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Las lágrimas de Win caían de sus ojos y rodaban hasta la comisura de sus labios, dejando un sabor salado a ellos.
Las palabras del chico le habían dolido tanto, ¿Cómo podía haber gente tan mala y cruel con los sentimientos de los demás?
Las piernas le pesaban y dolían después de la carrera que había hecho para salir de aquella situación tan vergonzosa frente a quince personas.

Las palabras dichas por su ahora expareja se repetían en su cabeza como si de un disco rallado se tratase, ocasionándole más lágrimas, tristeza, decepción e ira a Win de tan solo dieciséis años.

Desde ese día jamás volvió a creer en el amor, ni siquiera le gustaba pensar en él.
Y mucho menos se imaginaba sintiéndolo, ya sufrió mucho con sus dieciséis, ahora con sus veintiún años no quería volver a pasarlo mal.

Lo peor era que ese recuerdo de su adolescencia seguía tan profundo y doloroso en su cabeza y corazón como si hubiese pasado el día de ayer.
Pero no, no era así.

Win quiso pegarse un cabezazo o más contra la pared para que ese recuerdo saliese de su cabeza, aunque fuese en ese día.
No quería recordar ese dolor, no quería seguir siendo echado para atrás por el miedo a volver a sufrir de tal forma, pero ¿Qué podía hacer? Nada, jamás confiaría en otra persona de esas formas tan románticas, era algo absurdo para él.

Pero le molestaba que sus recuerdos siguiesen apareciendo en su cabeza y provocando una personalidad y faceta que incluso a sí mismo no le gustaba.
Una faceta que rompía y hacía sufrir a quienes se le confesaban y le otorgaban su corazón al rubio.
Win sabía que se había convertido en una faceta de rompecorazones porque no quería que se lo hiciesen a él nunca más. Era algo hipócrita y egoísta por su parte.

Pero lo que más le dolía era que por culpa de esa faceta se estaba alejando cada día más de Team, y no sabía cómo pararlo.
Team sin duda sería alguien por quien le gustaría arriesgarlo todo, incluso su miedo si era necesario, pero por mucho que él lo quisiese y lo desease, su cerebro siempre le hacía volver a la realidad y le engañaba diciendo que Team también le haría daño y le destruiría la vida.

Con un suspiro Win se levantó de su cama cansado y fue hasta la cocina a hacerse un batido de sandía y plátano.
Mientras lo hacía y le ponía un poco de hielo observó las fotos que tenía en la pared.
Qué casualidad que su compañero de cuarto fuese uno de los amigos actuales de aquel cabrón que le destrozó la vida, aunque daba gracias que supiese sobre la historia e hiciese lo posible para que no se cruzasen.
Sin duda le estaría agradeciendo eso toda la vida, aunque sabía que su madre le regañaría por estar huyendo de sus problemas.
Pero no tenía otra, habían pasado ya cinco años y no había superado el dolor.

Mientras que se tomaba su batido de sandía y plátano empezó a leer un libro que le habían recomendado.
“Pídeme lo que quieras” de Megan Maxwell se lo había recomendado uno de sus amigos hacía un tiempo y quiso darle una oportunidad.
Sabía que el libro tenía una literatura erótica y sensual, pues ya había sido avisado unos días antes, además de que se podía notar a simple vista leyendo el prólogo.

Ya llevaba un rato leyendo el libro, y su miembro ya había empezado a endurecerse a medida que el protagonista cumplía los deseos de su secretaria, y joder, sí que estaba interesante la cosa.
Y muy bien detallada.

Win dejó el libro en la mesa que tenía frente a él y se recostó en el sofá, suspirando con pesadez, y cerrando sus ojos, mientras su mano pasaba por su abdomen de manera caliente.
Soltó un leve suspiro cuando su propia mano empezó a bajar sus pantalones y calzoncillos, dejando libre su doloroso y erecto miembro.

El rubio cerró los ojos con fuerza, mientras que su mano subía y bajaba por su pene, en su mente tenía la imagen de cierto pelinegro chupándole la polla.
Su mano empezó a masturbar con más rapidez, mientras en su cabeza seguía la imagen del pelinegro con hermosas curvas y bonita sonrisa.
Sus jadeos y gemidos empezaron a aumentar cuando la parte baja de su abdomen empezó a contraerse, empezó a hacer movimientos más rudos y tocando con su otra mano algunas partes eróticas en su cuerpo, haciendo que el ansiado orgasmo llegase, haciendo que se corriese en su mano y se manchase gran parte de su camiseta.

Se tumbó con la respiración acelerada en el sofá, y un leve color rojo en su cara apareció debido al cansancio y excitación que se produjo él mismo.
Se hundió en sus pensamientos hasta que un sentimiento de pegajosidad se apoderó de él, decidiendo tomarse una ducha.

Debajo del agua templada, la cabeza de Win empezó a recordar momentos con Team, ¿Qué mierda le estaba pasando ese día? No podía sacar al pelinegro de su mente ni para hacerse una paja, ni para ducharse, ni para cocinar, ¿Acaso cuando cagase también pensaría en él?
Dios se daba asco a sí mismo pensando tanto en alguien.

Mientras enjabonaba su cabello, el recuerdo de cómo se sintió el primer beso del menor en él le apoderó, haciendo así que un leve sonrojo se pusiese en sus mejillas.
Suspiró, ese día fue muy intenso y difícil de llevar, pero ahí estuvo Team, tratando de ayudarlo, aún sabiendo que el rubio no es una persona de concentrarse en sus problemas con las personas alrededor, pudo desahogarse todo lo que pudo y quiso con el más bajo.

Era un día soleado y hacía un calor increíblemente alto para el mes de mayo.
El rubio estaba estresado por los exámenes, ya que si no aprobaba todos su padre no le dejaría ir al norte de Tailandia, más específicamente a Chiang Mai a ver los templos budistas que se encuentran allí.
Parecerá ridículo, pero para Win era algo muy importante, pues de pequeño quiso ir con de viaje solo hacia el norte de Tailandia.
Y si no aprobaba no podría.
Y mierda, debería de haber estudiado más días, pues el examen de inglés no salió tan bien como esperaba y la nota no le gustó nada.
Y cuando Team se dio cuenta de eso, no tardó más de dos minutos en acercarse al rubio a hablar con él, diciéndole que no pasaba nada ya que igualmente iba a aprobar el semestre, pero al ver que el rubio no se preocupaba por ello, sino que era por el viaje, entendió todo.

—Hey, rubiete, todo estará bien, es posible que ahora no puedas ir, pero aún te queda muchos más años en esta vida, y tienes que experimentar primero cosas cercanas, antes que cosas lejanas como apra irte solo por ahí, ¿sí? Seguro en unos años irás allí, verás y aprenderás todo del lugar y vendrás feliz y entusiasmado a contarme todo, ¿vale?— Dijo de golpe el pelinegro, haciendo que Win le mirase un poco confundido, el apodo que le acababa de poner era un tanto extraño, peor le parecía tierno, así que no dijo nada.
De igual forma una lágrima cayó por su ojo izquierdo, haciendo que Team se alarmarse y le rodease en un fuerte y confortable abrazo.
Y cuando se separaron, el menor le dio un leve beso en la mejilla al rubio.

El recuerdo aún estaba nítido, en ese momento Win no sentía nada por Team, pero ahora cada vez que lo pensaba una sonrisa se le escapaba de sus labios.

—¿Cómo puedes ser tan tierno? — Murmuró después de salir de la ducha y vestirse.

it's my baby! ¡¡winteam!! Where stories live. Discover now