Las alumnas que expulsaron

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Estaban pues Alice y Violett frente a los imponentes maestros de Hogwarts. Se encontraban allí Silvanus Kettleburn quien impartía la clase de cuidado de criaturas mágicas, por su estrecha relación con las alumnas; el profesor Circinus Merrythought quien cubría la materia de defensa contra las artes oscuras desde hace algún tiempo ya que su hermana Galatea se había contagiado de viruela de dragón y tuvo que ausentarse; el profesor Horace Slughorn, profesor de pociones y jefe de la casa Slytherin; la profesora Clover Orestes que impartía el curso de astronomía y era jefa de la casa Ravenclaw. En la corte de profesores no podía faltar el director de Hogwarts Armando Dippet, con su escaza cabellera y ojos marrones. Sus miradas se dirigían hacia las asustadas alumnas de magia quienes no tenían la mínima idea del porqué las habían llamado.

Ya era tarde, la luz del sol era tenue en el salón. Las velas flotantes derramaban su cera haciendo que ésta goteara en el piso. El ambiente era tenso y callado. Hasta que la voz de Dippet rompió el silencio.

—Ustedes, ya no podrán seguir estudiando en Hogwarts. No más. No podrán estudiar más la hechicería ni lo relacionado con el mundo mágico— dijo el director con ese tono de voz característico de él.

—¡Pero si nosotras no hemos hecho nada malo! —exclamó Violett algo indignada y molesta.

—Lo lamento, pero la decisión ya está tomada. Serán expulsadas de Hogwarts, de inmediato.

—¿Qué? —exclamaron ambas a coro. Incrédulas por lo que les había dicho el director.

—¿Y qué pasará con nosotras? —preguntó Alice con preocupación y confusión.

—Ambas irán a vivir al mundo de los muggles. No tendrán recuerdos de Hogwarts ni de la magia. Empezarán una nueva vida lejos del mundo mágico —dijo el profesor Slughorn acercándose a las alumnas con el uniforme de sus respectivas casas. Alice iba con una bufanda azul de Ravenclaw, mientras que Violett usaba su corbata verde de Slytherin. Lucían sus túnicas de trabajo, pues habían sido llamadas poco después de acabar las clases del día.

—¿Qué pasará con nuestras amistades? —preguntó Violett girando la mirada y dirigiéndola a Alice, su inseparable amiga Ravenclaw.

Ambas se conocían desde la infancia. Se habían encontrado en el orfanato cuando los padres de Alice y la madre de Violett habían fallecido. Ambas tuvieron una conexión al verse por primera vez. Se sentían tan cómodas una con la otra que decían que eran hermanas. Incluso llevaban el mismo apellido, Langdon. Pero Violett no se sentía cómoda usando el apellido de su padre, ya que este había abandonado a su madre y a ella hace muchos años. Cuando Violett apenas era una bebé. Aún así lo hacía, pues la hacía sentir más cerca de Alice Langdon. Sentían que era el destino que se hubieran conocido en el orfanato. De inmediato se hicieron las mejores amigas, y eso no cambió cuando ambas entraron a Hogwarts a pesar de pertenecer a distintas casas.

Su relación era más que especial, se sentían completas estando unidas, un vacío que sólo ellas sabían llenar.

Tenían miedo, sus piernas temblaban y apenas se podían mantener en pie. En los 3 años que llevaban en Hogwarts nunca habían sido llamadas con tal seriedad ante los principales maestros del colegio de magia.

—Temo que no quedarán recuerdos de sus amistades, ni de algún otro mago o bruja que hayan conocido —respondió la profesora Orestes inclinando la cabeza—. Después de este día, no recordarán nada de esta vida mágica. Lo lamento, pero es algo que debemos hacer. Tener a las descendientes de los fundadores de Hogwarts, es un gran honor pero también un gran riesgo, que no podemos correr.

—Alice, Violett, por favor entréguenme sus varitas —Horace extendió hacia ellas su mano temblorosa para recibir las dos varitas de las chicas.

—¡No! —interrumpió Violett escondiendo su varita entre su túnica y poniendo a Alice detrás de ella—. Con todo respeto, profesor, ¡no le entregaré mi varita! —Violett se dirigió a Dippet—, usted nos trajo al mundo mágico y ahora quiere que sigamos viviendo sin magia. ¿¡Por qué nos trajo si luego nos iba a expulsar!? No hicimos nada malo. Nada que amerite una expulsión. Hemos seguido las reglas y nuestras calificaciones son ejemplares.

ObliviateWhere stories live. Discover now