4. Sabor amargo

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Rachel Miller

Al día siguiente todo era más tranquilo, contuve una conversación bastante entretiene pero en distancia con los chicos excepción de Jack y mi hermano porque estoy segura con ellos, hablamos de temas graciosos, anécdotas de ellos cuando estaban en el instituto por primera vez y toda su fachada de mujeriegos.

Por parte de Cristhian no recibí ni un buenas noches, ni una palabra en todo el día, no me gustaba su actitud era muy chocante con la mía y todo sabemos que polos opuestos nunca se atraen y si se atraen es por un milagro, de otro modo no, el y yo ni a la atracción llegamos. Se me dificulta hablar con él, es muy frío, reservado y grosero cuando le conviene serlo, guapo y demasiado atractivo para ser un idiota o patán con una persona que ni siquiera conoce.

Mejor olvidemos el tema de él y sigamos conmigo.

Ya el reloj marcaba las doce del mediodía y ya mi estómago rugía por almorzar algo aúnque sea, todavia no estoy yendo al instituto no hasta que mi hermano lleve el unico papel que le falta para quedar como mi acudiente en el instituto. Había dormido cómoda la noche anterior, la cama era tan suave que en estos momentos quiero regresar a ella y dormir como un oso abrazado a ella.

Mi poca felicidad se acaba cuando llega Noah y Cristhian con un alboroto.

— ¡Tío es la tia más buena de la universidad! — exclama Noah. — ¿Cómo que no te la quisiste coger? ¿Sabes cuántos mueren por estar con ella? — le reprocha en forma de pregunta.

— No se que tiene ella para que todos quieran tirarsela, simplemente no es mi gusto y por eso la rechacé. — contesto sin importancia.

— ¿Estás pillado? — pregunto Noah derrepente.

— Ya quisieras. — contesto Cristhian y su mirada cayó en mi. — Y ya paremos de hablar de estos temas, recuerda que tenemos una niña chiquita en la casa y no puede estar escuchando esos temas tan "inapropiados" — le miro molesta cuando hace las comillas. — que luego aprende cosas que no debe y pierde lo santita. — finalizó apartando su mirada.

¿Me dijo santita?

Tragué grueso.

Santita su abuela.

— Escúchame bien lo que te voy a decir como sea que te llames porque la verdad no me interesa recordar tu nombre. — mentí. — que mi hermano allá puesto esas reglas en la casa no es mi jodida culpa, no soy ninguna santa y se muy bien de lo que hablan, no tengo diez ni mucho menos nueve año como para que me trates de niña. — dije. — sea primera y última vez que me trates como un trapo sucio porque yo no te conozco ni tú me conoces a mi y menos tengo la culpa de tu amargura u odio que tengas hacia mi. — finalicé y me levanté de la mesa para irme a mi habitación, mis ganas de comer se espantaron por el enojo que me causaron sus palabras.

Antes de que subiera las escaleras, hablo.

— Mejor no hubieras venido para esta casa porque lo único que hiciste desde que llegaste fue quitarnos nuestro espacio de diversión, en estos momentos solo estorbas aquí. — dijo con un semblante serio y vacio.

Sus palabras dolieron tanto que mis ojos se cristalizaron un momento y le ignore para seguir subiendo a mi habitación, al llegar me tire en la cama y solté mis lágrimas rápidamente.

Era un estorbo en la casa, le quite su espacio personal y otras cosas más, no se ni para que vine para acá si nada de esto iba a salir como decia mamá de que me llevaría muy bien con los amigos de mi hermano, pues ya veo que eso no se puede. Todo es tan agobiante, tan raro que no se cómo estar aquí, solo tengo dos días y ya tengo conflictos con el mejor amigo de mi hermano que para mí ya no es de mi agrado.

Viviendo con ellos (Borrador 4)Where stories live. Discover now