG, amo mi vida. Cof* Sarcasmo*cof.
 
—Pero no te lo llevarás ahora—expresó mi papá y la felicidad que tenía hace unos instantes se esfumó.
 
Mierda.
 
—Eres cruel frenton, eres cruel.
Mi madre soltó una baja carcajada y mi padre la miro seriamente, odiaba que le digan así, por algo lo hice. Yo odiaba que decidan por mi y aún así lo hicieron.
 
—Pero te lo mandaremos cuando se cumpla un mes de estadía allí —concluyó mientras se tocaba su barbilla.—. Y deja de decirme así o harás que me arrepienta y no te lo puedas llevar.
 
—Es todo lo que te ofrecerá hija, sabes como es —habló mi madre.
 
—Me parece justo, con un mes sin conexión me conformo.
 
Me tranquilizaba ya que mi madre en dos semanas me lo podria mandar ella siempre lograba convencer a papá , es su debilidad pero yo soy su máxima debilidad. Los odiaba por elegir por mi, pero eso no quitaba que los  seguía amando a pesar de todo y sabía que ellos también lo hacían. Si, suena demasiado bipolar.
 
—¿Algo más?—pregunté a mi padre para esperar unas cinco reglas más, como es papá seguramente aquí no se terminaba esto.
 
Negó con la cabeza y luego miró hacia las escaleras haciéndome señas para que vaya preparando mis maletas.
 
—Tienes que irte mañana, nosotros debemos atender algunos negocios del trabajo y viajaremos por la tarde, por lo que deberás irte lo antes posible. —Dijo seriamente.
 
—¿Por qué mierda es todo tan apresurado? Ni siquiera me dieron más tiempo, mañana mismo me tengo que ir. Algo pasa.
 
—No pasa nada Megan.
 
Todo me parecía absolutamente raro, papá tenía cierto nerviosismo y mamá parecía estar más pensativa que de costumbre y la felicidad que tenían ambos siempre se había borrado por algo de preocupación. Amaba a mis padres, y sabía que algo debía de haber pasado—además de mis “no” decisiones—para que me quieran mandar fuera de la ciudad por un año, pero se que seguramente era algo relacionado con su trabajo. Papá era Coronel del Ejército además de ser el más importante de la base, se encargaba de preparar a los soldados nuevos, así conoció a mamá.
 
Nunca me contaron como surgió todo su romance en la base, pero si se que cuando papá casi muere en una misión mamá se dio cuenta de cuanto le importaba. Porque mi madre se hacía la difícil aunque por dentro moría por ser la esposa de Theo Jones. Ambos eran más que bellos, papá tenía una mandíbula marcada, y una barba recién crecida, su nariz era recta y algo respingona , era alto, su cuerpo demasiado Atlético y marcado como para tener casi cuarenta años. También algunas arrugas acompañaban su frente y las esquinas de sus ojos marrones oscuros, tenía el cabello corto, casi que estaba rapado, pero se podía notar el color marrón oscuro del mismo.
 
Mamá, la asistente Melisa Stanley, era, es la mujer más bella que puede existir. Sus ojos color azules, su cabello castaño oscuro, estatura media, labios voluptuosos y su cuerpo con grandes curvas, era la mujer perfecta. Parecía ser una modelo. Mis padres eran unos dioses griegos, eso lo sabia, y ellos tambien realmente lo sabían, para una fiesta de disfraces ambos se habían disfrazados de dioses griegos, seguramente la gente se moría de celos por el simple hecho de ver a dos personas tan irreales como lo eran ellos.
 
Y, aquí es donde entró yo, Megan Jones, hija de dos importantes soldados. Simplemente una chica de dieciocho años, que había decidido  que NO quería entrar a la base donde trabajaban sus padres, sabía el riesgo que era estar allí, sabía todo lo que debías entrenar para tener la capacidad física y emocional para cada operación. Y también sabía que no iba a poder con aquello, pero a mis padres les había importado un carajo, así que iré a la fuerza y seré una soldado.
 
¡Genial!
 
Aunque también sabía que eso podía ser algo que me ayudaría muchísimo, y que tendría trabajo y además, dinero y no me faltaría nada, como ahora, mis papas se encargaron de que no me faltara nunca nada y más con todo el dinero que han hecho en la base.
 
Volví a mi realidad, y mi padre me miraba atentamente esperando una respuesta a lo que había dicho hace unos minutos atrás.
 
—No estoy de acuerdo, pero iré y de paso me escapare, no pienso tener que hacer todos esos ejercicios que acabarán con mi cuerpo.
 
—Megan, ni se te ocurra, tu abuelo ya está viejo, debes comportarte.
 
—Como toda buena hija.— habló mi madre.
 
—Mi bebé, te extrañaremos mucho, pero también iremos a visitarte—interrumpió mi madre mientras secó una lágrima que caía por su mejilla.
 
—Cuando vuelvas de la casa de tus abuelos comenzaras con los entrenamientos en la base, Megan, espero que pongas todo tu esfuerzo en lo que te enseñara tu abuelo —Habló mi padre—, y no importa cuantos años te tome de entrenamiento pero serás la mejor de tu liga, para eso tienes al mejor Papá.—sonrió.
 
—La decisión ya la han tomado padre—hablé con seriedad—, y no tengo nada para hacer al respecto. —dije para luego dirigirme a mi habitación y preparar mis maletas.
 
Terminé de hacer mis maletas a las 9 de las noche, y por alguna razón estaba cansada, creo que soy una anciana en el cuerpo de una chica. Una joven de dieciocho años quién diría que llegaría a esta edad, con mi torpeza pensaba que a los catorce me ahogaría con una pastilla y me moriría. Pero heme aquí, vivita y siendo castigada por no saber que estudiar.
 
Me acosté en mi cama por última vez, y dormí apenas apoye mi cabeza en la almohada. Me encantaba esta cama y debía dejarla por un año, espero que el tiempo pase rápido.
 






El Chico De Al Lado                                        [Vinnie Hacker]Where stories live. Discover now