Capítulo 8

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Esa noche no pude dormir, estaba muy preocupado por la situación repentina en la escuela. Cuando llegué a casa me desvestí y le pedí unas cuantas cervezas en lata a Scott, sólo unas cuantas, no le dí detalles, pero él siempre sabe que cuando bebo es por algo estresante.

Esa noche no intenté dormir, pero tampoco quise desvelarme, quería relajarme pero a la vez no, debía planear todo lo que le tenía que decirle a Charlotte acerca de Alexandra, si no me cree, haré que ella sea testigo de lo que puede hacer esa chica. Esa noche me quedé en la sala, sentado y pensando; quise enviarle mensajes a Charlotte para explicarle todo pero no, era mejor cara a cara.

(Solo debo evitar que Alexandra la aparte de mí)

No lo entiendo. Hay muchas chicas tranquilas y buenas en la preparatoria, incluso las nuevas de primer año, quienes son las que necesitan amigas y una guía en contra de Alexandra y de los peligros de la preparatoria. Yo me preparé, Scott se preparó y me ayudó, falta preparar a Jake.

Charlotte pudo hablarle a cualquiera, incluso a chicos, no me molestaba, no era mi vida, ¿pero Alexandra?

(Es obvio que no sabe nada. Fue Del Salvador quien se le acercó)

Hoy viernes me levanté temprano, me arreglé rápido y salí media hora antes de la casa para llegar a la entrada de escuela. Pasé primero por la casa de Scotty, él siempre se levantaba temprano para limpiar, tenía pop de los noventas puesta a muy bajo volumen.

—Necesito otra de tus cervezas —le pedí, apresurado. Él estaba trapeando la sala con la misma ropa de anteayer, era como su pijama. Dawns me miró ceñudo.

—No. ¡Eso sí que no! Te me llevaste diez cervezas ayer. ¡Diez!

(Sólo fueron unas cuantas, unas pocas...)

—Necesito otra.

—¿Qué te pasa? ¿Acaso estás metido en un problema? —agradezco su preocupación y ayuda, pero no —No te voy a dar cervezas, no quiero problemas con tus padres.

(Por cierto, no me han escrito)

—Pues dame algo activo o con azúcar. Un Red Bull…

—No tengo esa basura aquí.

Un día encontraron a Scott encerrado en su cuarto con muchas latas de Red Bull, parecía un muerto por sobredosis de droga. Mucho energizante.

—¿No quieres café? —no. Mi mirada de desaprobación lo dijo todo. Él se fue a la cocina y indagó en su refrigerador. Sacó un pimentón verde y me lo mostró.

—¿Y esa porquería qué? —no estoy de humor como para ver un vegetal.

—Tómalo o déjalo.

—Ya qué.

Caminé a la escuela comiéndome un pimentón con mi humor de demonios, lo devoré, en resumen; quería llegar temprano para ver si veía a Bascilini primero antes que las zorras de 3-A. No debería decirle cosas así a unas chicas, pero ellas se lo merecen, son lo peor del mundo, incluso John debe pensar lo mismo aunque sean sus compañeras de clase.

Llegué, ya habían muchos estudiantes en los pasillos sacando cosas de los casilleros y reencontrándose con sus grupos de amigos antes de tiempo.

(Dios, dime que ella no está con esa loca)

—Bradley Jones…

Sentí una apuñalada agria y ácida en mi espalda, una presencia llena de maldad. Yo estaba en la mitad del pasillo, me volví a la voz y mi peor pesadilla se hizo presente. Esa desgraciada de 3-A estaba frente a mí, sola, cruzada de brazos dejando todo su peso en su pierna derecha, con una mirada y sonrisa juguetona pero asesina.

La Excéntrica Relación de un Chico Frío © [Completa✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora