Capítulo 43

14.8K 862 1
                                    

Golpe, golpe, golpe, esquivar, y así de nuevo. Vladimir nos lleva entrenando más de seis horas seguidas sin poder parar, sin haber comido bien y sin haber bebido nada desde que despertamos en la celda. Dice que de nuestra debilidad nacerá nuestra fuerza, ya que si somos capaces de aguantar esto como humanos, cuando recuperemos nuestros lobos será mucho más fácil aguantar y pelear más duro.

—Habéis entrenado bien, cachorros. —Dice Vladimir antes de salir de la sala donde nos ha estado enseñando a pelear, pero en su lugar entra otro vampiro con comida y agua.

—Comed, mañana al alba volvéis a entrenar. —Dice el vampiro con un acento francés y nos da una mirada de más antes de salir por la misma puerta por la cual se ha ido Vladimir. Antes de pensarlo mucho, los cuatro nos lanzamos a la comida y en poco tiempo hemos acabado con todo lo que había en las bandejas y toda la bebida que ahí había.

—Muy bien, ahora busquemos una salida. —Dice Seth mirándonos a todos, asentimos al mismo tiempo y recorremos la sala en busca de alguna ventana u otra puerta que nos tenga vampiros tras ella.

—Chicos, ahí hay una ventana. —Informa Brady desde la esquina más alejada, dejándonos ver un paisaje boscoso y cubierto de nieve.

—Parece la Reserva. —Dice Seth con esperanza en la voz, pero los tres negamos tristemente.

—No lo es, hermano, si no, la manada ya habría llegado y les habrían pateado los traseros a esas sanguijuelas. —Dice Collin. Antes de seguir hablando, intentamos abrir la ventana y, entre los cuatro, conseguimos abrirla y saltar a la nieve que cubre todo.

Comenzamos a correr todo lo deprisa que nuestros cuerpos exhaustos nos lo permiten, pero, sin embargo, dejo de correr cuando noto como se me van cerrando los ojos, como si un gran sueño me embargase, y mirando alrededor, veo que Collin ya está sobre el suelo inconsciente.

—No creíais que sería tan fácil escapar, ¿verdad? —Pregunta Vladimir al aparecer frente a nosotros con una sonrisa de suficiencia plasmada en el rostro. Saca un bote de pastillas de su bolsillo y lo agita frente a nosotros. —Somníferos. Buenas noches, cachorros. —Dice antes de que no pueda luchar más contra mis párpados, y cayendo inconsciente.

Todo comienza con una mirada |PAUL LAHOTE|Where stories live. Discover now