Capítulo 6-Bajas pasiones.

1.1K 92 49
                                    

¿De que sirve negar algo que ya se está más que infundado en el corazón? La vida muchas veces puede ser cruel, pero en algunas ocasiones, solo se necesita de un pequeño empujoncito para enfrentar todo lo que se pueda cruzar en el camino.

Inés rápidamente se incorporó sin saber de qué manera excusarse, se le subían todos los colores a la cara de la vergüenza.

-Yo...solo quería...-Se apretujaba las manos con nerviosismo, ¿Que iba a decirle?.-es que...

Victoriano sonrió un tanto divertido con la situación, después de un largo y duro día de trabajo, donde el cansancio emergía en todo su cuerpo, encontrarse con aquella imágen de Inés entre las sábanas de su cama, era como un bálsamo para el alma. La recorrió de pies a cabeza respirando con fuerza, solo la cubría una bata de seda rosa atada a la cintura, tenía las mejillas sonrojadas y uno que otro mechón rebelde a los costados de su rostro. Deseaba con todas sus fuerzas terminar con lo que habían comenzado en el despacho. Ese día había sido un completo suplicio al recordar sus besos.

-¿Porque estás nerviosa?.-Cuestionó dejando el sombrero sobre la mesita de noche.-¿Sabes? Jamás imaginé encontrarte aquí, pero debo confesarte que me gusta la imagen que tengo frente a mi.

Inés tragó en seco, la mirada de Victoriano se oscurecia y su corazón parecía querer salirse de su pecho, tenía que salir de allí de lo contrario, muchas cosas podrían suceder.

-Es que me preocupé por ti, ya es muy tarde y tú no llegabas.-Victoriano se acercaba a ella lentamente, sin dejar de mirarla.-pero ya estás aquí, perdón por esto, no se porque lo hice.-Haciendo referencia a lo de encontrarla en la cama.

Victoriano se detuvo frente a ella analizando cada facción de su rostro, la vio entre abrir los labios de forma involuntaria y su corazón enloqueció.

-Esta mañana te dije que comenzaría a llegar tarde, así que no debías preocuparte.-Le acarició una mejilla con suavidad y ella cerró los ojos unos segundos.-porque no admites que estás aquí porque deseabas verme, Dios...me pase la mayor parte del día pensando en ti, en todo lo que pudimos hacer en ese maldito despacho y no se pudo.

Inés abrió muy grande los ojos y se alejó un poco de él, comenzaba a sentir como la tensión subía por todo su cuerpo, ese hombre lograba desestabilizarla de una manera inquietante. Las pasiones mas bajas comenzaban a manifestarse.

-Tienes razón, esto...no debí venir.-Se arreglaba el escote de la bata, Victoria parecía querer comérsela con tan solo mirarla.-Buenas noches Víctoriano.

Quiso pasar a un lado de él sin embargo, la tomó de un brazo impidiendo que saliera corriendo de la habitación.

-¿Porque huyes? Porque no admites que tú también deseabas que yo te hiciera el amor.-Mientras la sostenía por un brazo, con el otro la tomaba de la cintura.-sentirnos piel contra piel, poder besar cada parte de tu cuerpo, como tanto hemos deseado hacerlo.-Posó su nariz muy cerca del cuello de Inés y aspiro con fuerza el aroma de su cabello, un jadeó se le escapó y eso le aceleró el corazón aún más.

-Victoriano esto no está bien, déjame ir.-Le suplicaba tratando de soltarse.-por favor no me hagas esto, lo de esta mañana no debió pasar.

Victoriano la pegó a él negandose a soltarla, esta vez nadie la salvaría. Podía ver en sus ojos el deseo contenido, sus pupilas se dilataban, los senos de Inés chocaban contra su pecho de una manera bastante exitante, no llevaba brasier.

-Mentirosa, tú también lo deseabas, aunque no quieras admitirlo tú cuerpo me corresponde.-Una mano traviesa subió hasta toparse con unos de los senos de Inés, lo tocó sobre la tela y ella gimió.-¿Ves?

El Hubiera 💜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora