Capitulo 4

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    Venir a una fiesta nos es algo que me hiciera especial ilusión, de echo es todo lo contrario. En estos momentos podría estar en mi casa comiendo papitas y mirando películas infantiles junto a mi hijo y a Zeus, pero no, tenía que estar en este maldito club nocturno festejando el cumpleaños de una mujer que ni siquiera me cae especialmente bien.

- ¿Cómo la estas pasando?- El grito de Hades se escuchó por encima de la estruendosa música que había en el club. Giré mis ojos con hastío ante dicha pregunta y decidí darle un sobro a mi bebida.

- Como la mierda.- Bufé después de un rato, pensé que no escucharía ya que mi voz se perdió entre la música, pero para mi sorpresa la pequeña carcajada del Dios me dejó en claro que había escuchado claramente.

- ¿Queres bailar?

- ¿El Dios de los muertos sabe bailar?- Murmuré bebiendo por segunda vez. 

- Te sorprendería la cantidad de cosas que sé hacer...- El susurró que me dedicó detrás del oído terminó por helarme la sangre. 

Maldito Dios imbécil, había entendido perfectamente la segunda intención de sus palabras. 

¿Qué se piensa? ¿Qué por hablarme así de cerca me tendría bajo su cuerpo? Pues si sigue así, sí, para que mentir...

Hades es una belleza de hombre, no se ha cortado el cabello lo cual le da un aspecto aún mas salvaje y esos ojos... Jesús, esos ojos verdes que me ven con fiereza cada vez que chocamos miradas me hacen temblar.

Pero no, no podía caer por segunda vez bajo sus dulces palabras. Nuestro tiempo de amar había pasado, él tenía a otra persona y yo... yo tenía un maldito consolador con tres velocidades.

- Vamos a bailar...- Susurré luego de empinar mi vaso de alcohol. 

Bailar es algo inocente ¿No? Después de todo solo nos divertiríamos, si, no tiene nada de malo.

Levanté mi perezoso cuerpo de la silla donde me encontraba y seguí a Hades entre la multitud, mi idea era bailar calmados y pasar desapercibidos pero al parecer el señor inframundo tenía otros planes ya que me condujo directamente hacía el medio de la pista. Había bastante gente y probablemente nadie nos miraría, pero eso no impedía que la vergüenza aumentara a medida que tomábamos lugar. 

De improvisto tomó mi cintura entre sus manos, pegándome a él.

- ¿Nerviosa?- Su susurro altanero no hizo más que enojarme, obviamente que lo estaba pero no tenía porque saberlo.

Suspiré tratando de calmar los rápidos latidos de mi corazón, rodee su cuello con mis brazos y tiré de él acercándolo más a mi. Estábamos a escasos centímetros, cualquiera podría estirarse y cortar toda distancia pero ambos sabíamos que ninguno haría algo así.

La música resonaba con fuerza a nuestro al rededor, llegando a ser ensordecedora pero al parecer no era algo molesto para el Dios el cual pegó su cadera aún más a la mía.

¿Qué habría sido de nosotros si hubiéramos escuchado al corazón? Probablemente nuestra vida hubiera sido otra... quizá estaríamos en este mismo lugar completamente enamorados, juntos y besándonos ocasionalmente.

 Para cuando volví a mis sentidos me encontraba mirando los labios de Hades, se veían húmedos y rojizos gracias al alcohol. Me dedicó una sonrisa de boca cerrada y giró mi cuerpo, colocando mi espalda sobre su pecho.

- Si seguís mirándome así vas a matarme.- Gruñó detrás de mi oído sin dejar de bailar, aunque si bajo la intensidad ya que nuestro baile no pasaba de un lento vaivén. 

Hola, papá. (PRÓXIMAMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora