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Adelaida anduvo por aquellas calles, rumbo a aquel taller. Él dinero lo llevaba en aquel maletín, pequeño y oscuro. La comida con Greco fue bien, con muchas risas. La chica llegó al taller, encontrándose con Armando, Chino y Evo. Todo estaba tranquilo, ni un solo auto para arreglar. Estos al verla llegar, sonrieron. Chino se acercó primero. -Buenos días señolita.- dijo con una sonrisa. -buenos días chino, aquí traigo "mi currículum"- dijo sonando normal. Ellos ya sabían que era. -bien, sigame. Acompañeme al despacho.- dijo un Armando yendo hacia un despacho de allí. Le siguió bajo la atenta mirada de sus compañeros.

Una vez dentro, con la puerta cerrada y pestillo, Adelaida puso él maletín encima del escritorio. Armando lo abrió, viendo todo aquel dinero robado de él día anterior. Mientras él mayor contaba él dinero, Adelaida le miraba para recibir una respuesta. -veo que está todo... Bien...- dijo él hombre con una sonrisa. Luego miró a Adelaida, la cual seguía mirándole. -tengo una cosa que comentarte. Tu lo coges o lo dejas....- dijo este mirando a la niña. -claro, ¿que es?- dijo la chica esta vez cruzada de brazos. Estaba algo impaciente, era un poco tarde. Seguro que Horacio volvería a casa y se alarmaría por no verla en casa.

-te propongo un puesto en él taller. Así podrás recibir mas pasta, a parte de los trabajos que hagamos.- dijo Armando. Este sabia que la tapadera de Adelaida no seguiría mucho en pie, así que esta oferta no podría negarla. La chica por otro lado se puso a pensar, llegando a la conclusión de que no tenia otra que aceptar. -claro, me gustaría trabajar aquí.- dijo la chica con una sonrisa. -bien, vamos fuera. Entras a trabajar en dos días. Te tengo que encontrar un traje que te sirva.- dijo él hombre saliendo del despacho. La chica fue tras él con una sonrisa, ya tenía forma de acceder a mas informacion.

-Adelaida, este es Segismundo. Un amigo nuestro.- dijo Gustabo en él salón con una botella de ron. Era ya de noche, las once exactamente. Él chico de jersey naranja miró a la chica con una sonrisa. -así que esta es tu hermana, no me dijiste que era tan guapa... ¡Ay!- soltó un quejido gracias a la colleja del mayor. Adelaida miraba al trio analizándolos con la mirada. Había varios porros encendidos, a demás de un pequeño polvo blanco en la mesa. Efectivamente, estaban mezclando drogas con alcohol. Cosa que enfadó a la chica. Haciendo que cogiera las llaves de nuevo y saliese por la puerta de la entrada. La molestaba que sus hermanos tomaran esas cosas, podían sufrir un coma etílico o algo peor por eso. Anduvo por la calle, que para su mala suerte, estaba lloviendo.

Bajo la lluvia de aquella ciudad, Adelaida estaba camino a la casa de Horacio. Que aunque no estuviera su dueño, ella entraría igual. La lluvia cayó mas fuerte, Adelaida seguía dando vueltas al tema. Solo él sonido de un claxon la hizo salir de allí. Aquel sonido provenía de un coche, él cual paró justo enfrente de Adelaida. Esta, al darse cuenta, miró en dirección al auto, encontrándose a Manolo dentro. -¿que haces aquí? Sube, vamos.- dijo desde dentro del coche. La chica se subió a los pocos segundos, mientras Manolo colgaba él teléfono. Una vez cerrada la puerta la chica miró a su amigo.

-no sabia que tus hermanos te dejaban estar a estas horas fuera de casa- dijo él chico con la mirada en la carretera. La chica suspiró recordando lo que pasó. -salí de casa sin su permiso. Me enfadé con ellos y iba a casa de Horacio.- dijo Adelaida mirando por la ventanilla. -no se que habrán echo, pero para enfadarte nada bueno.- dijo Manolo mirándola de reojo. La chica todavía algo enfadada le miró, dando a entender que mejor no sacar él tema mas. A Adelaida le fastidiaba mucho ese tema, hasta tal punto de no tener paciencia. -la organización... Hemos pensado que podrías vivir con nosotros. Al jefe le has caído bien, hasta nos hizo a Tonet y a mi hacerte la habitación....- mientras él chico explicaba, Adelaida pensaba. Si negaba, demostraría que seguía teniendo un afecto increíble con la policía. Si aceptaba, significaba saber cosas mas ocultas de la mafia. Además descubriría quien es él calavera de una vez por todas. -claro, me encantaría ir a la sede- dijo Adelaida con una sonrisa. Ella sabia que la dolería dejar a sus hermanos solos, pero había que arriesgarse.

-solo estamos Chino, tu y yo. Los demás creo que fueron a hacer una joyería. Sigueme, vamos a tu cuarto.- dijo Manolo subiendo las escaleras. Adelaida ya no estaba tan mojada, solo necesitaría una ducha y ponerse un pijama para dejar secando su ropa. Llegaron a una habitación de paredes azules pastel, muy bonito a los ojos de la chica. Había una cama en él centro de aquella habitación grande, con sus respectivas mesillas de noche. A la derecha de la puerta, se encontraba otra que daba al baño.  Había un armario a la izquierda de la puerta de entrada, de color blanco crema. A la chica la gustaba, cosa que Manolo notó. Adelaida deseaba desde pequeña temer la habitación azul. Ella recordaba siempre sus cuartos o rosas, o blancos. Adelaida sonrió al mirar la habitación.

-tienes ropa en él armario, él jefe dijo que la dejásemos ahí. Por cierto, mañana viene él jefe, descansa- dijo Manolo saliendo por la puerta. Adelaida, una vez sola, fue a darse una ducha. Era consciente que a partir de ahora estaría alejada de sus hermanos, aunque a ella la doliera. En una semana hablaría con Conway de lo que sabe, y avanzar en la investigación. Salió de la ducha Ya vestida y seca, sentándose en la cama y pensando. Mañana tendría que ir a por unas pocas cosas a casa de Gustabo, encima también a la de Horacio. En definitiva, iba a ser un día duro.

Con Ellos (rolplay y tu)Where stories live. Discover now