𝕾𝖎𝖊𝖙𝖊

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Con una leve sacudida por parte de alguien me despierto, siento el suave y empalagoso aliento de Coral cuando choca en mi oído izquierdo.

— Despierta, tenemos que ayudar a Juliet.

Me levanto de la cama sin muchos ánimos y tallándome los ojos para desaparecer las lagañas de ellos.
Hoy es nuestro día de guardia, por decirlo de alguna manera; caminamos a la par directo a la enfermería, en donde la luz blanca me cala en los ojos y tengo que parpadear repetidas veces hasta acostumbrarme a la luz.

Juliet administra unos cuantos líquidos a un suero conectado por tubos al brazo de Pearl. El Jailer tomo la dura decisión de administrarle alimentos a la chica por medio de ese suero.
No sabría decir si es un buen plan, para realizar todo esto mantienen a Pearl dormida, la primera vez que intentaron hacerlo con ella consciente casi aniquila a Juliet y a los guardias; su cabello rubio está enmarañado, lleva unos cuantos pegados en sus labios. Ella ya no es la misma de antes, ahora tiene sus ojos sumidos y casi morados, está más flaca, tanto así que debemos estirarle más a los cordones del short para ajustarlos bien a sus caderas, es todo un completo saco de huesos.

Ayer ella intentó comer algo en el almuerzo, pero cuando terminó su comida no pudo mantenerla dentro por mucho tiempo, todas escuchamos como se fue corriendo a su habitación para expulsarlo todo por la boca.

— Es por provocarse el vomito desde hace tiempo, su estómago ya no puede retener nada.— nos explicó Juliet.

Al instante me preocupé por ella. Tuve que decirle al Jailer lo que estaba sucediendo para que hiciera algo, si, tal vez soy una entrometida o chismosa, pero en mi defensa puedo decir que no esta en mis planes ver a alguien más morir. Si es de que eso sirve para defenderme.

Estábamos él y yo en la habitación horrorosa, se notaba que estaba exhausto por todo lo que me hizo, su pecho subía y bajaba con irregularidad, tanto así que creí que no se iba a recuperar, "me van a acusar de haberlo matado", pensé.
Sin importarme qué me cortara la cabeza en ese mismo instante decidí ofrecerle unas cuantas ideas para salvar la vida de Pearl, cosa que, en ese entonces, el no sabía.

— Veré que puedo hacer.

Mis pocas ideas fueron: atar a Pearl a su catre, taparle la nariz y darle por lo menos un licuado, después, taparle la boca con cinta para así evitar que se le saliera el vomito.

Obviamente la mente del Jailer funciona mejor que la mía, por eso estamos aquí.
Coral me toma de la mano y la aprieta, se que detesta ver a Pearl de esta manera pero para nuestra fortuna, Pearl todavía puede caminar y hablar, se que se mantiene fuerte por nosotras.

— Ya no quiero estar así— susurra, Juliet se sobresalta pues se supone que la chica estaba dormida.

La ayudo a incorporarse mientras Coral acomoda las almohadas en su espalda, tomo un vaso con agua para remojar sus pálidos y agrietados labios.
Sus ojos me dicen un "gracias" cuando vuelvo a verla; esta vez lleva puesto una bata de hospital, le queda grande, bien podría servirle de sábana.

Después de un tiempo ella se queda dormida, Coral esta recostada en otra camilla a su lado mientras que yo me mantengo sentada a sus pies.

La enfermería es otro de los lugares que menos me agrada de aquí, si volteo hacia el escritorio puedo ver el cuerpo de la chica que se suicidó tendido en el suelo con un charco de sangre a su alrededor.
Por lo menos a Pearl no le esperará una muerte tan sangrienta, en cambio a mi, tal vez me disparen a la cabeza cuando tenga cinco años aquí dentro o tal vez Barron sea el encargado de asesinarme a latigazos, dejándome desangrar en la maldita habitación oscura.

Prisionera de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora