Capítulo 63: Sindicato de esclavos

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Al encontrarme con Kena frente a frente ninguna de las dos sabe qué decir.

Ella tiene razón, en un infierno como este deberíamos elegir el amor por encima de la soledad, y creo que sin darme cuenta yo decidí amar hace mucho tiempo, porque nada más podría haberme mantenido de pie hasta ahora.

El amor se presenta de múltiples formas en la vida de las personas, quizá para Kena el amor tenga un par de ojos azules como el océano y una sonrisa encantadora, para mí son cientos de corazones rotos que me ven como si fuera su última esperanza.

La pelirroja me da un corto abrazo y entra a la habitación, mientras que yo voy hacia la habitación de Val, quien debe estar buscando constelaciones en el techo mientras Max escucha música.

−¿De verdad es la osa mayor?−pregunta ella frunciendo el ceño.

Después de las vacaciones en el calabozo Max pintó el techo de la habitación de azul oscuro y lo que él asegura son constelaciones que aprendió con Alec hace años.

Sonrío con gracia y cierro la puerta.

−De hecho sí es, pero le falta una estrella−me tumbo junto a ella.

Hace semanas que no venía a su cuarto. Ella y Max pasan el rato aquí cuando él no debe ir a repartir golpes por ahí mientras yo ensayo y Kena duerme, pero hoy no hay ensayo, la canción de mañana es tan sencilla que decidí tomarme el día libre. Además que hoy Kena tampoco duerme, en cambio debe estar teniendo una seria conversación con Theo de la que espero nunca saber.

−¿Qué podrías saber tú?−alega Max sin mirarme.

−No soy tan estúpida como parezco−refuto con diversión.

Val se levanta y luego trae un mapa de estrellas de la vía láctea, reconozco la firma de Alec en una esquina, ahora sé de dónde sacó mi amigo la idea del cielo nocturno para la rubia.

Ella comienza a comparar hasta que señala la estrella faltante, sonrío con suficiencia.

−Liah tiene razón−se queja ella lazándole el mapa a Max.

Éste respira profundo y la mira con el ceño fruncido.

−Deja de lanzarme cosas a la cara−la señala.

Ella sólo se encoge de hombros y vuelve a tumbarse a mi lado.

Disfruto de este pequeño momento de perfección, en el que puedo imaginar un futuro diferente para mis amigos, uno en el que puedan reír fuerte, sentir cada día el sol en su rostro, comer comida decente y sentirse libres de ser ellos mismo fuera de cuatro paredes.

Es un momento precioso hasta que Theo llega y nos ordena ir a la oficina de Bastian.

−¿Qué pasa?−pregunto mientras camino junto a Val.

−La reunión tendrá que posponerse, Petrov saldrá de viaje, y creo que quiere llevarte con él.

Freno en seco.

−Necesitamos a Kena−le digo a Max, quien de inmediato lo entiende.

El ángel de la muerte va a salvarnos.

−¿A qué te ref...?−Theo también parece entenderlo.

−Sí, me refiero a eso−le respondo. Tomo la mano de la rubia y le doy un leve apretón−Val...

−Lo haré−asiente ella.

−No−el moreno de inmediato se pone a la defensiva.

−Hermano, voy a hacerlo−él intenta decir algo más pero ella no le permite hablar−No te haces a una idea de todas las cosas que he tenido que hacer sólo porque Petrov lo ordenaba, ahora soy yo quien está tomando esta decisión, Liah me ha enseñado que a veces debemos hacer sacrificios, que entre quedarse de brazos cruzados o sacrificarse, la primera opción siempre será la más dolorosa, porque entonces tendrás que ver sufrir a quienes amas sabiendo que pudiste evitarlo−ella le da un beso en la mejilla y lo desarma por completo.

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora