En el almuerzo tampoco la vimos sentada junto a sus compañeros, la mesa de 3-A actuaba normal, John sonriendo como siempre y Ana María a su lado igual, todos los estudiantes estaban ahí, no faltaba uno excepto Alexandra, Charlotte estaba ansiosa por ver a Alexandra y ver qué era lo que tenía pensado hacer, esperamos a ver si hacía una entrada dramática y sorpresa a la cafetería, pero no.

(Tal vez hoy no habrá acción)

Demonios, ¿por qué esperaba a alguien como Alexandra? ¿Tan intrigado estoy que espero a la malvada Alexandra para que demuestre su inesperado cambio solamente para convencerme de que es verdad? Me concentré en otra cosa, Charl y yo nos sentamos esta vez en la mesa de los nerds que debatían sobre quién era el mejor superhéroe de DC. Keyla y Kevin estaban en sus mesas, pero por un momento Kevin me miró y me saludó con la cabeza, yo le devolví el saludo; nuestros compañeros del salón estaban dispersos en diferentes grupos, no tenían una mesa propia. Hubo un chico en la mesa donde estábamos que miró a Charlotte y le dijo “Tú eres Supergirl”, y fue como si hubieran descubierto a una celebridad escondida, todos empezaron a charlar con Charlotte mientras ella explicaba dónde consiguió el traje y cómo se veía a la hora de ponérselo. Las caras de los jóvenes eran graciosas, en verdad creían que tenían a la verdadera Supergirl con ellos.

Al final discutieron sobre quién era la mejor superheroína y más linda así teniendo a Bascilini muy cerca de ellos, mencionaron algunos nombres populares, parecía un debate serio para ellos; si me preguntaran a mí, yo me quedaría solamente con una:

Supergirl.

Es tonto, pero cuando pensé eso no pude evitar mirar a Charlotte, ella estaba concentrada en el tema, no parecía saber mucho como para interferir y dar su opinión, pero se entretenía escuchando a los expertos en videojuegos y cómics.

Al final creímos que no iba a pasar nada, pero no fue así. En la hora de receso el director Pérez reunió a todos los estudiantes de la preparatoria en el gimnasio y nos colocaron en las grandes y amplias gradas, cosa que nunca solía pasar.

Me pregunté muchas veces cuál sería el motivo para ser convocado por el director en el gimnasio, y al final caí en cuenta y descubrí la razón. Una vez todos ahí en el gimnasio, fuimos testigos de la llegada de Alexandra al gimnasio, el lugar se llenó de murmullos y sonidos sorpresivos emitidos, reacciones de sorpresa inesperada y varias malhumoradas; en el centro del gran lugar estaba el director, cerca de él estaba un John Roberts tenaz y sereno y adelante de ellos un micrófono.

(Parece que sí iba a pasar algo hoy)

La chica no se esperó, iba directa al micrófono para hablar ignorando todos los susurros y murmullos obviamente de ella, primero se detuvo para dedicarle unas palabras a John de cerca, luego caminó hasta el micrófono para hablar.

Al director lo veía muy sonriente, estaba ahí a un lado de John con una gran sonrisa nunca vista, de oreja a oreja mirando fijamente a los estudiantes. Mi cabeza estaba llena de preguntas, desde el principio me preguntaba cómo el director Pérez dejó que Alexandra volviera a esta escuela, uno de los resultados es que lo compraron, todo el mundo tiene un precio; otra idea es que aceptó con una condición, y creo que es ésta: hablar frente a todos los estudiantes y de seguro mostrar que está arrepentida de todo lo que ha hecho por placer de él, está claro que lo va a hacer, y estar en esa posición no es nada cómoda, se nota nerviosa, si es que se puede llamar así.

Charlotte estaba a mi lado con los brazos cruzados en su vientre, esperando a escuchar todo lo que Del Salvador tiene que decir. La morena carraspeó su garganta frente al micrófono, en ese momento todos en el gimnasio callaron y ella empezó a hablar.

—Buenas tardes, estudiantes de la Preparatoria FordHumblet, es de suponer que ya sabrán mi nombre y… todo lo que he hecho en el pasado. Le he pedido al director citarlos a todos ustedes con un objetivo: disculparme públicamente con todos ustedes y especialmente con aquellos a quienes me he atrevido a molestar, amenazar e incluso a agredir. Mis actos han sido inmoderados y he sido inconsciente a la hora de cometerlos y estoy arrepentida de ello. Mi lejanía de mis estudios fue corta, pero para mí fue larga y productiva a la vez. Ahora que he vuelto a mis clases, he decidido pedir disculpas por todo lo sucedido antes y expresarles cuán arrepentida estoy de haber hecho todo lo que hice alguna vez; ahora tengo una visión clara sobre lo que quiero y lo que tengo que hacer para lograrlo de una diferente manera y no como lo hacía antes, deseo llegar al final de este año escolar y graduarme con honores, eso incluye dejar todo en el pasado. Quiero recalcar que estoy aquí parada frente a ustedes para pedirles disculpas a ustedes, a los profesores y al mismo director de la preparatoria, y que también he dejado aquella actitud inmadura que me definía y que me hacía actuar sin pensar. Eso es todo, muchas gracias y feliz tarde.

(Que me parta un rayo en estos momentos)

Alexandra se retiró del micrófono enfrente de todos los estudiantes impactados de lo que acababa de suceder.

Esperé, esperé con ansias que la abuchearan y la insultaran en vez de dar aplausos fingidos y falsos, por suerte el director no pidió aplausos y tampoco aplaudió para disimular. Todo el maldito gimnasio estaba en silencio, todos los estudiantes estaban tan impactados que no podían decir o balbucear algo, tampoco mostrar alguna señal de furia y recordarle todo lo que Alexandra Del Salvador ha hecho en FordHumblet.

Maldita sea. Es muy alucinante, jamás se había visto a Alexandra hablando así y menos con toda la escuela, eso demuestra un cambio, un cambio que nadie logra digerir.

—¿Qué persona vio a esta loca? —musitó Bascilini a mi lado atónita por lo recién ocurrido.

Así estuvieron todos hasta que el director se acercó el micrófono para decir algo.

—Pueden retirarse hacia sus salones —aún portaba esa sonrisa llena de placer, Alexandra estaba junto a John sin mostrar algún efecto u expresión.

Los pasillos y los salones se llenaron de silencio, en especial mi salón, aunque siempre se mantenía en silencio, pero esta vez todos estaban callados por lo que fuimos testigos en el gimnasio, hasta creo que nadie pudo prestarle atención a las siguientes clases hasta el final, yo no pude, Charlotte tampoco.

En la última clase me dio un molesto dolor de cabeza, una vez en la hora de salida dejé a Charlotte para dirigirme al consultorio de la doctora Rosales, y para aprovechar también de visitarla y dejarme llevar por su belleza mientras me atiende. Pasé a su consultorio al llegar, ella estaba acomodando unas cosas en un escritorio que tenía, parecía alistarse para irse.

—Qué buena hora vienes —dijo primeramente con sarcasmo sin saludar.

—Perdón, me duele la cabeza y vine para ver si me podía dar una pastilla.

—¿Escuchar toda la porquería que dijo Alexandra te sacudió la cabeza?

—¿Usted la escuchó?

—Estuve ahí —la doctora es una ninja, ella puede estar en cualquier lugar sin que la notes, y escucha de todo.

—Tal vez fue así... —quizás salí afectado por lo sucedido en el receso, quizás —¿Usted creyó todo lo que dijo Alexandra?

—No soy estúpida. Claro que no, aunque debo admitir que fue un discurso bien elaborado como para ser improvisado.

—Yo pienso que fue un plan del director, ¿por qué él dejaría entrar a Alexandra? Creo que la dejó entrar para luego hacerla humillarse y pedirle disculpas a todos, aunque sonó sincera como para no tener papeles en los que tenía escrito todo lo que debía decir.

Rosales se encogió de hombros.

—Digamos que fue así, digamos que el director lo hizo, y si fue así, fue para, claramente, vengarse de ella. Él estaba muy sonriente —decía la doctora mientras buscaba una pastilla en una repisa —. No puedo simplemente venir y decir que le creí a Alexandra, hace falta más esfuerzo, pero con ese discurso ganó unos cuantos puntos, lo admito. ¿Qué persona pudo aceptar atender a alguien como Alexandra y causar un cambio como ese? No debió ser fácil.

La doctora tenía mi pastilla en mano, ella se dirigió a un lavamanos, tomó un vaso de vidrio que había en su escritorio, abrió el grifo del lavamanos y lo llenó de agua, luego caminó a mí y me dio la pastilla y el vaso de agua. Me introduje la pastilla en la boca y luego bebí agua para hacerla pasar.

—Eso nos dejó a todos boquiabiertos, nadie la había visto hablar así —la doctora estaba recogiendo sus pertenencias para irse de su consultorio. Al final ella soltó un suspiro.

—Bueno, no podemos seguir deseándole el mal a esa chica y desconfiar de ese “cambio”. Habrá que darle otra oportunidad, aunque me duela decirlo. Es algo que hay que dejar fluir.

La Excéntrica Relación de un Chico Frío © [Completa✔️] Where stories live. Discover now