𝕮𝖚𝖆𝖙𝖗𝖔

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El día de hoy todas vestimos de negro, otro firme recordatorio de la muerte que nos espera a alguna de nosotras pronto. Tal como le sucedió a la chica que dormía enfrente de mi habitación.

Después de la comida ya no volvimos a saber de ella y en la noche no apareció, todas, o bueno, por lo menos yo creí que estaba descansando en enfermería pero en la mañana tampoco estaba.
Cuando desperté tenía un conjunto de color negro reposando sobre la esquina de mi cama, entendí a medias lo que significaba.
Fue hasta el desayuno cuando Juliet nos contó a todas que la chica había tomado un objeto punzo cortante de la enfermería y se había cortado la garganta.
Casi nadie le creyó, pero nos dijo que ella seguía tirada en el suelo, por si queríamos ir a visitarla.

Espero a que Juliet termine de servir el plato para Candy, ayer todas nosotras tuvimos un tiempo juntas para conocernos mejor. Candy es de mi edad y es... la más voluptuosa de todas, pero es linda en definitiva; fue castigada por Juliet en la noche, se acabo la mitad de la comida que estaba en el refrigerador en la madrugada y la nana no tuvo mas opción que encerrarla en una celda.

— Gracias.

Gracias a Genny y mis recorridos matutinos ahora se donde se encuentra cada lugar, es fácil encontrar las cosas aunque a veces parece un completo laberinto. La puerta de metal es imposible de abrir a menos de que tengas una pulsera como Genny o Juliet pero hay una pequeña rendija para pasar la comida en la parte de abajo.

— ¿Candy? Soy yo, Laris... te traje algo de comer...— paso con cuidado la bandeja por la abertura.

Del otro lado se escuchan los sollozos de la chica, es un alivio, temí que estuviera muerta ahí adentro, siento su mano sobre la mía y como la aparta para tomar la bandeja.

— Gracias... perdón por casi acabarme la comida.

— No te preocupes, nadie está molesta contigo.

Y es verdad, a nadie le importo que Candy arrasara con el refrigerador, todas sabemos que el Jailer quiere que estemos comiendo bien así que no me sorprendería que para mañana tengamos dos refrigeradores más.

Por lo que Genny me cuenta, el Jailer es un señor adinerado, obtiene todo lo que quiere, literalmente. Ella no vino hoy a visitarme, no se por qué, tal vez de rato se aparezca por aquí con una sonrisa muy reluciente; aún así, no me siento sola, tengo a Rose y Coral esperando en mi cuarto para pasar el rato, como lo hemos estado haciendo desde hace dos días.

Al pasar por el pasillo ninguna voltea a verme, cada quien está charlando con alguien, mientras las veo intento memorizar sus nombres.

En el cuarto ocho tenemos a Amely, la chica pelinegra que no come carne junto con Pearl, otra chica rubia de preciosos ojos azules, labios rosados y piel que parece de porcelana.
En el cuarto número seis tenemos a Resee, la única pelirroja de nuestro grupito y la más bajita al parecer, habla muy tranquilamente con Sabann, la segunda chica de piel morena y una sonrisa espectacular.

Todas aquí son una completa obra de arte, las podría dibujar y cuando llegue el momento de salir de aquí sus retratos estarían colgados en algún museo.
La imaginación que tienes es grande.

Llego a mi cuarto, las chicas están tendidas en el suelo y tienen la mirada fija en el techo. Tal vez recordando cosas de su vida, tal vez pensando en un plan para salir de aquí... tal vez en ninguna de las anteriores y yo solo estoy pensando idioteces.
Me acuesto junto a ellas, sin embargo, no soy capaz de recordar nada en estos momentos.

— ¿Algún día saldremos de aquí?

— No sin morir en el intento— Rose parece desalentarse, cualquier pizca de esperanza que haya brillado en sus ojos se ha esfumado con mis palabras. Pero ella sabe que no miento, la esperanza no tiene cavidad en este lugar.

Prisionera de la CoronaWhere stories live. Discover now