DAMIEN [#2] ✔️

CAPÍTULO X

AURO

Luces brillantes era todo lo que mis ojos podían ver. Era molesto. Jodidamente molesto. Parpadeé un par de veces para intentar aclarar mi borrosa vista pero no funcionó. Me sentía igual que un adolescente con miopía sin sus lentes.

—Hora de levantarse, muchacho —escuché una voz masculina lejana y desconocida—. Te mantuve dormido el mayor tiempo posible, ya es hora de huir. Te han encontrado, chico. Si no quieres entrar en un coma de verdad será mejor que desaparezcas ya.

Abrí los ojos de golpe en cuanto sentí las incontables agujas salir de mi piel, una a una. Mi cabeza dolía como si me hubiesen golpeado mil veces con una roca, mis orejas estaban aturdidas por un chillido que aparentemente solo yo podía escuchar y ni siquiera podía sentir mis extremidades. A pesar de que mis manos y piernas estaban en su lugar, no podía moverlas. Un automóvil podría pasarme por encima y mi reacción seguiría siendo tan inexpresiva como siempre.

En mi abdomen estaba la peor parte. Un ardor intolerable acompañado de un dolor intenso que ni siquiera me permitía moverme un centímetro. Eché un vistazo rápido debajo de la bata para ver qué lo originaba. Tenía una larga línea de puntadas que parecían aún no sanar del todo. Era como si mi piel se estuviese quemando dentro de esa herida de cinco centímetros.

Frente a mí estaba un hombre de mediana edad extrayendo todas las agujas y cables de mi cuerpo. No lo conocía, aunque ciertamente apenas y podía recordar quién era yo.

Miré a mi alrededor; una gran ventana, azulejos de colores deprimentes, un sobresaliente olor a alcohol, paredes de cristal y personas con batas blancas y uniformes caminando por doquier. Estaba en un hospital. Alarmado, levanté el torso a pesar del gran dolor que sentía y me senté en la cama, recostando mi espalda sobre la cabecera.

—¿Quién eres tú? —le pregunté preparándome para defenderme en caso de que fuera necesario.

Me sorprendí al escuchar mi propia voz. Era una sensación extraña, como si estuviera conociendo mi propio cuerpo de nuevo. Se sentía como si acabara de tomar una siesta, pero a juzgar por la bata de hospital en mi cuerpo y el adormecimiento en mis extremidades imaginaba que había sido una siesta bastante larga.

—Tranquilo, Gian. Me llamo Kai Rider. Tienes información que me importa, así que intento salvarte el trasero. Estuviste en coma por un mes, es normal que no sientas las piernas o manos, también es probable que sientas extrema confusión. Te lo resumiré: Te llamas Auro Bogdanov, aunque la mafia te conoce como Gian Millani —habló rápido y con indiferencia. Parecía que lo único que quería era irse de ahí—. Mason Coleman te disparó en una bodega abandonada y por eso estás aquí. Hace unos días tuviste una cirugía, la herida todavía no se cierra. Tienes un hermano gemelo malvado y un hermanastro no tan malvado, aunque ambos se entretienen con tu chica. Bueno, eso es todo, yo me voy y será mejor que tú hagas lo mismo.

¿Qué mierda?

Quedé boquiabierto al no poder procesar tanta información. Había estado en coma durante un mes, apenas y podía recordar quién era yo, ¿cómo mierda se suponía que procesaría todo tan rápido?

Entre su larga y rápida explicación, hubo un nombre captó mi atención.

Mason Coleman. Mason Coleman.

Me repetí ese nombre varias veces hasta que finalmente sus recuerdos aparecieron en mi mente.

—Espera, ¿Mason Coleman me disparó? ¿Él me hizo esto? Voy a matar a ese hijo de puta —expresé yo.

—Mejor deja de preguntar y comienza a moverte. Comenzarás a sentir tus piernas pronto. En unas horas este lugar estará en llamas, así que iré a salvar a tantas personas como pueda.