Capítulo 57: Radiante sol

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−¿Acaso no quieres disfrutar de mi encantadora presencia mi hermosa mariposa?−la voz de Alec llega a mis oídos como melodía−Deberías despertar, podríamos pasar todo el día en cama si quieres, pero sería más interesante que esta dejara de ser una conversación unilateral−escucharlo divagar me llena el corazón de calidez.

Este es un hermoso sueño. No quiero despertar.

Comienzo nuevamente a sumirme en la oscuridad, pero una serie de recuerdos violentos y aterradores vienen a mi mente.

Me siento sofocada, no recuerdo cómo respirar, el miedo me asfixia.

¿Dónde estoy? ¿Cuándo paró todo? ¿Ryan se detuvo? ¿O fui yo quien se rindió?

Me levanto buscando oxígeno, como si hubiera pasado siglos debajo del agua. Como un bebé que respira por primera vez.

−Hey, todo está bien−dice alguien a mi espalda, dando leves palmaditas.

Me lanzo al suelo de un salto, el pánico me nubla el pensamiento.

Tengo que salir de aquí, necesito irme, necesito saber que Kena está bien.

−Lee...−no le presto atención, me levanto y voy hacia la puerta−Oye...−me toma del brazo, pero lo empujo y escucho un golpe seco a mi espalda−¡бабочка!−freno en seco.

Miro a mi alrededor.

Este no es el cuarto 448.

Reconozco esta decoración, el marco de oro en la ventana, el color rojo de las sábanas... Y el radiante sol en los ojos de Alec.

De nuevo me quedo sin aire.

Mi mejor amigo, mi cómplice, mi otra mitad, mi segundo amor.

Está frente a mí, es real, no fue un sueño, una vez más me salvó, y lo hace de nuevo cuando me dedica una amplia sonrisa de todos los dientes y estira los brazos a ambos lados.

No vacilo ni por un segundo. Corro a sus brazos, y él me envuelve levantándome del suelo y dando vueltas sin parar.

Las lágrimas de ambos se mezclan, las carcajadas se vuelven una misma melodía y los latidos de nuestros corazones se sincronizan.

Lo abrazo por cada día que no ha estado a mi lado, dejo besos en sus mejillas por cada noche que no me ha deseado dulces sueños y río por cada chiste malo que no he escuchado en todo este tiempo.

Y siento que esa parte de mí que no puede evitar abrazar la esperanza regresa cuando me mira a los ojos, cuando toda esa luz me atraviesa y no deja espacio para el miedo.

No merezco tanto amor, pero me aferro a él, porque lo necesito, porque no tengo a nadie más que me mire de esta forma, porque siempre serán estos ojos los que me dirán que la tormenta puede ser jodidamente hermosa y también porque de la misma forma que él me ama, yo lo amo a él.

−¿Te gusta mi nuevo perfume? Lo conseguí hace unos días en una tienda en Italia...−dice mientras me deja en el suelo.

Siempre diciendo tonterías en los momentos más inoportunos.

−¿Es todo lo que vas a preguntar después de tres meses de hacerte pasar por muerto?−pregunto con el ceño fruncido intentando parecer enojada, pero sin mucho éxito, no puedo dejar de sonreír.

¡Está vivo!

−También compré uno para ti−dice con una sonrisa socarrona.

Una carcajada se me escapa y de nuevo lo abrazo, no puedo creer que esté aquí, conmigo.

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora