Noche buena

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Siempre se dice que la navidad es una fecha para compartir, más aún en mi situación económica, mejorada sustancialmente respecto de aquella en la cual me origine.

Veinticuatro, fui a la casa de mi madre llevando regalos para ella, mis hermanos menores y mis sobrinos, además de todo lo necesario para preparar la cena; mi pareja de ese entonces no me acompañó.

Y qué bueno que no lo hizo, pues al cruzar la calle y por ser noche buena, los vecinos de mi madre, eran los padres de Jimin.

Mi alumno.

El día fue agotador, por un lado los niños que iban de un lugar a otro desordenando todo a su paso, y por otro, Jimin pasando sus manos disimuladamente por mi pierna o mi mano cada vez que se presentaba la ocasión, la calentura subía y bajaba en mi cuerpo a cada agarrón o comentario subidito de tono, con lo cual sólo quería que terminara la cena para darme un buen revolcón con el.

No era que no lo había hecho antes. Pero ésa es otra historia.

Rápidamente nos fuimos y al subir a uno de mis autos, el me entregó mis regalos de navidad, que me había dicho aún quedan, un par de zapatos de cuero negros.

En cambio yo, le tenia un traje negro que se veía muy ajustado, se le ajustaba él la cintura y su espalda formada sólo por tiras cruzadas y dl pantalon bien ajustado.

Sólo la imagen del mismo en su caja me hacía imaginar el efecto que produciría si se pasease su culito.

Verlo con él en las calles de Seul. Siempre le decía que me encantaba su pelo pues hacía destacar aún más su cara de pequeño Travieso inocente, nuevamente parecía uno.

Acariciando su pelo, le pedí que se lo pusiese, se maquillase y se acomodase su pelo.

Rumbo a casa me pregunto si me había gustado mi regalo y si me gustaría que él fuese un regalo, por respuesta sólo llevo mi mano a su entrepierna y le dije que me encantaría que fuera el mi regalo, que el sabia que me calentaba el hacerlo con mi pequeño alumno.

A lo cual le pregunté si le molestaría que tomara mi regalo en ese instante, ya mi calentura no daba más, mi entrepierna se encontraba totalmente dura

Tome una de sus manos y la posé en mi verga para que sintiese lo duro que ya estaba.

El contacto lo hizo suspirar inmediatamente, y mientras sostenía su mano entre mis piernas, pregunté:

-Para qué naciste, Jimin?

Y sin esperar su respuesta me respondió:

--Para ser culpable.

De quién eres? -pregunté.

-De usted, profesor Jeon ... Solo de usted.

-Puedes prestarlo? ¿Puedes venderlo? Arrendatarlo o regalarlo?.

El sólo me miraba y se reía, yo también lo hacía.

-Solo a usted, si voy a hacer un regalo, sere solo para usted.

Al llegar al departamento, éste se encontraba iluminado sólo por las luces del árbol de navidad.

Lo dejé en la puerta, me sacó el abrigo y quedó vestido con sus regalos.

Se despidió y pude ver cómo descendió el ascensor, al entrar pude distinguir al jardinero del condominio, que no paraba de mirarle el culo cada vez que lo veia.

Un muchacho de su edad, debo decir.

Fue cuando vimos a su padrastro venir. Sintió un escalofrios al verlo, pues en una oportunidad me había contado que su padrastro, cuando tenia doce años le había dicho a mi madre que estaba enamorado de ella, y ahora lo veía ahi.

Mi profesor de historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora