Capítulo 5

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Mi muy querida Bella:

Sabes que intento no pedirte cosas y valerme por mí mismo, pero esto me sobrepasa. Por fin Él me ha encargado una misión importante: matar a mi hermano. Sirius es un traidor muy inteligente y además pertenece a la Orden, se ha fijado como objetivo él solo.

No puedo hacerlo... Pese a todo, quiero a mi hermano, no le deseo nada malo. Pero si no lo hago, nos matará a los dos. No sé qué hacer, estoy desesperado, mamá me ha visto tan mal que me ha llevado a San Mungo por si estaba enfermo.

Bella, recurro a ti porque no tengo a nadie más. Y porque eres la mejor, ningún mortífago está siquiera cerca de igualarte. Si pudieras ayudarme o decirme qué hacer, estaré en deuda contigo durante el resto de mis días. Aunque creo que ya lo estoy... Lamento de verdad ponerte en esta situación.

Te quiere,

R. A. B.

Esa carta estaba fechada unos seis meses antes de que Regulus muriera. Ahí Sirius estuvo a punto de liberar las primeras lágrimas. Jamás creyó que leería del puño y letra de su altivo y hermético hermano aquellas palabras. Le quería. Aun cuando él siempre le ignoró y le ninguneó por compartir los ideales de su familia. Hubiese dado su fortuna por leer lo que respondió Bellatrix. Empezó a abrir a toda velocidad los sobres que le quedaban en busca de la carta siguiente a esa. Pronto encontró una fechada dos semanas después. Había sido escrita apresuradamente, no llevaba saludo ni firma:

Te doy las gracias con todo mi ser, Bella, nunca podré agradecerte lo que has hecho por mí. Y por Sirius. Quiero que sepas que te considero mi hermana más que a él. Cuídate mucho, te escribo en cuanto tenga tiempo. Te quiero.

De nuevo, no supo que pensar. Era evidente que Bellatrix logró hacer cambiar de opinión a Voldemort. Y aunque lo hizo por Regulus -a quien sin duda ella también consideraba un hermano- Sirius jamás lo hubiese imaginado. Siempre creyó que su prima aprovecharía la mínima oportunidad para matarle. De no ser porque reconocía la caligrafía de su hermano y más aún su forma de expresarse, hubiese jurado que las cartas eran falsas. Pero su corazón le aseguraba que no lo eran.

Después de aquello se quedó como si una manada de centauros le hubiese pisoteado. Ya no sabía qué hacer ni qué pensar. Leyó las pocas misivas que restaban pero ninguna resultó tan llamativa. Salvo las dos últimas. Una era de dos semanas antes de que Regulus desapareciera: apenas una frase en la que le pedía a Bellatrix que acudiera a verlo con urgencia porque había descubierto algo de vital importancia. La segunda databa de la semana previa al incidente. El papel estaba muy arrugado y la tinta corrida, sospechó que la bruja se había cabreado al leerlo y lo había hecho una bola con furia. Después debió arrepentirse y lo alisó como pudo. Sirius lo leyó con temor, casi arrepintiéndose de su deseo de saber lo que le sucedió a su hermano.

Querida Bella:

No creas que desoigo tus súplicas, créeme, lo he pensado mucho solo por ti. Pero debo hacerlo. Ya no creo en Él y no pienso permitir que lo que le hizo a mi elfo quede impune. No me pasará nada, soy muy buen mago.

Gracias por tu lealtad, tu amistad y toda tu ayuda. Sé que te he puesto en una situación muy comprometida porque tú le veneras sobre todas las cosas. Así que valoro mucho que, pese a eso, siempre hayas mirado por mi bienestar. Eres mi hermana favorita. Quería regalarte algo y cuando vi ese colgante supe que era para ti, hace juego con tu varita.

Si algo me sucediera, serás la única que conozca su secreto. He ordenado a Kreacher no revelarlo nunca, sea quien sea su amo. Sé que no quieres oír esto, pero vales más que Él. Eres más fuerte, más inteligente, más valiente y más poderosa. Solo los cobardes temen a la muerte, solo los cobardes comenten el error de despreciar a quien tienen de su parte. Espero que algún día puedas verlo.

¿Vienes a buscarme, perrito?Where stories live. Discover now