Prólogo.

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Hace unas semanas me llamaron de una empresa muy reconocida de Seúl, Corea de Sur gracias a una carta de recomendación que mi jefe envió a su jefe. En ese momento estaba tan emocionada por la gran oportunidad que me ofrecieron de manejar el área de Recursos Internacionales desde Seúl. Al principio, por un impulso dije que sí, pero luego a los segundos me arrepentí porque recordé que no hablo nada coreano. Sí, está bien, lo admito el idioma no me es tan ajeno porque veo muchos k-dramas y escucho k-pop casi las veinticuatros horas del día, pero eso no me hace una experta en el idioma. Aún así me aceptaron y me van a dar una año de prueba con remuneración y me van a dar clases intensivas de coreano costeadas por la empresa. Quien sabe que tantas cosas habrá dicho mi jefe sobre mí como para que quieran tenerme en Seúl a toda costa. ¿O será que quiere deshacerse de mí?

Bueno, no importa. El asunto ahora es que estoy muy nerviosa, son catorce horas de viaje de mi país de origen hasta Corea del Sur y me toca hacer escala en Estados Unidos. Nunca antes había hecho un viaje tan largo antes. Pero todo sea por un mejor futuro para mí y mi familia. Mi madre entra a mi habitación sin avisar, como siempre.

- ¿Estás lista, hija?

- Sí, mamá.

- ¿Necesitas ayuda con las maletas?

- Está todo bajo control.

- ¿Segura que llevas todo lo necesario?

- Sí, mamá. Aunque me falta una sola cosa que no encuentro.

- ¿Qué?

- El perfume que me había dejado mi abuela. El que huele a cerezos. Estoy segura que lo dejé aquí -señalo con las manos mi tocador-, pero ya no está.

- Fácil, está en el closet.

- ¿En el closet? ¿Qué hace ahí?

- Lo guardaste allí para que el sol no lo disipara.

- Pero yo revisé todo. Además si estaba en el closet ¿cómo no lo vi si empaqué toda mi ropa?

- Bueno, sí no está ahí entonces no sé dónde está -replica mi mamá con fuerza.

Me dirijo al closet para ver si está el perfume. Para mi sorpresa sí estaba allí. ¡Qué raro! No lo vi antes. ¿Cómo es que cada vez que busco algo no lo encuentro pero mi mamá sí? Se lo enseño a mi mamá.

- Te lo dije.

- Sí, sí. ¿Cómo haces eso?

- Instinto maternal -responde sin vacilar.

- Eso no existe mamá.

- Y entonces, ¿cómo lo explicas?

- No lo sé. Eres más chispa que yo.

-¡Ay, hija! ¿Qué vas hacer sin mí?

- Morir seguramente.

Ambas empezamos a reír para no llorar. Toda mi vida me la he pasado viviendo en esta casa con mi mamá. Mi padre murió en un incendio. Era bombero rescatista. Murió siendo un héroe o un tonto. Salvó la vida de una señora antes de que le cayera uno los soportes del techo de madera con fuego encima. Mi mamá siempre dijo que era un tonto porque nunca pensaba en que su familia lo necesitaría. Yo era una niña y casi no recuerdo mucho sobre lo que pasó, pero el crecer sin un padre que te cele, que te dé consejos sobre la vida, que te diga que todos los chicos no me merecen y todo eso que le decían sus padres a mis amigas, en serio fue muy difícil. Todo eso por lo que mis amigas se quejaban todo el tiempo, quería eso. Pero en fin. Mi mamá siempre estuvo allí para mí. Montó su propio negocio y con eso pagó toda mi educación. Lo único que quiero es que mi madre esté orgullosa de mí. Dejarla atrás será lo más difícil que haré en mi vida.

Mi vecino es Kim NamjoonWhere stories live. Discover now