Capítulo 10

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El bello ángel, de sonrisa amplia y cabello ordenado quedaban en el pasado conforme los días.  Su cabeza le dolía, estaba tan estresado que si  te acercabas sentías toda la tensión emanante de su ser . Y más cuando debía rendirle cuentas a su superior y de cómo acababa de arruinar la misión. Está bien, ¿por qué debía alterarse? Hizo lo correcto, averiguó por su cuenta, ella estaba cerca de una anomalía energética, hubo un asesinato cerca de donde estuvo esa noche, y cuando fue a casa de Drew realmente fue a la casa prohibida. Si Dylan jugaba  a algo debía averiguarlo, o sino debía sacarla, ya que lo estaba arruinando o se estaba poniendo en peligro sin saberlo.

Llevaba noches sin dormir, pensando y repensándo a donde iba, qué hacía, y porqué de pronto había hablado con Jesse, o con su hermano. ¿A qué jugaba ? ¿Ella sabía que Blake y Jesse eran crucianturs? La primera vez que lo preguntó debía negarlo para protegerla, pero temía que ese desconocimiento le esté conduciendo por el camino erróneo.

Estaba perdiendo el horizonte de la situación, viejos recuerdos y promesas  se juntaban con personas y sentimientos actuales, además  Marshall lo empezaba a notar desde aquella noche en esa fábrica lo que le ponía más presión en hacer bien las cosas. Odiaba que lo tomaran como un inútil, podía hacerlo, podía cuidarla, y podía  ser su mentor, pero lo estaba arruinado.

—Bien, Aiden, siéntate.

Obedece con su mirada baja, quizás ocultando lo mal que se veía y lo mal que se sentía.

—¿Qué pasó? ¿Por qué no hemos tenido reportes desde hace  días sobre la situación de Dylan? Y tampoco has ido a la escuela. —Marshall se acomoda los lentes leyendo lo que sería el expediente de Aiden, no era novedad que todo se sepa—. No es que sea lo más Importante pero interrumpe con tu operación. Hay que proteger a nuestro milagro.

—Dylan está enojada conmigo porque rastreé su ubicación hasta la casa prohibida, se quitó el anillo y el rastreador del auto.

Simplemente lo vomitó.

Lo único que el profesor hizo fue abrir los ojos y la boca, su asombro había pasado toda expectativa, seguramente se cuestionaba  como es que de un momento a otro todo  se había desmoronado todo su juego de ajedrez.  Deposita los lentes sobre el escritorio y seguido se pasa la mano por la cara. Aiden podía oír ese suspiro de decepción que bien llegaba hasta la puerta.

—Vaya, Aiden, —dice— acabas de dejar a Dylan desprotegida, y sin un escudo mental.

—Ahoralo maneja mejor su escudo mental, el anillo no sería necesario —se apresura a decir— ya no es tan fácil acceder a sus pensamientos, así que ya no necesita...

—Aiden.

Para ese momento su voz era firme. Ese no era el punto.

—Aiden —repite, mirándolo a los ojos—. Como tú intención es poner en riesgo a la Niña.

—¡Ella ya está en riesgo!

—¡Cierra la boca!

—¡No, no! —se levanta abruptamente de su silla— ¡Ese asesinato cerca de donde estuve esa noche tuvo anomalías energéticas! ¡Eran ellos, lo sé! ¡ Leí los informes!

Marshall da un golpe en la mesa para devolverlo a la realidad. Ahora estaba enojado cuando escucho aquella última declaración.

—¿Cómo te atreviste a leer los informes? —cuestiona—. Te dijimos que fue un asesinado que un cruciantur normal hizo, motivado por un robo, no tiene  nada que ver con Dylan.

—No pudo ser coincidencia. —insiste.

—¡Ni siquiera fue a la misma hora! Aiden... —Su rostro muestra signos de amargura—. Rompiste las reglas... Me desobedeciste... Sabes qué, estás fuera.

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