Capitulo 2

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   Las mañanas antes de la llegada del Dios eran calmas, algunos gritos de Eros con Zeus o peleas cotidianas por parte de algún integrante de esta casa, pero desde que él llegó todo cambió.

Ya hacía una semana que Hades se había instalado en casa... sí, se instaló en mi maldita casa sin siquiera preguntar, al parecer hay cosas que nunca cambian.

Carlo no podría estar más que encantado con la idea de tener a su padre acá, Eros se siente en paz al tener con quien compartir la paternidad y Zeus... bueno, él esta intentando conquistar a Olga, nuestra vecina.

¿Acaso soy la única que se siente intranquila? Casi no puedo dormir, perdí el apetito y las ganas de dar clases.

Todo es tu maldita culpa Dios inútil. 

- ¿Andrómeda?- La voz de Eros logra disipar todos mis pensamientos.

- ¿Qué pasa?- Pregunté en un susurro bajando el libro que anteriormente estaba tratando de leer.

- ¿Qué te hizo ese pobre libro? Estas apretando y doblando sus hojas...

Quité mi vista del rubio para posteriormente posarla en el pobre libro que efectivamente se encontraba arrugado e incluso roto entre mis manos... bien, ahora soy una asesina.

- ¿Por qué tenía que volver?- Susurré de pronto.

- Supongo que... No lo sé, Dromeda...

- Odio ese maldito apodo.- Gruñí con una sonrisa.

- Tu nombre es demasiado largo, hay que economizar.- Rió.

- Voy a preparme un té ¿Queres uno?- Pregunté levantándome del sofá. Eros negó y se dispuso a tomar el libro que me había encargado de romper, vi como suspiró levemente antes de intentar devolverle a las páginas su forma original.

Caminé sin prisas hacia la cocina, después de todo no tenía nada planeado para este día aparte de ir a buscar a Carlo al colegio... Divagué entre el té y una copa de vino tinto, no, no debía beber tan temprano.

Tomé un sobre de manzanilla de la despensa y lo coloqué sin más dentro de la taza con agua caliente.

Hades no lograba salir de mi maldita cabeza, ahora mismo mientras veo la manzanilla y el agua hacerse una sola solo puedo imaginármelo a él... desnudo, sudoroso, hirviendo en agua caliente, sufriendo...

¿Se nota el rencor? ¡No puedo evitarlo! 

Lo peor es que por estos seis años me dediqué a olvidar todos los sentimientos que alguna vez tuve por Hades, pero solo bastó verlo una vez más para que esos malditos sentimientos humanos renacieran en mí por segunda vez. 

- ¿Humana?- Dios, no, no quiero estar a solas con él.

- Hola.- Susurré escondiendo mi rostro detrás de la humeante taza.

- ¿Cómo estas?- Nerviosa de verte nuevamente.

- Bien, normal.- Reí levemente.- ¿Vos?

- Nervioso.- Murmuró tomando lugar a mi lado, moví mi cuerpo inconscientemente buscando alejarme de él.

- ¿Por qué?- ¡No seas chismosa, carajo! ¿Pa que huyo del lobo si después voy de estúpida a hacerle conversación? Ya llévame Jesús.

- No lo sé...- Suspiró bajando la cabeza.- Me da miedo hacer algo mal con Carlo, después de todo no tengo idea sobre como ser padre.

- No es algo que tengas que saber ya, Hades.- Respondí dejando mi taza a un lado.- Yo no tenía idea sobre como ser mamá y mírame ahora, no lo hago tan mal.

Mis palabras lograr robarle una pequeña carcajada al Dios, la vibración de su risa caló dentro de mi pecho con fiereza.

- No sé, humana ¿Y si lo hago mal?

- Estaré acá para golpearte duramente por eso.- Reí. Mi vista divago por la cocina con calma, en seis años nunca se me cruzó por la cabeza estar nuevamente conversando con Hades de forma tan amena.- ¡Ay carajo, mira la hora! 

- ¿Qué pasa con la hora?

- ¡Tengo que ir a buscar a Carlo!- Dejé el té por la mitad sobre la encimera y salí disparada de la cocina sin siquiera esperar respuesta del Dios. Corrí directo hacía la puerta, tomé mi abrigo del perchero y las llaves de la casa junto con las del auto, no me gustaba utilizarlo ya que prefería caminar pero viendo el horario se me haría más fácil utilizarlo.

Para cuando llegué al garaje a buscar mi maravilloso fusca me encontré con la no tan grata sorpresa de ver a Hades ya sentado e incluso tenía el cinturón de seguridad puesto. 

Alcé mi vista ante su presencia ¿Cómo había llegado tan rápido? Mi ceño se frunció al ver la respuesta en sus labios, el muy imbécil había modulado una muy clara frase.

"Soy un Dios"

Gruñí por lo bajo y sin más me adentré en el auto.

...

El viaje fue silencioso y calmo, ninguno se molestó en hablar más sin embargo no era un silencio incomodo. Por mi parte me encontraba concentrada en conducir y en lo posible no atropellar a nadie nuevamente... 

Para cuando llegamos al colegio los niños aún no habían salido, ni siquiera había sonado el timbre así que nos dispusimos a salir del auto y esperarlo en la entrada del lugar.

Algunas miradas libidas se posaron en Hades tan pronto como su presencia apareció frente al instituto... ¡Incluso el conserje lo miró! Nunca fui una mujer celosa ni mucho menos, solo me parecía extraño e incómodo que lo miraran como si se lo quisieran comer estando yo junto a él.

Sí, no eramos pareja ni nada ¡Pero ellas no lo sabían! 

- ¿Estas bien?- Susurró el Dios por lo bajo.- Incluso estas echando humo...

- Callate, imbécil.- Bufé adelantando mis pasos a los de él.

- No estés celosa, humana.- Se burló. Giré mi cuerpo con rapidez, mis ojos se clavaron en los suyos con fiereza tan pronto lo tuve deltante.

- Yo jamás voy a estar celosa por vos.- Murmuré haciendo enfasis en cada palabra soltada.

- Hace un segundo parecía lo contrario.

¿Qué te pensas? ¿Qué por tener labios carnoso, pelo largo, un cuerpo de infarto, unos ojos verdes... un...?- Negué con la cabeza, me estaba hundiendo mas.- Olvidate, no estoy celosa.

- Como digas, humana.- Se burló alejándose de mi. 

¿Qué onda Jesús? Te lo llevas o te lo mando.

¿Qué onda Jesús? Te lo llevas o te lo mando

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Hola, papá. (PRÓXIMAMENTE)Where stories live. Discover now