Vanesa se quedó muda, tragó saliva a la vez que su cabeza trataba de decidir que decirle; si le decía la verdad se enojaría y si no la decía...

— Dime la verdad, ¿él fue contigo? —por lo visto también.

— Si —inspiró hondo e hizo frente a la situación. La expresión del rostro de su hermano se volvió fría de pronto, no había mas bromas... y al verlo de esa manera Nes no podía imaginar que algún día llegara a perdonar a su amigo de la infancia.

— Papá te había prohibido verlo, Vanesa —los ojos de ella se pusieron vidriosos cuando le escucho llamarle por su nombre completo—. No esta bien lo que haces.

— ¿Por qué? —reprimió las lágrimas— Él solo quiere que yo y el bebé estemos bien, tu mismo lo dijiste es por nuestro bien. Tenía todo el derecho de ver la primera ecografía... Yo lo necesitaba ahí. ¿Por qué no eres capaz de valorar su valor y su responsabilidad por sobre tu enojo con él? Tony, Kevin se quedó, se hizo cargo... No se borró como habrían hecho tantos otros...

— No se trata de lo que hace, si no de lo que hizo y no debió hacer —él negó a la vez que un gruñido brotaba de sus labios—. Era mi amigo, Vanesa, y se metió con mi hermana... con una menor. ¿Te das cuenta que podría denunciarlo? Ganas no me faltan...

— ¡No! —su grito se escapo a la vez que la lágrimas— No, por favor... No...

Ambos hermanos había olvidado la presencia de Pamela, que les miraba, con deseos de intervenir, pero sabiendo que no era posible. Sin poder seguir ahí, como una intrusa, se excusó y sin ser tomada en cuenta se escabulló a la cocina.

— Dame una sola razón para no hacerlo... —la retó Tony conteniéndose para no golpear algo.

— Lo amo... —en la desesperación lo confesó, sabía que mas tarde se arrepentiría pero debía intentar todo con tal de protegerlo— Si le haces daño a él me lo harás a mi... Enójate conmigo también. El error no lo cometió solo, yo soy tan culpable como él...

Las palabras de Nes habían dejado mudo a su hermano. Racionalmente ella tenía razón, pero no era capaz de cargarle a ella con la culpa. No podía a imaginar a su hermana en una relación con su amigo. No, conocía el tipo de parejas que había tenido Kevin... Sabia de lo que era capaz, que buscaba en las mujeres. Y no quería a Vanesa en ese lugar.

— Eres tan solo una niña, Vanesa —le regaño con dureza—. No tienes idea de lo que haz hecho, ni a lo que debes enfrentarte. ¡Mierda, Vanesa! ¡Tan solo tienes 17 años! Si él ha sido el culpable de meterte en esto... —cerró sus manos en puños— las pagará. Te aseguró que jamás podrá olvidarse en que se ha metido.

— Por favor, Tony —rogó Nes destrozada—. No te ensañes con él... Por favor... prométeme que no le harás daño. Es tu amigo.

— Lo siento, no soy capaz de prometerte eso —se dio la vuelta para no verla llorar más—. Además, yo ya no lo conozco, ya no puedo llamarle amigo.

Así como había llegado, se marchó dejando tirada en el suelo la ecografía de ella. Vanesa solo supo llorar entre los brazos de su amiga, que había salido de la cocina en el momento oportuno para evitar que se dejara caer al suelo.

— Sh... Nes, todo va estar bien —Pamela le susurraba al oído mientras la mecía.

— Todo es mi culpa —miró a su amiga mientras se maldecía por dentro—. Tengo que avisarle.

Se puso en pie y se secó las lágrimas a manotazos, aunque fue inútil pues volvieron a brotar de sus ojos al recoger el papel de la ecografía que estaba en el suelo.

— ¿Lo vas a llamar? —le preguntó mientras la seguía a su habitación.

— No, tengo que decírselo en persona —agarró su campera y sin importarle si la iban a castigar ni si a alguien le preocupaba su ausencia se encamino a casa de él.

Kevin se quedó sorprendido al verla en su puerta con los ojos rojos de tanto llorar y la hizo entrar sin demora.

— ¿Qué paso? —le hizo tomar asiento— ¿Él... ya sabes... volvió a molestarte?

— No, no es eso —Nes no pudo evitar estremecerse al recordar a Diego—. Kevin, mi hermano quiere denunciarte... Tenemos que decir la verdad... No puedo permitir que lo haga...

— ¿Denunciarme? —no lograba entender que era lo que quería decirle entre tanto balbuceo— Nes, cálmate y habla claro... ¿A quien van a denunciar y por qué?

—  ¡A ti! —le dijo desesperada— Tony quiere denunciarte, porque esta enojado contigo... y puede hacerlo... Kevin, supuestamente te metiste conmigo y soy menor...

— Okey... —se paso una mano por el rostro— Tranquila, ya veré que puedo hacer. Yo lo arreglaré... No llores más ¿si?

— Solo tienes que decir la verdad... Si les digo a mis padres que... que me violaron, no será tu culpa —Nes no podía parar de llorar por más que lo quería.

— ¿Tu quieres decírselos? —la miró fijo esperando una respuesta.

— Lo haría para salvarte de esto.

— No fue lo que pregunte. ¿Quieres decírselos? —volvió a preguntar de modo serio.

Vanesa no se atrevió a hablar, le avergonzaba su miedo, solo negó con la cabeza.

— Entonces no se diga más... Yo me las arreglo —dijo sin  dejar posibilidad a reclamar.

— Kevin...

— Nada —el enojo había trasformado su mirada usualmente dulce—. Vete a casa, Nes... Yo me las arreglare.

Ella se quedó sentada dudando si obedecerle o no. ¿Por qué él se arriesgaba tanto por ella? ¿Por qué no le permitía salvarle de eso? El dolor y la culpa aumentaron en su pecho. Había logrado que dos amigos de todo la vida se pusieran uno contra el otro.

— Vuelve a tu casa ya, Vanesa —le gritó Kevin alterado por los nervios que sentía y enseguida se arrepintió cuando la vio abrir los ojos, sorprendida antes de salir corriendo—. ¡Nes! —intentó llamarla pero ya se había alejado llorando.

Caperucita RojaWhere stories live. Discover now