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DALIA

Permaneciendo sentada en el suelo con la espalda pegada a la pared, mantengo mi vista en la puerta. Mis ojos se acostumbran rápidamente a la oscuridad de la habitación. Es de noche y permanecen completamente abiertos, observando el delgado tarro donde se encuentra reposando la hermosa flor que el... Ian me hga regalado. Manteniendo mi vista fijamente en la flor. Mis ojos comienzan a cerrarse lentamente, no me percato de eso hasta que mi cabeza cae un poco hacia adelante, cabeceando, me despierto.

No es seguro dormir de noche, recuerdo. Tratando de permanecer despierta me levanto del suelo, procurando que mi cuerpo permanezca erguido sobre la cama, donde mi mente permanece aun más alerta.

En la calle mi cuerpo permanecía en un constate estado de alerta, podía despertar con el mínimo cambio en el viento, pero ahora con paredes que me cubren del viento, y con un techo que me protege de la lluvia es un poco más complicado.

Soy consciente de que alguien se encuentra abajo. Tal vez una visita del... de Ian o del señor Sean. Me corrijo. Ian no quiere que le llame señor, debo de recordar eso. No quiero meter la pata.

No estoy enfadada por el hecho de que Ian me dejara en la habitación antes de que la visita llegara. A fin de cuentas no soy nada de el ni del señor Sean y tal vez querían hacer ver como si todo estuviera bien, normal, sin una extraña viviendo en su casa.

Permanecer en la habitación, lo más callada posible es mi prioridad. No quiero interrumpir la charla que están teniendo los señores de la casa, no quiero hacerlos enfadar y que por esa razón termine en la calle. Yo no quiero volver a la calle.

No quiero volver con Maestro.

Un fuerte estruendo me hace saltar, la habitación se sacude, mi corazón empieza a palpitar ferozmente. Encogiéndome en la cama tomo fuertemente la manta, mi manta.

Todo esta bien... yo tengo la manta... todo esta bien, me repito tratando de permanecer en calma.

El ambiente es frío y seco, el aire ya no es ligero y agradable como lo es en la casa del señor Ian, la cama ya no es suave como en la casa de Ian. Ya no hay cama. 

Un olor desagradable a humedad me dan ganas de llorar, he vuelto.

Encogiéndome en el suelo cierro fuertemente los ojos.

Un destello de luz ilumina la habitación.

Unos fuertes y pesados pasos se escuchan en medio de la lluvia, elevándome lo más que puedo trato de hacer que el agua no me alcance, ya el suelo está húmedo, el agua ya está comenzando a entrar. Si... s-i maestro no se apresura el agua subirá y... y... me ahogaré.

Otro destello de luz y fuertes pisadas se escuchan. Un fuerte sonido escapa de mi garganta, velozmente me tapo la boca con ambas manos.

La cara de maestro esta tensa, caminando lentamente hacia donde me encuentro. Debe de abrir el techo de la jaula para que pueda gatear hacia arriba y alejarme del agua, debo alejarme del agua.

-"¿Qué tenemos aquí?"- su fuerte e inconfundible voz me hace temblar. Los músculos de sus brazos se tensan sosteniendo el techo de la jaula donde estoy.

-"Acaso mi mascota ha...¿Sollozado?"-. Se burla ferozmente. 

-"No te he dado permiso para sollozar"-. Rechista enfadado. El nivel del agua esta creciendo. Me ahogare.

Supongo que mi instinto de supervivencia trata de hacerme sobrevivir cuando mis manos se enganchan al techo de la jaula, trato de empujar hacia arriba con todas mis fuerza, si las manos de maestro no estuvieran sobre esta, el seguro hubiera cedido.

Amarte, Dalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora