~SEGUNDA PRUEBA~

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El 24 de febrero llegó sin previó aviso.

Harry aun seguía buscando algún embrujo que capacitara a un ser humano para sobrevivir sin oxígeno.
Pero todo lo que encontraba en los libros le parecía inútil.

Cuando quedaban solo dos días para la prueba, Harry empezó a perder el apetito.
Ni los ánimos que podían darle algunos compañeros de Gryffindor le quitaban la idea de que podía morir ahogado frente a todos.

Por lo menos, la noticia del regreso de Hagrid le había dibujado una sonrisa en el rostro, tener de vuelta a su gran amigo le reconfortaba, le alegraba saber que Dumbledore no había permitido que renunciara.
Las clases de Hagrid también habían tenido un cambio muy interesante, las cuales ahora si podían considerarse “Cuidado de criaturas mágicas”

~•~

El siguiente día paso con mayor rapidez, como si el universo se hubiera puesto en contra de Harry, sin pensarlo ya estaba a unas horas de la segunda prueba.

Le hubiera gustado hablar con Draco sobre lo que podría pasar mañana, pedirle que no se mostrara preocupado, para que no levantaran mas las sospechas de una relación.
Pero esa noche no logro encontrarlo ni en la torre de astronomía, como tampoco en el aula vacía de las mazmorras.

Supuso que estaba ocupado en otros asuntos. Pero, ¿Que era más importante que el? ¿Acaso no le importaba el bienestar de su pareja en una prueba tan complicada?

Al no tener con quien mas hablar, mejor decidió dirigirse rápido hacia la sala común de los leones, tenia que guardar todos los libros que había sacado de la biblioteca y tal vez correr con la suerte de que se le  ocurriera algún hechizo útil para la competencia.

Cuando la media noche llego, cosa aparte del cansancio y la vista débil,  subió las escaleras hacia el dormitorio, no le quedaba de otra que volver a pedir ayuda a su padrino.
Sin hacer ruido busco el espejo entre una túnica que había guardado en su baúl, por suerte lo encontró rápido y se dirigió hacia el baño.
Rogando que su padrino le pudiera dar la solución perfecta.

—Sirius—llamo en voz baja, le incomodaba saber que algunos de sus compañeros pudiera escucharlo—. ¿Estas ahí?—susurro cerca del espejo—. Oye... Black.

Un ojo apareció en el espejo.
Luego un rostro muy sonriente.

“Harry... Potter” le saludo Sirius con una extraña voz.

—Estas ebrio... ¿Enserio?... Y en estos momentos. Donde mas necesito de tu sobriedad.

“Cachorro” se puso sentimental “Solo era una copa... Te lo puedo jurar.  Pero... No me di cuenta y ya no estaban las botellas”

Harry resoplo.
—Sabes, olvidado. Dudo que puedas ayudarme.

“¡Si! ¡Si puedo!” le dijo mientras afirmaba con la cabeza muchas veces con rapidez “Yo enseñe a una langosta a bailar. Yo puedo con todo”

—Bien...—dudo por unos momentos, pero no tenia de otra que aceptar—.  Veras, Sirius. Ya descubrí que la segunda prueba sera bajo el agua y como te habrás dado cuenta no soy un pez. ¿Conoces alguna forma de poder respirar bajo el agua?

Sirius cerro los ojos y asintió despacio.
No hubo respuesta, solo se podía escuchar la respiración del animago.
Se había quedado dormido.
Entonces el espejo se empezó a deslizar,  hasta llegar a sus pies.

Harry tubo unas ganas enormes de gritar.
Agito el espejo con fuerza y se lamento en no comentarle a Lupin sobre las botellas con vino que tenía su padrino como contrabando en una caja.

~•~

Los pequeños rayos del sol ingresaron por la ventana del dormitorio.
Harry se había rendido y estaba durmiendo, era lo único que consideraba necesario en ese momento.
Nadie mas se encontraba a su alrededor. Todos se habían levantado temprano para el desayuno.

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