2. xxviii. the end of injury time

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Venus abrió la boca, pero ninguna palabra salió de ella, en cambio un grito amortiguado procedente del castillo resonó en la torre.

—Hay alguien que está defendiéndose con uñas y dientes —observó Dumbledore con tono despreocupado—. Pero dices que... ah, sí, que has conseguido introducir mortífagos en mi colegio, algo que yo, lo admito, consideraba imposible. ¿Cómo lo has logrado?

Pero Malfoy no respondió: seguía observando a Venus; parecía casi tan paralizado como Harry.

—Quizá tengas que terminar el trabajo tú solo —apuntó Dumbledore—. Tal vez mi guardia haya desbaratado los planes de tus refuerzos. Como quizá hayas observado, esta noche también hay miembros de la Orden del Fénix en el castillo. Pero bueno, en realidad no necesitas ayuda. Me he quedado sin varita y no puedo defenderme. —Draco pasó sus ojos a Dumbledore de nuevo—. Entiendo —prosiguió con tono cordial al ver que Malfoy no hablaba ni se movía—. Temes actuar antes de que lleguen ellos...

—¡No tengo miedo! —le espetó Malfoy de repente, pero sin decidirse a atacarlo—. ¡Usted es quien debería tener miedo!

—¿Por qué iba a tenerlo? No creo que vayas a matarme, Draco. Matar no es tan fácil como creen los inocentes. Pero dime, mientras esperamos a tus amigos, ¿cómo has conseguido traerlos aquí? Veo que has tardado mucho en hallar la manera de hacerlo.

Daba la impresión de que Draco estaba reprimiendo un impulso de gritar o vomitar. Tragó saliva y respiró hondo varias veces sin dejar apuntarle con la varita directamente al corazón.

—Tuve que arreglar ese armario evanescente roto que nadie utilizaba desde hacía años. Ese en el que el año pasado se perdió Montague.

—¡Aaaah! —La exclamación de Dumbledore fue casi un quejido. Cerró los ojos un momento y dijo—: Muy inteligente... Supongo que la señorita Rosier te ayudó.

—No —espetó demasiado fuerte como para que alguien le creyera—, ella no tiene nada que ver con esto. No meta a Venus, ni siquiera sé qué hace aquí.

Volvió su mirada a Venus que estaba completamente paralizada.

—El armario, tiene una pareja, ¿cierto? —artículo Dumbledore llamando la atención de Draco.

—El otro está en Borgin y Burkes —reveló el rubio—, y entre ellos se forma una especie de pasadizo. Montague me contó que cuando lo metieron en el de Hogwarts, quedó atrapado como en un limbo, pero algunas veces oía lo que estaba pasando en el colegio y otras lo que ocurría en la tienda, como si el armario viajara entre los dos sitios, aunque él no lograba hacerse oír por nadie. Al final consiguió salir y se apareció, a pesar de que todavía no se había examinado. Estuvo a punto de matarse. Todo el mundo quedó muy impresionado con su relato, pero yo fui el único que supo lo que significaba; ni siquiera Borgin lo adivinó. Yo fui el único que comprendió que podía haber una forma de entrar en Hogwarts a través de los armarios si lograba arreglar el que estaba roto.

—¡Vaya astucia! Y así es como han venido los mortífagos para ayudarte, desde Borgin y Burkes... Un plan muy ingenioso, sí señor, muy ingenioso. Y, como bien dices, en mis propias narices.

—Sí —dijo Malfoy, y curiosamente parecía extraer alivio y coraje de las alabanzas de Dumbledore—. ¡Sí, era un plan muy inteligente!

—Pero ha debido de haber momentos en que no estabas seguro de si conseguirías arreglar el armario, ¿verdad? Y por eso recurriste a métodos tan rudimentarios y tan mal vistos como enviarme un collar maldito que tenía muchas posibilidades de ir a parar a otras manos, o envenenar un hidromiel que no era probable que yo llegara a catar...

DEMONS, draco malfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora