t h r e e

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- fue como un milagro que mi madre convenciera a mi padre de hacer un circo por mi mano -dijo Jisung mientras terminaba de pintar la pared en la que había trabajado por varios días

- era eso o casarte con un cualquiera - respondió Seungmin mientras comía una manzana - pienso que fue algo inteligente. Si el Alfa que pida tu mano se convierte en Rey, entonces que luche por conseguir el titulo honradamente

Jisung bajó de la escalera y limpió el sudor de su frente para contemplar su obra maestra: - tal vez tengas razón, pero...

- ¿pero? - Seungmin cruzó sus brazos en su pecho

Jisung suspiró: - agh no lo sé. Fui entrenado para ser Alfa, no pienso quedarme ahí sentado viendo como todos se matan por mi sin hacer nada al respecto...

- ¿que piensas hacer? - preguntó el pelirrojo

- aparte de las pruebas, tendrán que enfrentarse a mi mismo para demostrarme que son dignos de mi mano - Jisung hizo contacto visual con Seungmin y este abrió sus ojos como platos

- ¿¡y si te haces daño!?

- los Omegas somos débiles, pero no seré más del montón

Seungmin le sonrió: - me agrada tu idea, pero ten cuidado por favor

Jisung se contagió de su sonrisa: - ¿y bien? ¿Cómo me quedó? - caminó unos cuantos pasos hacia atrás para admirar todo completamente

Pintar paredes e incluso el suelo de algunas salas y habitaciones donde no había nadie era una de sus pasiones. Podría pasarse todo un día decorando alguna pared y no se daría cuenta del tiempo que pasó

Una de las sirvientas hizo una reverencia antes de dirigirse a Jisung y decirle que uno de los príncipes invitados estaban por llegar y debía estar listo para recibirlo

El rubio se puso algo nervioso y abandonó la habitación, despidiéndose de Seungmin antes de ir a arreglarse. Jisung no había esperado ver a ningún príncipe hasta tres días y no se habia preparado mentalmente para ver a los demás príncipes.

El castaño se dio un baño antes de ponerse el traje blanco y holgado que eligió su madre. Luego, algunas sirvientas lo ayudaron a ocultar su cuello con otra suave tela blanca.

Mientras Jisung no fuese enlazado con otro Alfa, no se le permitía vestir de otros colores, usar ropa ajustada, mostrar parte de su piel o mostrar su cuello y clavículas.

Jisung suspiró algo nervioso mientras era escoltado por guardias reales hacia el gran salón, jugando con sus dedos, habito que su madre odiaba y le corregía

Se sentó a la izquierda de su padre y cruzó sus piernas, tratando de poner sus manos tranquilas en algún lugar hasta que el primer príncipe llegó con su compañía.

- buenos días su majestad - el príncipe hizo una reverencia ante ellos -soy el príncipe de Kangu, Lee Félix. Es honor estar aquí...

Jisung suspiró, había oído hablar que el príncipe de Kangu tenia una belleza de fantasía, pero no se imaginaba que fuera tan cierto. Mordió sus labios y apartó la mirada cuando se sintió sonrojar ante la intensa mirada de este.

Colocó sus ojos fijamente en el vitral que tenia a un lado, preguntándose si el clima era agradable como para salir.

- ¡Jisung! - le llamó su madre, tocando su hombro, sacándolo de su trance

El rubio miró a su alrededor confundido, Lee Félix con su compañía ya se habían retirado del salón principal y ahora seguramente se hospedaban en alguna de las habitaciones

- ¿te sientes bien? - su madre acarició su espalda, Jisung asintió y se levantó

- voy a recostarme un rato - avisó el rubio antes de retirarse

- ¿no pasarás a saludar a Lee Félix? - preguntó y Jisung negó

Al llegar a su habitación, cerró la puerta de este con seguro para que nadie entrara y se desvistió para ponerse otra ropa más cómoda y algo ajustada con su capa púrpura, cubriendo su cabeza al salir.

Bajó por su terraza con cuidado, llegando a la parte trasera del castillo mientras esquivaba los guardias. Y en cuanto tuvo la oportunidad, corrió hacia el bosque en busca de su arco y flecha por protección.

Aquellas armas eran lo único que le quedaban luego de que de enteraran que era Omega. Las había escondido en un hueco debajo de una piedra para que no la quemaran con el resto de sus armas por que podía ser algo "peligroso" para él.

Jisung tomó los pequeños tapones para sus oídos antes de meterse más en el bosque. Aquello lo ayudaría a no escuchar La Voz de Mando de algún Alfa que se le apareciera.

Caminó con una sonrisa en su rostro por el bosque, fuera del camino principal. Ya había estado ahí cientos de veces y conocía cada árbol del bosque como la palma de su mano.

Se subió a su árbol favorito con su arco y flecha hasta sentarse en una rama en lo más alto de este para disfrutar de la vista y la brisa ahí arriba que, quitaba la capucha de su cabeza y alborotaba sus rizos dorados.

Jisung rió al sentir sus rubios mechones volar en todas las direcciones mientras escuchaba a algunos gorriones cantar.

Amaba vestirse de cualquiera forma, reírse a carcajadas, practicar su puntería con su arco y flecha, no atender reglas y peticiones de nadie. Ser plenamente libre

Jisung suspiró, mirando hacia el sol que era cubierto por algunas nubes. Su mayor temor ahora era perder esa ultima chispa de libertad que sentía. Temía que su pequeño secreto fuese descubierto.

Temía que aquella vez fuera la última, por que una vez que se enlace con un Alfa, no podria volver a hacer lo que quisiera sin supervisión de nadie.

El rubio volvió a sentirse triste, se negaba a su destino. Él había sido entrenado para ser un fuerte Alfa y aunque la naturaleza dictara lo contrario, no iba a dejar que aquello lo hiciera sentir poco y oprimido

My KingWhere stories live. Discover now