—Pues...

—¿Debo asumir que ahora estás saliendo con... Jared? —dijo Isabella frunciendo el ceño.

—Sí, eso es todo —contesté —. Es que es una historia larguísima y no podría resumírselas justo ahora.

—Tendremos tiempo para hablarlo ¿no?

—Claro que sí.

—Y también tendremos tiempo para hablar de lo perro que se ha comportado Dylan —zanjó Alina con un poco de molestia y yo me sorprendí por cómo estaba refiriéndose a mi hermano.

—¿Por qué lo tratas así? —fruncí el ceño con muchísima confusión.

Alina era una chica frontal y no tenía pelos en la lengua para decir lo que pensaba, aun cuando las personas a las que se refería fueran de nuestro agrado. Isabella la observó de reojo, pero noté que no se encontraba molesta porque había tratado así a mi hermano.

—Lo que pasa Camile... —oí la voz baja de Isabella, me observó a los ojos y yo sólo la observé con el ceño fruncido —Es que me besé con Dylan.

—¿Qué?

—No sé si para él fue un error —dijo rápidamente y yo sólo pestañeé incrédula —, pero no hemos hablado desde ese día y he venido a verte para saber si tengo algún chance de hablar con él y me encuentro con que está con ella...

—Ella es Harriet —comenté y ambas me miraron como si las hubiese insultado —y ha estado enamorada de Dylan durante meses. Ella viviendo en Londres y él aquí ¿cómo es posible?

—Sólo quería aclarar las cosas con Dylan, pues a mí sí me gusta tu hermano.

—¿Harriet sabe sobre esto?

—No lo sé, pero tampoco es que haya sido muy agradable cuando llegué junto a Alina.

Tenía el estómago revuelto, Isabella y Harriet eran mis amigas, una más antigua que la otra, pero Harriet se había ganado todo mi cariño y era, según yo, la mejor candidata para estar con Dylan, pues lo había esperado y había viajado hasta aquí sólo para pasar navidad junto a él ¿cómo Dylan podía ser tan cretino? Bueno, aunque tampoco tenía muchísima cara para decirle que era un idiota, pues yo también lo había sido en algún momento, pero no podía estar besando a las dos y no decidirse, al menos eso yo lo había entendido.

—Intentaré hablar con él —comenté un poco descolocada. Me puse de pie y ambas me siguieron hasta el patio trasero. No sé qué cara tenía, pero nunca había sido buena para ocultar lo que sentía o pensaba, así que el primero que me observó en la lejanía fue Dylan y de inmediato imaginé que ya sabía que iba a golpearlo justamente en la nariz.

—Ahí hay carne, sírvete Camile —señaló mi madre, me senté a un costado de Jared y él me observó como si quisiera decirme algo.

—¿No es genial que Isabella y Alina hayan podido venir hoy? —comentó mi padre mientras se servía ensalada.

—Claro que si —le sonreí —, sobretodo porque no había tenido tiempo de contarles.

—Pero nosotros sí —dijo Leah y yo sólo le regalé una mirada cariñosa.

Estuvimos conversando acerca de muchísimas cosas durante la comida, ya que a mis padres les encantaba comer contando anécdotas. Le contaron a Harriet la primera vez que Dylan había tenido una novia a eso de los 12 años y que había durado un día (o menos) con ella y había sufrido un año. Y también le estuvieron contando a Jared todas las tragicómicas historias de mi vida, como cuando vomité en clase o cuando tuvieron que ir a buscarme a la escuela porque me había dado un pánico escénico en medio de un baile escolar. Nos reímos muchísimo y olvidé por un momento que mi familia no sabía lo que pasaba entre Jared y yo, así que sólo me percaté de que tenía la cabeza apoyada en el hombro de Jared cuando Isak estaba mirándome fijamente.

El destino que no soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora