CAPÍTULO 8: Lista mental (Editado)

4.3K 628 237
                                    


LIANA

No tengo que obedecer las reglas de Theo. No tengo que obedecer las reglas de Theo. Me repito a mí misma. 

Cuando ingresamos al bar, miro todo como si fuese una niña a la cual han llevado por primera vez a Disney. Cierro la boca. Me gusta el ambiente. Es relajado. Hay muchas mesas con pequeños grupos de amigos bebiendo, parejas bailando sensualmente y mozos repartiendo tragos. Hay una luz tenue, discreta pero bastante cálida. Las paredes son de adobe barnizado y el techo es rudimentario. No es como los club exclusivos de Charlotte, pero me agrada.

Adrián levanta la mano, miro hacia en frente y veo a un grupo de chicos. 

Tomo un respiro. 

No se parecen a los amigos bohemios de Theo y se ven unos años mayores que yo, pero sus sonrisas y miradas curiosas me dan mucha mejor vibra que los ojos venenosos de Korina. Adrián toma mi mano y me conduce entre la gente. La acción, aunque claramente es pequeña, me hace sentir un poquito más segura. 

Después de presentarme al grupo, nos sentamos alrededor de una mesa roja . Adrián coloca un asiento para mí a su lado y me sonríe.  Dejo mi cámara de fotos en la mesa y después le echo una ojeada a todos. El par de rubios Miller y Thómas, lucen igual de frescos y buena vibra como Adrián; Camille, una morena de ojos azules, es amable y me transmite confianza, a diferencia de su novio Huk, a quien parece incomodarle mi presencia. O al menos eso creo yo.

Trato de ponerle mi peor cara.

Fallo. 

Le tengo miedo.

Pero eso no es lo que me tiene inquieta, todos aquí parecen tener el mismo tatuaje en forma de lanza. Adrián lo lleva en el cuello, Camille en la mano, el par de rubios en la parte lateral de los brazos y Huk... bueno no quiero imaginarme donde se encuentra el suyo.

Tal vez en el culo.

Eso explicaría por qué lleva esa cara de amargado.

Mientras estamos en la mesa, el mesero viene y nos deja una fuente de langostinos fritos y una jarra enorme de cerveza, a mí, me coloca una copa grande  de limoncello. Adrián me guiña un ojo y me incita a probarlo, pronto se unen Miller y Thómas. 

—Lia, te va a encantar — me animan—. Después de probar una copa, no podrás parar. Créeme. 

Sonrío. Por dentro recuerdo los consejos de mi padre: Liana, jamás aceptes el trago de un extraño.

Te daría un infarto, pa.

Antes de que pueda negarme, Adrián toma el vaso y bebe un poco menos de la mitad. 

—Solo por si no confías en nosotros — me dice, luego deja el vaso en mi lugar y se limpia los labios con un dedo. Me gusta la manera en cómo lo hace.

Aprieto las piernas.

—Podemos tener pinta de cualquier cosa, pero no somos unos hijos de puta. No lastimamos chicas lindas —me informa Miller.

—Solo en algunas ocasiones— recalca Thómas.

—Y si lo intentaran, estoy yo para vengarme introduciendo algo en sus culos — aclara Camille.

Casi me atraganto, su humor me hace recordar al de Chloe.

Bebo la mitad del limoncello. Todos aplauden y yo aprieto los ojos. En verdad es más ácido de lo que pude haber imaginado. El licor me deja una sensación caliente al final de la garganta, pero es agradable.

Cuando te enamores de mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora