~TORRE~

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A la mañana siguiente la tormenta se había terminado. Harry se levanto debido al ruido que ocasionó Neville, pero su  mañana no fue tan mala, mientras desayunaba en el gran comedor examinaba su nuevo horario, se percato que respiraría tranquilidad debido a que le tocaba Herbología con los de Hufflepuff y
Cuidado de Criaturas Mágicas con los de
Slytherin... Lo cual era raro. Antes odiaba tener clase junto con ellos, pero con Draco cerca seria divertido.
La mañana estaba bien, lo único malo era en la tarde, debido a que tenia dos horas de Adivinación, el cual era su materia menos apreciada, aparte de Pociones.

De repente oyó sobre el un batir de alas, y un centenar de lechuzas
entraron volando a través de los ventanales abiertos. Llevaban el correo matutino. Pero Harry no recibió nada a diferencia de muchos, por ese motivo decidió dirigirse temprano y de manera muy lenta al Invernadero 3; pero, una vez en él, tuvo que esperar que los demás llegaran lo cual resulto eternamente aburrido.

Cuando la clase empezó, Harry estuvo frente a las plantas mas feas que había visto nunca... Las cuales eran bubotubérculos... Conocerlas no fue lo mas desagradable, sino exprimirlas, para recoger el pus.
Al final de la clase habían recogido varios litros.

Entonces el insistente repicar de una campana procedente del castillo resonó en los húmedos terrenos del colegio, señalando que la clase había finalizado, y el
grupo de alumnos se dividió: los de Hufflepuff subieron al aula de Transformaciones, y los de Gryffindor se encaminaron en sentido contrario, bajando por
la explanada, hacia la pequeña cabaña de madera de Hagrid, el cual los esperaba de pie, fuera de la cabaña.

En el suelo, a sus pies, había varias cajas de madera abiertas.
—¡Buenas! —saludó Hagrid, sonriendo algo incómodo al notar la frialdad de Harry hacia Hermione y Ron—. Eh... será mejor que esperemos a los de Slytherin.

—Si. Buena idea—Comento Ron medio burlón—. Siento que alguien necesita la compañía de su serpiente favorita o se desmayara.

Harry se hizo de oídos sordos. Si hacia caso perdería,  pero no podía evitar enojarse.

—Recién nacidos —dijo con orgullo Hagrid cuando los de Slytherin llegaron—, para que podáis criarlos
vosotros mismos. ¡He pensado que puede ser un pequeño proyecto!

—¿Y por qué tenemos que criarlos? —preguntó una voz fría era Draco
Malfoy. Crabbe y Goyle le reían la gracia.
Hagrid se quedó perplejo ante la pregunta.

—Sí, ¿qué hacen? —insistió Malfoy—. ¿Para qué sirven?

Hagrid abrió la boca, según parecía haciendo un considerable esfuerzo para pensar.

—Lo sabrías si guardarás silencio—le dijo Harry bruscamente.

Draco se quedo helado.

—Ohh...—tembló Blaise mofándose de la reacción de su amigo Malfoy—... Potter quiere pelea. ¡Peleen, peleen! ¡Saquense la ropa y peleen!—animo, pero al ver la expresión de Hagrid se quedo en silencio.

Volvieron al tema de la clase y tuvieron que darles distintos alimentos.

A Harry no se le iba de la cabeza la idea de que aquello era
completamente absurdo, porque los escregutos ni siquiera parecían tener boca.

—Estas estúpidas criaturas me están picando y una quiso sacarme sangre —dijo Malfoy furioso.

Una hora más tarde, mientras regresaba al castillo para comer, Harry pensaba en hablar con Draco, no quería que pensara que estaba enojado con el. Solo su pregunta le había frustrado, eso es todo.

Se sentó en la mesa de Gryffindor, pero no se sirvió nada. Su rostro se torno pálido al ver como Blaise se acercaba a el y no era el único asombrado... Pues no era costumbre que un Slytherin quisiera hablar con un Gryffindor en pleno almuerzo.

—¿Esta ocupado?—pregunto mirando una silla que estaba en frente de el.

—Eh..

—Bien—se sentó—. Escucha. No soy del tipo lechuza que tiene complejo de cupido. Eso que quede bien claro. Draco me pagó para que te dijera “Torre de astronomía, esta noche”—se levanto y volvió a la mesa de Slytherin.

Cuando sonó la campana para anunciar el comienzo de las clases de la tarde, Harry aun confundido del comunicado de Blaise  se encamino hacia la torre norte, donde se encontraba el aula de la profesora Trelawney. Se sentó en una de las mesas circulares.

—Buenos días —dijo la  profesora Trelawney justo a la espalda de Harry, que dio un respingo—Estás preocupado, querido mío —le dijo a Harry en tono lúgubre—. Mi ojo interior puede ver por detrás de tu valeroso rostro la atribulada alma que
habita dentro. Y lamento decirte que tus preocupaciones no carecen de motivo.
Veo ante ti tiempos difíciles... muy difíciles... Presiento que eso que temes realmente ocurrirá... y quizá antes de lo que crees...

El azabache reprimió rodar los ojos. La clase recién acababa de comenzar y ya estaban presintiendo su desgracia otra vez.

Media hora después la profesora Trelawney le dio a cada alumno un
complicado mapa circular, con el que intentaron averiguar la posición de cada
uno de los planetas en el momento de su nacimiento y al final de la clase una pesada tarea.

Al salir del aula, Harry se dirigió al vestíbulo, abarrotado ya de gente que hacía cola para entrar a cenar.

Acababa de ponerse en la cola cuando recordó el mensaje de Draco enviado por Blaise.  Así que decidió dar media vuelta y dirigirse a la torre de astronomía.

No le tomo mas de cinco minutos llegar. Al principio creyó que no habría nadie, pero Draco lo estaba esperando a una corta distancia de las escaleras.

—¿No podías enviar una carta y ya?

—No se que hice mal, entonces dímelo.

—¿De que hablas, Draco?—le preguntó agarrándolo del brazo para llevarlo a un lugar más oscuro—. No me digas que es por lo que paso en la clase de Hagrid.

—Si tenerlo en secreto es también soportar que me sigas tratando como tu enemigo... Entonces creó que deberíamos terminarlo.

Harry no daba crédito a lo que había escuchado. Draco estaba terminando con el.

—Espera...—rió frustrado—... O sea. Yo te digo algo y ya. Se termina.

—No quiero ser el que recibe tus arranques de enojo, Harry.

—Perdón pero tu ni siquiera sabes por lo que tengo que pasar. Además eras tu el que no quería que nadie supiera de lo nuestro—le dijo furioso. No iba a permitir que se hiciera la víctima—. Y si quieres que se termine. ¡Bien! Se termina. Que tengas buenas noches, Malfoy—no esperó nada y bajo de la torre de astronomía.

El día había terminado mal.

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