• S E Ñ O R I T A •

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°WIGETTA°

°°°

Una mañana fresca dependía de un hilo por la velocidad insistente del atardecer para continuar con la cruel noche.
Quizás muchos podrían argumentar la falta de positividad que se tenía que poseer para llamarle con tal objetividad, pero no era solo por que si...

En karmaland ya era de saberse que por aquellos paisajes iluminados de blanquecina luz, existían peligros impensables, muy por encima de los mounstros habituales...
Personas... Animales... Demonios...
Era casi imposible adivinar cuando algo te aparecería y asesinaría.

Incluso si hubieses tenido cuidado, incluso si ese no era tu día para irte.
La sangre fría habitaba en estos seres; sin embargo, la intención de borrarla no existía en sus sistemas, las únicas testigos de ello eran la luna, y las estrellas.

-Willy...-

-Ya te eh dicho como me llames.-

-...-
Agh... Señor, ¿Podria entrar de una vez? A esta hora sale el desconocido de antifaz.-

-¿Te refieres al animal ese?-

-Ci.-

-...-
-Voy en un momento...-

-Pero us...-

-Dije, en un momento.-

-...-
-Como sea...-

-...-

Los vivientes de la oscuridad respiraban la fuerte brisa del temor ajeno, labrando sus tareas dentro de aquella caverna tallada por los mismos dioses del mal.
Sangre corría intrusa por sus pies gracias a las partes de piel retiradas hace unos minutos de la presa; el olor tampoco le permitía ser secreto negable.
Un asesinato diario era la rutina perfecta para el estrés.
Lo extraño es, que ellos no solían reconocerse por estar estresados...

Excepto uno, el único que realmente se llenaba la cabeza de dudas y extraña era la ocasion en que participaba, solo cuando la masacre fuese especial.
Ese día, deseaba que lo fuera.

Hace ya un tiempo que el fenómeno se aparecia, en cada rincón por el que pasaba, la aura violeta llegaba como brisa. Podía apreciar su silueta, podía ver sus detalles tratando de llegar hasta él, podía describir perfectamente su aroma cuando lo tocaba en suavidad...
Sospechas no existieron desde el momento en que supó de aquella leyenda, era obvio, demasiado obvio para que los aldeanos y incluso sus "amigos" no abrieran los ojos de una vez.

El encanto que desprendía, enormes ojos cubiertos por cristal purpura fosforescente y una melena abundantemente suave saliendo del cuero negro bajo su máscara grisácea.
Una joya total de ver.

Tan profundo el alma ajena habría entrado en sí, que con el mínimo roce o mínimo pensamiento recordando al mayor, la piel se le erizaba, mordiendo sus labios tensos y respirando velozmente para intentar en vano de aliviar su fuerte calidez del bajo vientre.

Le tenía tan mal que llegaba a sentirse débil e inútil... Como un veneno mortal que lo dejaba indefenso a sus pies...
Nunca había sido así, era viceversa en todo aspecto, pero el había cambiado... Había cambiado tanto...
Era un caballero, un hombre que se podía definir así fácilmente y sin culpa alguna; respetuoso, educado, romántico... salvaje.

Sus mejillas ardieron, sacudiendo la cabeza por unos instantes y aclarando su garganta, se enderezó rápidamente, sus hermanos volvían.
Suerte que por la máscara no ven nada...
Aunque, si lo hubiesen visto ya, tampoco era como si le importara.

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⏰ Last updated: Sep 27, 2020 ⏰

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