Capitulo 2

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Son míos. 

La mirada de la latina se clavaba con desagrado sobre el alemán quien le daba una mirada con desinterés, pareciendo que buscaba otra cosa y no le interesaba la situación real en la que se encontraban

-- ¿Qué mierda hace este ser inmundo en mi casa? – le pregunto tanto a la italiana como a la nipona demandando una respuesta sin despegar su mirada del alemán que permanecía callado analizando a la latina

-- Queremos un favor – dijo sin rodeos la asiática ganándose una mala mirada llena de reproche por parte de la europea

-- Yo no me meto en sus pelotudeces así me paguen – respondió seca y se dio la vuelta yendo rumbo a la ventana de la habitación para abrirla y dejar entrar al gato que demandaba a gritos entrar sintiendo la mirada del alemán sobre su nuca de una forma algo violenta al ser tan poco discreto

-- No hace falta faltarnos al respeto niña. – comento el alemán con un tono de voz frio y seco, molesto con la forma tan pedante y superior con la que la latina parecía hablarles

-- Usted se calla, en mi casa yo hablo como se me da la gana. – le respondió mirando al alemán sobre su hombro mientras cargaba al felino en brazos como si se tratase de un bebé

El alemán estuvo a punto de responder como siempre en un tono de voz brusca y tajante pero queda con las palabras a medio salir de su boca al ser cortadas por el estridente llanto desde afuera de la casa

-- ¿Qué mierda hicieron manga de imbéciles? – les pregunto la bicolor con enojo mirando a los tres extranjeros antes de dejar a su gato en el suelo y comenzar a caminar rápidamente hacia de donde venía ese llanto, el alemán miro con cierto horror a sus dos colegas como si fuera la muerte de alguien la presencia de ese llanto y no tardo en salir detrás de la latina en un intento de detener su andar

-- No hicimos nada, ven aquí – le dijo la nipona yendo detrás de los dos más jóvenes

-- Son mis hijos, déjalos – se escuchó al alemán demandarle a la latina que se volvió a mirarlo deteniendo su andar en el umbral de la puerta

-- Ah mira vos – soltó la bicolor con cierto sarcasmo y de todas formas siguió su camino ganándose que el alemán se enojase y le agarrase del brazo deteniendo su andar de una sola vez

-- No. – le dijo con firmeza, la bicolor lo miro y luego a la mano de este, los llantos cada vez se escuchaban con más y más desespero

-- Lloran. – le dijo la latina cediendo un poco en su accionar, el alemán miro sobre la latina hacia el auto y jalo de esta para apartarla de su camino y acercarse al auto a un paso bastante apresurado, todo bajo la mirada de la latina que fue detrás de este

El alemán ignoro por completo la presencia de la latina, pasando toda su atención a sus hijos que lloraban con desesperación, cargándolos ambos y apoyándolos contra su pecho para tratar de calmar el llanto de estos

La latina guardo algo de distancia mientras escuchaba los murmullos del alemán para con los dos bebés que pausaban sus sollozos

-- Te dije que eran míos. – dijo con una intranquila voz baja el alemán mirando de reojo a la latina que lo observaba aun con suma desconfianza, volviendo a enfocar su atención en los bebés que se aferraban a la tela del uniforme del alemán

-- Córrete, llévalos adentro que les va a hacer mal el aire – le ordeno al alemán antes de con cuidado tomase el moisés de dentro del auto y dándole una seña para que fuera hacia la casa pero a lo que no obedeció, no quería tener a la bicolor detrás sin poder defenderse de esta que pese a no ser una amenaza inminente no dejaba de ser una amenaza en si

-- Las damas primero. – le respondió imitando el leve movimiento de cabeza de la latina para que esta fuera adelante, lo que a esta tampoco le hacía mucha gracia tampoco, por lo que en un intento de no ceder ninguno terminaron por caminar a la par con bastante distancia entre ambos hasta la casa

La italiana y la nipona permanecían en el porche de la casa esperando a ambos, las dos se miraron con cierta desconfianza hacia la situación, más por las caras de amargura que parecían portar los dos más jóvenes

La latina simplemente paso de largo a la casa y el alemán paro unos instantes para reprochar con la mirada a las dos mujeres habiendo confirmado su advertencia de que la latina le daba mala espina por algo

-- Siéntense – pidió la latina a los tres extranjeros, orden que los tres obedecieron a su propio ritmo más el alemán no duro mucho sentado pues uno de los pequeños amagaba a volver a llorar si dejaba de ser mecido -- Calma a ese, yo te cuido al otro – le dijo al alemán estirando sus brazos pidiendo que le diera a uno de los bebés, el alemán simplemente la miro mal, como negándose a dejarle uno de sus hijos – Dale, no va a pasar nada – insistió aunque sonaba más como una orden

El alemán dudo un par de segundos, estando en completa negativa ante la idea, terminando por ceder al ver las gruesas lagrimas acumularse en los ojos de ambos niños y como el que supuestamente estaba tranquilo volvía a soltar lloros bajos que avecinaban un llanto fuerte por lo que a regañadientes se acercó un par de pasos hacia la latina y dejar que tomase al niño que parecía más tranquilo en esos momentos para así poder intentar con calma que la niña dejase de llorar

El niño una vez en los brazos de la latina fue acomodado contra el pecho de esta y recibió suaves caricias en sus mejillas y en su espalda pequeñas palmadas, la respiración entrecortada del niño se escuchaba acallarse de a poco en lo que el alemán le daba su total atención a la niña que solía serle más demandante

Pese a estar concentrado en la niña y en su llanto, no dejaba de controlar las acciones de la bicolor que paso a estar embelesada con el niño que tenía en brazos

-- Necesitamos que te los quedes. – dijo el alemán mirando a la niña, la latina arrugo la nariz con desagrado ante la idea, no por la idea en sí, sino en la forma en la que fue puesta en la mesa, aunque si algo debía de decir que más le molestaba fue ese tono desganado que uso el europeo, cual si fuera una simple tarea que hacía meses buscaba relevar 


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Entre rosas y pólvora.Where stories live. Discover now