CAPÍTULO 24: Gracias, Liana

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LIANA

La semana transcurrió rápido. 

Me he acostumbrado nuevamente a la monotonía de ir y venir, como lo solía hacer en Charlotte, pero esta me gusta un poco más. Todas las tardes, después de mi "repentino" trabajo con Theo, él me prepara alguna comida especial y vemos una película tumbados en el sofá. Charlamos como antes, reímos como antes y de vez en cuando me acurruco a su lado para descansar. Siempre termino por quedarme dormida y a la mañana siguiente despierto con las lamidas en mi mejilla de Kensy. 

Sí, ya no se llama bola de pelos.

No voy a negar que la tensión entre nosotros aún está ahí, latiendo, recordándonos lo que pasó en algún  roce, choque inesperado en la cocina o alguna sonrisa coqueta sin intención..., pero estoy tratando de manejar todo de una manera menos intensa y más madura. Además, sé que Theo sale con Tristán, y lo hace después de que me quedo dormida en el sofá. Así como también sé que llega muy cansado de sus "citas". Lo comprobé cuando una noche escuché sus pasos silenciosos llegando al departamento, en la madrugada.

En el caso de Adrián, no lo he visto desde que salí del calabozo del guardia Billy. Las razones son claras y tienen nombre y apellido: Theo Burckhardt. No me ha quitado el ojo de encima desde lo ocurrido y, por primera vez, creo que tiene razón. Metí la pata de manera descomunal. Hice algo ilegal, dañé a alguien y estuve a punto de arruinar mi futuro. Aunque eso no quita que tenga la necesidad de ver a Adrián. Quiero hablar con él y convencerlo de que quizás existan otras formas de hacer un cambio. Que el caos seguirá siendo caos si lo combates con malas acciones y que algún momento de la lucha, el golpe llegará.

Por todo eso, esta tarde decido llamar a Luca para que venga por mí en su motocicleta y vayamos en búsqueda de Adrián. Convencerlo ha sido fácil, aún está arrepentido por haber metido la pata, así que doy por exitosa la primera fase de mi plan. La segunda, es un poco peligrosa. Se llama: Distraer a Theo. No va a ser nada fácil, como repito, no despega la vista de mí ni por un solo minuto, pero tengo algunas armas infalibles que sé que no podrán fallar. 

Media hora antes de salir, haga una videollamada.

—¡Papi! 

—¿Hola? ¿Hola? ¿Princesa? 

Escucho la voz de mi madre decirle:

—Landon, tienes que poner la cámara frontal.

—Ah vale, qué distraído soy —dice él, entre risas.

También sonrío, porque papá y la tecnología es un caso que extraño.

—¿Cómo están? ¿Cómo está Lily?

—Ella está bien, cariño —dice mamá—. Nosotros también, solo extrañándote. 

—Ya queremos que regreses —me recuerda papá. 

—También los extraño, muchísimo.

No menciono que ya quiero regresar, porque en eso sí que estaría mintiendo. Extraño a papá y mamá, el tiempo en casa no era malo. Tengo hermosos recuerdos con ellos y una parte de mí anhela volver a casa y sentir la protección de mi cálido hogar, esa seguridad de tenerlo todo tan solo abriendo la boca, pero... también recuerdo los días grises, los días en los que veía las redes sociales de mis amigos disfrutando un sábado por la noche mientras yo me sumía en la melancolía de una película de amor. Nunca creí que necesitaba de ello, pero ahora que he probado lo que es ser libre, quiero extender la sensación lo más que pueda. 

Cuando te enamores de mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora